Día 0. Bragas.

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Ese era uno de aquellos que presidía ser de los peores. La tarde anterior había recibido la mirada inesperada de Cana en la puerta de su casa que venía con un par —o lo que parecían miles— de botellas de alcohol, según para celebrar que ya era mayor de edad. Lo que se volvía realmente irónico siendo que su amiga tenía la misma edad que Lisanna, Natsu, Gray... Y que ella.

Suspiró con algo parecido a cansancio, o fastidio, ni lo tenía claro con el dolor de cabeza que se cargaba. Por eso, decidió que ni se acercaría al gremio. Y por otro lado, daba gracias a que no hubiera pensado por ningún motivo en estar ahí todavía cuando despertara. Era una ebria, pero no por eso menos inteligente. Lucy mejor que nadie lo sabía, o creía saberlo al menos.

Aún así agradecía que le hubiera ido con esa sorpresa un día luego de su original cumpleaños, dado que hubiera sido un verdadero problema emborracharse en el gremio. Sobre todo porque no solía hacerlo, y porque intentaban mantener el lugar en buen estado, o tenían la decencia algunos de pensar aunque fuera un poco en ello a pesar de que más tarde lo olvidaran. Por supuesto el maestro tampoco decía mucho hasta que le llegaban cartas del Consejo o destruían algo.

De todos modos ese día no habría mucho que hacer, no por su parte, por lo que podría quedarse a dormir hasta que se le pasara la resaca. Por suerte Natsu no llegó en ningún momento, lo que significaba que podría descansar hasta que decidiera aparecerse con sus bochinches de niño exagerado.

Así, al menos hasta mediodía, Lucy durmió como un lirón. Por otro lado, no concebía cómo con resaca y todo despertado cerca de las nueve de la mañana...

...

Cuando eran como las dos de la tarde, con Lucy dormida y la tranquilidad del piso en completo silencio, resonó algo que la hizo levantar de un salto. No porque fuera tan ligera de sueño, sino porque había sido un ruido realmente fuerte, que sólo Natsu y Erza podrían ser capaces de ignorarlo para seguir manteniendo su relación con la cama. Con las sábanas por debajo del pecho, Lucy miró a todos lados dentro de su habitación. La luz del Sol entraba por su ventana, molestándole un poco a la vista claro, pero eso no evitó que siguiera en lo suyo de encontrar qué había sido lo que provocó tal ruido.

Por un momento se vio rogando porque no fuera Natsu. Que el chico no era muy diferente de un ladrón cuando se trataba de su apartamento, con el único problema que era todo lo bullicioso que el mundo lamentaría de probar.

—¿Natsu? —preguntó, sin embargo el silencio permaneció.

Muy extrañada, Lucy cogió las sábanas de su cama y las apartó de su regazo para poder ponerse de pie. Acto seguido no se preocupó por nada más y caminó hasta la puerta. Una vez en la sala, vestida con su ropa de ayer aún porque por la mañana la pereza y todo lo demás no la habían dejado ponerse algo más decente que su arrugada falda y blusa de ayer; volvió a mirar a todos lados.

Finalmente encontró lo que buscaba y no supo si llevarse una mano sobre la piel de su pecho que guardaba sus costillas, intentando no coger un infarto, o si reírse por ver al chico tirado en el suelo tal como había caído, justo frente a su ventana. Él pareció notar el movimiento y volteó la cabeza, tan desparramado como Lucy no lo había visto antes. Entonces lo vio enrojecer levemente, por la vergüenza seguramente de que le pillara de esa manera, pero de todos modos él terminó por sonreírle y alzar la mano de alguna manera, sólo para saludarla.

—Hola, Lucy.

—¿Quién eres tú y qué has hecho con Gray? —entrecerró los ojos.

El chico pareció bastante extrañado, hasta que la rubia sonrió y rió por la situación.

—Pues nada, ya sabes, sólo le enseñaba a asaltar una casa con segundo piso —dijo al tiempo que se levantaba, enderezándose. Una vez de pie se estiró y segundos después bajó los brazos con una exhalación casi de alivio.

Sin tapujos [Graylu Love Fest]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora