Petalos rosas

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FLORES DE CEREZO

Capítulo 5: Pétalos rosas

Por Okashira Janet

Aoshi sabía, porque la inteligencia era una de sus cualidades, que una mujer apasionada y entregada como Misao tendría problemas con alguien tan seco en sus afectos y parco en sus palabras como él. Aquella era una de las razones por las que en un inicio no había querido que aquella relación llegara a alguna parte, por más empeño que pusiera ella en el asunto.

La situación, sin embargo, había tomado rumbos que nunca hubiera imaginado y si bien la declaración de sus afectos había sido pobre —siendo benévolos— Misao era la clase de persona que lo amaba suficiente para aceptarlo.

Por eso aquella mañana Misao tenía las mejillas rojas y los ojos tan brillantes que era sospechosa en todos los sentidos y aunque Kenshin era lo suficientemente sensible para no preguntar el resto de los integrantes del dojo Kamiya aún no llegaban a semejante grado de sabiduría.

—¿Qué diablos?, —Yahiko gruñó pegándole con el codo de mala manera—, ¿tienes enfermedad bipolar o algo así?

—No sé de qué hablas. —La joven agachó la cabeza comiendo de su plato más rápido, signo inequívoco de que quería desviar la conversación.

—Misao... —Kaoru titubeó, seguramente pensando que ese no era el lugar ni el momento para cuestionar a su amiga.

—Un día lloras, otro día pareces muerto en vida y luego andas por ahí tan sonriente que espantas. —Yahiko hizo cara de asco—. A lo mejor es contagioso. —En una situación normal Sanosuke se hubiera unido a la pulla, pero el joven guerrero estaba comiendo como si no hubiera un mañana y Aoshi no estaba seguro si quería evitar una confrontación temprana o su apetito seguía siendo más importante que cualquier otra cosa.

—Soy libre de reírme si quiero. —Misao gruñó, Kenji se le arrojó sobre las rodillas gimoteando algo acerca de mariposas, al instante Misao se olvidó de pelear con Yahiko y le hizo cosquillas con la nariz.

—Parece que Misao-dono y mi hijo son inseparables. —Kenshin sonrió amable—. Kenji va a estar inconsolable cuando se vaya.

—Ella será la que estará inconsolable. —Yahiko se burló con una sonrisa de medio lado, Aoshi no dijo nada, pero la observó de reojo, ciertamente parecía hecha para que un niño jugara sobre sus rodillas, resistió el impulso de soltar un suspiro y en acto reflejo giró la mirada, por alguna razón Sanosuke lo estaba mirando fijamente aun con el tazón a medio comer, la mirada que intercambiaron no era hostil, pero —definitivamente— tampoco era amistosa.

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—Así que Sanosuke lamenta mucho haber molestado a Misao-dono. —Si bien Aoshi había esperado intercambiar algunas frases con Sanosuke y reprocharle su comportamiento la presente situación era un poco menos que ridícula. Kenshin estaba ahí, arrodillado frente a él y bajándole la cabeza a Sanosuke como un padre avergonzado del comportamiento de su hijo (un hijo muy rebelde que aceptaba a regañadientes).

—Me parece que las disculpas debería dárselas a ella. —Aoshi solo recalcó lo obvio, aunque vivían en un ambiente en que lo correcto era hablar de aquellos asuntos entre hombres él siempre le había dado su libertad a Misao.

—Y va a hacerlo. —Kenshin bajó aún más la cabeza de Sanosuke y si seguía así muy pronto tocaría el suelo.

—Por mi parte lo pasare por alto en esta ocasión, pero no seré tan complaciente en caso de que haya una repetición.

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