~ Parte 3 ~

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Samuel se apoyó en el contrabajo, enredando sus manos sobre el mástil y observando a Luzu y Frank con ambas cejas perfectamente arqueadas. Los dos le lanzaban miradas suplicantes, y es que no era para menos teniendo en cuenta la situación: desde hacía varios días, estaban con la idea de formar una pequeña banda de jazz y swing, y ya habían conseguido convencer a un trompetista para que se uniera a ellos, y, según ellos, sólo les faltaba un poquito para lograr que el castaño accediera también.

El hombre parecía dudar un poco; si aceptaba, tendría que dar un ajuste a todos sus horarios para poder tener tiempo de preparar cada una de sus clases, poder ensayar con ellos, y practicar su repertorio, además de ocuparse de los quehaceres de la casa por otra parte. Pero si no aceptaba, sentía que se perdería una oportunidad única de poder tocar un estilo de música que realmente le gustaba junto a las personas que apreciaba. Suspiró, esperando que la decisión tomada fuera la correcta.

—Bien, lo acepto... Me uno a ustedes—dijo, dejando que las radiantes sonrisas de sus compañeros lo contagiaran.

—¡Genial!—exclamó Luzu, acomodándose el gorro gris que llevaba puesto—Comenzaba a temer que tendríamos que buscar a otro contrabajista.

—Que exagerados pueden llegar a ser—Samuel puso los ojos en blanco, pero no tardó en sonreírles.

—En cualquier caso... Hay algo más que debemos pedirte—habló ahora Francisco, intercambiando una mirada de complicidad con el profesor de Lenguaje Musical, y Samuel alzó las cejas nuevamente—. Queremos a Guillermo en la banda, pero somos conscientes que ninguno de nosotros podrá convencerlo.

—¿Y por qué piensan que yo podría con eso? Saben que Guille no es fanático de tocar frente a personas porque le incomoda mucho... Yo diría que hasta tiene un poco de pánico escénico.

Samuel recordaba una ocasión particular en la que su mejor amigo había casi rechazado sin pensar la oportunidad de tocar como solista en una serie de conciertos que una orquesta profesional le había ofrecido. Y lo hubiera hecho si él no hubiera estado ahí para impedir semejante estupidez y convencerlo de aceptar.

—Lo sabemos—asintió el mayor de los tres—, pero a ti te escuchará hasta que termines de hablar, y eso es algo que no pasará con nosotros.

Y, muy probablemente, Luzu tenía toda la razón en ese punto. Y es que el trato que él y el pelinegro tenían, era un tanto diferente al que tenían con el resto de sus amigos. Porque entre ellos existía una especie de conexión especial de la que, tal vez, hasta el momento no eran conscientes pero que allí estaba sin importar qué.

Quizás era una conexión similar a la que tenían Alex y Frank, o a la de Luzu y Lanita, pero ellos no la notaban todavía.

—Bien, hablaré con él.

Ambos le volvieron a agradecer. No les importaba si tardaba una hora, dos días o una semana, porque estaban completamente seguros de que Samuel poseía el poder de convencer al joven músico.

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La pequeña cocina del departamento del violinista olía a café y a tostadas recién hechas, y al castaño eso le recordaba a cuando era un niño y su madre le preparaba la merienda en los días fríos de invierno.

Era domingo por la tarde, y esa misma mañana le había enviado un mensaje a su compañero para avisarle que iría a su casa para conversar. Lejos de molestarle, a Guillermo le encantaba la idea puesto que se divertía mucho pasando tiempo con el mayor.

—¿Te gusta la mermelada de fresa? ¿O prefieres de ciruela?—preguntó el pelinegro, abriendo la nevera y paseando su mirada por el interior en busca del dulce.

Entre notas musicales ~ WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora