A segunda hora tenía filosofía, con Monsieur Verneaut, un francés bastante elegante.
Filosofía era mi materia favorita, pero Monsieur Verneaut, era demasiado fresco para dar la clase, era peor que Annabeth.
Todos supuniamos que el era gay, por su estrambótica forma de vestir, pero algo me decía que el era algo más que eso.
Me senté en clase, sola, por que mi mejor amiga no tenía esta clase conmigo.
La clase aún estaba vacía y Monsieur Verneaut todavía no había llegado.
Aproveche mi soledad para ponerme al dia con los ejercicios de Física mientras cantaba With or Without you.
-Hola, soy nuevo aquí y me gustaría saber si esta es la clase de filosofía- Levanté la cabeza y vi a un chico demasiado... perfecto, para estar hablandome, a mi!
Sus ojos eran azules, y su pelo era negro, como la noche, sus labios eran carnosos y rosados y tenía la mandíbula muy recta...
-Dios... es perfecto, alto, guapo... pero seguramente será igual de cabrón que los otros chicos del instituto- Pensé.
-Sí, ahi a fuera hay un cartel enorme que dice que esta sala es de filosofía- le dije, intentando no enseñar ni un atisbo de emoción, para así intentar hacerme menos daño...
-Lo suponia, pero no todos los días se encuentra a una chica cantar tan lindo... y queria preguntarte para escuchar tu voz un poquito más- me dijo, sonriendo.
-Me viste cantando?- Pregunté histérica... pues tenía mucha vergüenza de que un chico tan hermoso y simpático me viera cantar.
- Verte, no te he visto, ni te veo, pero escucharte si- y me sonrió, mostrando unos dientes inmaculadamente perfectos.
Espera, el dijo que no me ve?
- Como que no me ves? - Pregunté aturdida, y el me sonrió más todavía.
- Soy ciego, he perdido mi visión el año pasado cuando mi hermano me echó un producto químico en los ojos, claro, sin querer.- y puso una mueca nostálgica.
-Quien es tu hermano?- Pregunté dudosa.
-Un tipo llamado Ethan, lo conoces señorita?
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Hasta las estrellas lloran
RomanceSinopsis: Todos somos diferentes. Negros, blancos, pelirrojos, morenos, rubios, altos, bajos... Aline, tenía ante la visión de las demás personas, los defectos más horrendos. Gordita, bajita, rarita... Pero nadie se fijaba en su interior, o hasta mi...