CAPITULO 5

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Todo se queda en suposiciones cuando la veo entrar con su alborotado cabello, observando a Rael con determinación, el chico la examina con desmedido cálculo, sé por su mirada que que ha estado bebiendo y aun así ha conducido su motocicleta. 

―¿Que haces tu aquí? ―logra pronunciar mientras se quita el casco―. Luz ¿Porque lo has dejado entrar a casa? Nunca me lo consultaste. 

―Es mi amigo. 

Mi madre sonríe, no le encuentro motivo para disfrutarlo. 

―¡Que bien! ―suelta ella, Rael vuelve a respirar con normalidad―. Entonces, te invito a comer, eres el primero que nos visita, pero luego tu y yo tendremos que hablar a solas... jovencito. 

―Rael ya se iba, madre. 

―¡Oh, que peculiar nombre tienes! ―creo que esta un poco ebria, mi amigo no sabe en que forma reaccionar ya que seguimos parados en la entrada de la puerta―. Sigue, sigue que hay comida para todos. 

 ―¡Que bien... que bien! ―se rasca la cabeza con su sombrero en mano―, gracias por la invitación, ahora mismo me comería hasta un león. 

Mi madre sirve el arroz que ha traído desde su trabajo, Rael esta sumamente satisfecho porque no para de agradecer la gentileza que ha tenido con él. Conversan un considerable tiempo juntos, el semblante de mi madre parece que ha cambiado, ahora su cara parece sobria; es como si defendiera alguna cosa muy importante para ella y Rael opta por tener esa postura. El sueño comienza apoderarse de mi. 

―Buenas noches Rael ―sonrío por la experiencia que tuvimos en el bosque, mi madre me observa atenta y también me desea buenas noches. 

―Que descanses Luz Estrella ―se despide sacando los dos dedos: el indice y el medio. 

Al recostarme en la cama siento una corriente desplazarse por todo lo largo de mi espalda, suspiro obligándome a ver a las luciérnagas y ha no pensar en el dolor que tengo en la parte de atrás. Me pregunto si Rael ya se habrá marchado, recuerdo una canción que estaba escrita en un viajo cuaderno que dice que lo imposible se puedo volver posible si dejo mi mente volar. 

La puerta se va abriendo despacio. 

―¿Madre? Mamá ¿Eres tu? 

Escucho suaves pasos, no es mi madre porque ya hubiera tropezado con cualquier cosa y después estuviera gritando con el dolor del dedito pequeño. 

―No tonta... soy yo, Rael ―veo abrirse el toldo y algunas luciérnagas aprovechan para escaparse tan temprano.

―¿Rael? Pensé que ya te habías ido... ―me tapa la boca despacio. Intento gritar.

―Descansa Luz Estrella. 

Le veo cruzar la puerta colocándose el sombrero llamativo y cómico, sin tener razón aparente sonrío entusiasmada. Escucho el sonido de una botella, las luces se apagan e intuyo que hoy es una de esas noches en la que mi madre se queda dormida en el suelo bebiendo.
Duele.

Me duele el pecho como si le hubieran dado un gran golpe. El gallo canta y al abrir los ojos sé que ya es de día y tengo que alistarme para ir al colegio. Mi madre ya se ha marchado, después de lavar mis dientes tomo un tazón y sirvo cereal en el.

Otra vez.

Agarro el cuenco del suelo, lo he tirado sin querer tras sentir una punzada a la altura del corazón, respiro honda y profundamente. Aun faltan veinte minutos para que comiencen las clases, decido recostarme cierto tiempo con la esperanza que el dolor cese. Abro la ventana de madera que se encuentra en mi habitación, la gélida corriente de aire me obliga a pestañear incontables veces.

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⏰ Última actualización: Feb 05, 2019 ⏰

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