Debajo de la caperuza (Parte 1)

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Se preguntaran como la pequeña Caperucita termino trabajando para el lobo ¿No? Pues menos mal que estoy aquí para contarlo y ustedes para leerlo. Lastima que solo puedo empezar a relatarlo desde un día en especifico, ya que es todo lo que pude ver.


- ¡Hey Caperucita! - le gritaban las personas al pasar por su lado, ella nunca lo dijo, pero odiaba ese apodo tan ridículo que termino siendo más su nombre que otra cosa, a decir verdad ella odiaba muchas cosas además de su caperuza blanca que se manchaba tan fácil con la tierra y césped, entre ellas los otros niños del pueblo que a menudo le jalaban el cabello y rompían los juguetes, odiaba ver a la personas tan felices sin motivo alguno ¿por que sonríen? ¿acaso ocurrió algo por lo cual estar feliz? A pesar de su edad Caperucita era muy madura e inteligente, ademas de un poco amargada, cosa que tenia que ocultar tras una sonrisa falsa y exagerada a petición de su madre.

En su casa, rápidamente fue a sentarse en la ventana de su habitación en el segundo piso, la vista era directa al bosque, Caperucita ya quería que fuera mañana ya que tenia que cruzar mas allá del río para llevar comida y medicinas a su abuela. No es que le emocionara ver a esa vieja enferma, no, el ir a visitarla solo era una escusa para poder ir allí donde el bosque se hace espeso, donde las odiosas personas ya no se atreven a vivir además de su terca abuela que se negaba a mudarse de la casa que construyo su esposo muerto.

- ¡Caperuza! - grito su madre cuando la vio demasiado inclinada por la ventana, la mujer entró a su cuarto minutos después y arrastró a la niña lejos de la ventana ignorando sus quejidos - Por dios, pequeña, deja de hacer eso puedes caer - repetía una y otra vez su madre mientras la revisaba de pies a la cabeza buscando alguna lesión.

Cuando se calmó, notó como la capa blanca de la niña estaba, de nuevo, toda manchada de barro, y como siempre empezó a regañarle "que si tienes que comportarte", "que si eres una niña no un animal", "que pensaran los vecinos", la niña se sabia el discurso de memoria pero fingía escuchar a su madre solo para que no tarde mas de lo normal.

Hoy fue un día especialmente malo para la niña, en la escuela, los niños se burlaron de ella y la tiraron al barro junto con su libro. Cuando estaba escondiendo un ratón entre los panes de la señora Ross este salió corriendo y no pudo hacer su travesura diaria. Y de camino a casa se entero que Luna su niñera y única amiga en el pueble había muerto a manos de un lobo.

Esa noche no cenó y habló menos de lo normal, durmió muy poco, ya que la mayoría de la noche se mantuvo pensando en lo absurda que era la vida. Que en mi opinión, no es algo que pensaría una niña de 7 años normal.

A la mañana siguiente se despertó sin problemas, pero al ver por la ventana, se sintió un poco inquieta, tena la sensación de estar siendo vigilada, culpo la muerte de Luna por ese estaño nudo que se le formó en el estomago al intentar ver mas allá del río, donde el bosque se hace espeso.

En la sala, su madre le dio una canasta llena de comida y medicinas, y como no, su incorregible capa blanca, la niña salió al jardín sin decir nada, no tenia ganas de fingir ser normal, recordando que su única amiga la abandonó, bajo la capucha hasta que le cubrió parte de los ojos y bajó el rostro, ya parada sobre el irregular camino de piedras, comenzó a imaginar como el pueblo ardía en llamas.

Lo que ustedes llamarían una masacre, ella lo nombró su sueño, ella ya no quería seguir siendo parte de ese patético pueblo, ella quería ser algo mas, algo digno de respeto, de temor. Se encamino al comienzo del bosque.

Al llegar al río, se debuto a imaginar todas esas criaturas temibles que te pueden desgarrar la garganta de un movimiento, pero, al contrario de nosotros, para ella eso era el paraíso en comparación a ese pequeño pueblo lleno de personas estúpidas.

Cruzó el pequeño puente, se detuvo a la mitad y como cada vez que la enviaban a llevar comida a su abuela, tiro la canasta al río, menos peso hacia mas fácil la caminata.

Se adentro en el bosque sintiendo el peculiar olor de la tierra mojada y el aire fresco, se descubrió la capucha para poder sentir mejor el viento fresco, sacó un pequeño cuchillo de su bolsillo y cada tanto hacia una marca en un árbol para recordar el camino, esta vez marco su camino con una "X".

Caminó tanto que ya se sentía en el corazón del bosque, el único ruido era el cantar de las aves, la música de los insectos y el susurro del viento. Al ver un gran árbol decidió que era perfecto para escalarlo. Subió hasta la rama más gruesa y se sentó en ella.

Ustedes pensaran que lo hizo solo por las vistas, pero en realidad era una especie de costumbre el subirse a un árbol y esperar que alguna criatura aparezca y lanzarle su pequeño cuchillo de plata.

Después de un largo tiempo, a su derecha los arbustos se agitaron levemente y se escuchó un estruendoso aullido, el tranquilo silencio se vio interrumpido por aullidos y rugidos, sonido de ramas y hojas secas rompiendoce. En el pequeño claro al rededor del árbol aparecieron dos lobos uno negro y otro blanco, ambos llenos de sangre y tierra.

La pequeña estaba encantada con la idea de presenciar el enfrentamiento, pero por un segundo, solo un momento, sus ojos conectaron con los del lobo blanco, se sintió llena de un extraño sentimiento. Ambos vestidos de blanco y manchados de tierra, los dos tenían ojos azules y las lineas negras al rededor de los ojos de lobo junto a sus garras y nariz te hacían pensar en el corto cabello negro de la chica.

Cuando los lobos retomaron la pelea, Caperucita notó que la sangre provenía de una profunda herida en las costillas del lobo blanco, este se sentía cada vez mas débil y la pequeña se molesto inexplicablemente con el lobo negro y pensó "Debe morir por cometer tal atrocidad".

- Ayuda - sintió que alguien le susurraba al oído apenas volvió a tener contacto visual con el lobo. sin pensarlo se lanzó del árbol ya que sospechó que un cuchillo lanzado no acabaría con el lobo negro.

El lobo negro no advirtió su presencia ya que estaba muy ocupado gruñendo al lobo blanco, Caperucita se acerco lentamente, y a menos de medio metro, se lanzo al cuello del lobo, clavando su pequeño cuchillo de plata a un lado de la garganta y jalándolo hasta llegar al otro lado. Un corte simple y profundo,  el lobo negro murió de la manera rápida más humillante, a manos de un humano, y no un humano cualquiera, sino una niña de 7 años.



-Ella-

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