¿Porqué tan serio?

Bruce

Gotham City aún intentaba deshacerse de las sombras de la noche cuando se encendió una brillante luz en una de las últimas plantas de la Torre Wayne Enterprises. En el enorme ventanal se recortaba la sombra cabizbaja de un joven que rondaba la veintena. Bruce, contemplando la ciudad mientras se despertaba y se ponía en marcha, suspiró. Un único pensamiento rondaba su cabeza, ¿cómo una ciudad tan sucia, rota, gastada y enferma de corrupción y crimen podía seguir en marcha tanto tiempo sin sucumbir y morir?. Aquí y allá se escuchaban gritos, de terror unos y de alegría y satisfacción otros, mientras una nueva oleada de robos, asesinatos y crímenes varios enturbiaban el bonito amanecer.

Bruce dio la espalda a todo en cuanto se abrió la puerta de pesado cristal que separaba su despacho del resto de la planta. En el umbral, dos hombres de cincuenta y cuarenta años se quedaron esperando que les permitieran el paso.

-Alfred, Lucius, podéis pasar. Sentaros - dijo Bruce señalando un viejo sillón de gastado cuero negro.

Mientras tomaban asiento se dirigió al mueble bar, antaño lleno de botellas de whiskey y hoy reciclado en aparador para las tazas de te y el resto de cacharros necesarios para prepararlo y sirvió tres tazas. Sólo cuando todos estuvieron instalados, rompió el silencio.

-Sabéis para qué os he hecho venir - no era una pregunta, sino una afirmación teñida de determinación - No soporto ver Gotham en este estado, tenemos que cambiar las cosas.

Lucius y Alfred compartieron una mirada de preocupación, limpiar aquella ciudad podrida era una tarea demasiado grande para una sola persona, incluso aunque esa persona fuese Bruce Wayne.

- ¿Se puede saber cómo piensa hacerlo? Más le valdría busca un lugar mejor en el que vivir y abandonar de una vez esa idea que acabará matándole.

Alfred recibió una mirada de desaprobación por parte del joven en cuanto hubo terminado de decir esas palabras, pues, aunque le había criado tras la muerte de sus padres, Bruce nunca había podido olvidar que era su mayordomo y le costaba aceptar que le reprendiese.

Lucius, empleado de Wayne Enterprises, expresó con más tacto sus dudas.

-Bruce, es una empresa peligrosa en la que muchas cosas pueden ir mal y puede perder mucho más de lo que crees.

-Da igual lo que le digas, es igual de tozudo que su padre - murmuró Alfred.