Admitir para sí mismo que definitivamente estaba enamorado de su mejor amigo tenía sus pros y sus contras: por una parte, Guillermo se sentía en paz por haber sido capaz de descifrar sus sentimientos sin haber caído en una nueva crisis nerviosa; por otro lado, no podía evitar sonrojarse más a menudo cada vez que Samuel traspasaba los límites de su espacio personal (tal y como acostumbraba a hacerlo) o ponerse nervioso cuando le hacía algún cumplido.Pero Samuel no parecía darse cuenta o lo disimulaba perfectamente bien. En cualquiera de los dos casos estaba bien, porque nada iba a interferir en la valiosa amistad que tenían.
Dos semanas habían transcurrido desde la noche en que el mayor había ido a rescatarlo de su ataque de pánico y, si bien parte del estrés y nerviosismo permanecían dentro de él, ya no era tan malo como antes. Podía vivir con eso.
Aquel día, mientras esperaba a que el grupo de adultos principiantes llegara para una nueva clase, se permitió espaciarse mientras acomodaba su violín en posición sobre su hombro izquierdo para pasar el tiempo.
Las primeras notas del concierto en Re Mayor para violín de Tchaikovsky hicieron eco en las paredes del salón. Con la mirada perdida en algún punto, dejó que su mente vagara con libertad mientras sus dedos recorrían la trastiera con confianza.
¿Cuánto tiempo llevaba suprimiendo sus sentimientos por Samuel? Estaba convencido de que si se hubiera dado la oportunidad de ser un poco más introspectivo, lo habría descubierto mucho tiempo antes. Quizás, se atrevió a pensar, años antes.
Los acordes resonaron de forma pasional, y su vibrato apoyaba esa sensación.
A Guillermo siempre le había gustado Tchaikovsky, era uno de sus compositores favoritos.
Tchaikovsky.
Tchaikovsky era gay, pensó. Quizás por eso podía identificarse y sentirse acogido por sus obras, cargadas de todo tipo de sentimientos.
También a él pertenecía la primera pieza qué él y Samuel habían tocado juntos, ya mucho tiempo atrás. Valse Sentimentale. ¿Samuel recordaría aquel día tan bien cómo él? Seguramente sí.
La puerta del aula se abrió cuando los siete estudiantes llegaron, conversando animados. Guillermo dejó de tocar y les dio la bienvenida, haciendo un esfuerzo enorme por olvidar todo lo que estaba pensando momentos antes.
Los observó sacar sus instrumentos y partituras, recordando cómo en un principio se había sentido intimidado porque todos eran mayores que él. Pero pronto sus preocupaciones desaparecieron: el grupo era divertido, amable y ávido por aprender música, no habiendo tenido la oportunidad de hacerlo cuando eran jóvenes. El muchacho disfrutaba mucho el tiempo que pasaba con ellos.
—¡Eh, Guille!—lo llamó Héctor, apartándolo de sus pensamientos—. Esa interpretación que estabas haciendo hace un momento se oía maravillosa. ¿Algún día escucharemos el concierto completo?
Una risa nerviosa escapó de sus labios mientras un ligero rubor rosado se extendía por sus mejillas.
—Quizás algún día—contestó—. Por ahora, empecemos con la clase. Tenemos mucho que hacer.
Ignorando las quejas y reclamos de los adultos que, por algún motivo, parecían muy interesados en escucharlo tocar, comenzó con sus explicaciones didácticas. Pronto, el concierto de Tchaikovsky fue olvidado y el entusiasmo de cada lección ocupó ese lugar.
No fue hasta pasadas dos horas, cuando ya todos estaban listos para marcharse, que el tema volvió a tocarse: Elsa, la mayor del grupo (una dulce señora de unos setenta años), se acercó a su profesor para hacerle un comentario discreto.
ESTÁS LEYENDO
Entre notas musicales ~ Wigetta
FanficGuillermo Díaz es un joven virtuoso de veintitrés años que imparte clases de violín en una escuela de música. Lleva una vida tranquila y comparte sus días con sus compañeros de trabajo que, más que sólo compañeros, son sus grandes amigos. Su vida da...