Otro día más. No quería. No quería volver a pasar por lo de siempre. Saludos, abrazos, besos, sonrisas, risas; parecía divertido, pero todo era una farsa. Nada era real para ella. Para ella sonreír era como utilizar sus últimas fuerzas, unas fuerzas que poco a poco se iban consumiendo.
-Valeria.
Ya había llegado su madre, ya no había escapatoria, se podría hacer la enferma, pero actuar no era lo suyo; podría ser sincera con ella y decirle simplemente que no le apetecía levantarse, pero seguramente le empezaría a dar la típica charla madre hija; podría hacerse la dormida, pero ya se le había acabado el tiempo. Era definitivo, tenía que ir a clase.
Ella siempre pensaba que en un instituto existen los típicos grupos de personas, y en todos y cada uno de los centros de todo el mundo era exactamente igual. Estaban las populares, con sus cuerpos perfectamente estilizados, sus caras con un cutis excelente, su cabello tan brillante como el sol y su actitud tan amable y caritativa hacia todas las personas. Luego existían los malotes, llenos de suspensos en sus expedientes, chicas a sus pies durante todo el tiempo y juerga día y noche sin parar. Después podíamos encontrarnos a los pringadillos, aquellas personas más apartadas de la sociedad, casi no tenían amigos y a veces incluso ella sentía pena de ellos. Y por último, estaban las personas como ella; se podría decir que este último grupo era el más frecuente pero más complicado de describir. A ella le gustaba denominarlos como los neutros; los individuos dentro de este grupo eran personas totalmente corrientes, con bastantes amigos, sociales, buenos estudiantes, con una actitud bastante educada y con una vida perfectamente estable; tan solo había un pequeño fallo, que todo era mentira. Detrás de la vida de los neutros, la cual parecía perfectamente planeada, se escondían sus problemas, problemas que nadie conocía, y esto se debía ya que la característica más destacada de los neutros era su forma de guardarse las cosas, esconder sus verdaderos sentimientos, tener ese candado en su corazón que no dejaba que nadie se adentrara en lo más profundo de el. Este era el gran problema para Valeria, por el cual cada mañana mantenía la misma disputa con ella misma.
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La Sonrisa
Lãng mạnElla es frágil, débil, se rompe por dentro; pero nadie lo consigue ver gracias a su gran arma para engañarles a todos, menos a el.