CAPITULO 4

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Rael posa sus pupilas en las mías, aquel acto hace temblar mi ser, su cuerpo sigue agitado después de huir de los policías, acomoda muy bien su sombrero. Tengo que decir que hay algo en su mirada que me tiene aún en este instante aquí.

―Luz Estrella deja de mirarme como si fuera un bicho en peligro de extinción ¡Aunque eso fuera magnifico!
―se detiene en seco, se acerca con lentitud achicando sus ojos, su mano se extiende hasta mi pecho.

―¡¿Qué vas hacer?! ―grita mi instinto―. No te quieras pasar...

―¡Tonta! ―eleva mas la voz ―, tonta, nunca tocaría una mujer sin su permiso ¡Tontona!

Respiro con alivio regandose hasta el rincón mas pequeño de mi cuerpo. Sea lo que sea, me satisface escuchar su defensa, todo se desaparece nuevamente, esa mirada oscura de nuevo taladrea mi mente con fuerza, finalmente extiende su mano y saca mi cadena de una manera un poco brusca.

―¿Qué tiene, por qué la miras de esa forma?

Creo que no ha escuchado mi pregunta, así que articulo un poco dudosa―: Rael.

El melenudo tira su cuerpo muy cerca del mío, jala mis cachetes con fuerza sonriendo de una forma única, casi sus ojos no se notan.

―¿Tampoco te han enseñado que no debes tocar mas de lo que debes a las personas?

―Tu... Tu collar ¿De donde lo has sacado? Luz Estrella ¡Esto es asombroso!

―Lo he usado desde que tengo uso de razón ¿Te gusta?
Rael se saca el sombrero y me lo extiende con sumo cuidado, como si fuera lo mas preciado.

―Te mostraré algo Luz ―se va acomodando, cierro mis ojos ya que va sacando su camisa.

―¡¿Por que te desnudas?!

―Mira Luz, mira ―no pierde su sonrisa―. Puedes abrir aunque sea solo un ojo.

Hago caso, mis ojos se agrandan de una manera notoria.

―¿Ves? Tú tienes una cadena con un dije parecido a la marca con la que yo nací. Asombroso.

Es tanta la confusión que solo me limito a parpadear incontables veces.

―Mi abuela me decía que cuando llegara la persona con la que me sienta cómodo a enseñárselo las cosas iban a cambiar, pero he esperado lo suficiente, siento que estoy cómodo contigo.

Su titubeante sonrisa me roba una a mí. Las coincidencias llegan a ser voraces.

―Luz ―toma un tono de pregunta, le miro atenta pero antes se escucha un rugir desesperado, el bosque hace eco de mi fuerte risa―. Es que... Tengo hambre ¿Comemos en tu casa? ―veo su gesto apenado.

Al igual que Rael yo también deseo comer algo que me llene y sea nutritivo.

Nunca antes nadie se había auto invitado tampoco lo he hecho pero supongo que a mamá no le molestará en lo absoluto.

―Esta bien. Mi madre no llegará esta noche a casa y podremos cenar ―no logro disimular el entusiasmo que eso me provoca.

―Me parece fantástico ―no elimina su sonrisa y logro medio sonreír.

Esto no es cuerdo, con mis pensamientos contrariados camino hasta llegar a la puerta trasera de mi casa mientras indagó en mi misma.
¿Me interesa tanto su amistad?

Voy respondiendo lentamente, creo que es lo que mas me ha interesado desde que paso las tardes en el bosque y luego recorro la plaza en busca de algo de beber.

―¡Ay! ―suelto por el peñizco en el brazo derecho, sus ojos se cierran pareciendo a un dibujo animado.

―Que bueno que me invites a comer ―se toca en toma circular su estomago y con la otra mano acaricia su sombrero―, no sabes cuanta hambre siento ahora. Luz Estrella ¿Que haces en las noches antes de irte a dormir? ―indaga mas relajado.

Cierra Tus Ojos© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora