Capítulo 2: Los veranos de literatura

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Recuerdo que el primer día cuando llegaste estuviste casi todo el tiempo con tus "primas". Te veías muy tímido cada vez que te miraba. Yo preguntaba a Alicia que te pasaba, y ella me contestaba que siempre eras así de tímido al principio. ¡Vaya que lo eras! Te costó una semana para poder decirme un simple "hola". Después de ese hola no me dijiste nada más en ese día, pero al día siguiente pensé en empezar una buena conversación contigo para no esperar otra semana a que me dijeras un "que tal".

-Hola.-dije yo acercándome.

-Ho-hola.-contestaste.

-Em... ¿Estás bien?-pregunté intentando descubrir algún síntoma de porque eras tan tímido.

-Oh... Sí, estoy bien. Perdona, soy muy tímido.-susurraste.

-No pasa nada. ¿No hay nada que quieras preguntar o algo? Puede que estés aquí como un mes.

-Bueno, en el fondo tengo preguntas para una entrevista de 1 hora, pero no quiero liarte.-suspiraste.

-¡No pasa nada! ¡Dispara!-exclamé.

Dios, donde me metí. Tenías razón, creo que te comiste a una Alicia o algo para hablar tan rápido. Recuerdo bien cada pregunta, por ejemplo:

-Dime, ¿cual es tu cumpleaños?

-11 de marzo. ¿Y el tuyo?

-El mío el 29 de abril. ¿Vanilla o chocolate?

-Chocolate.

-¿Color favorito?

-Morado por siempre.

Y así más y más. Creo que hasta me preguntaste a que olían mis pies. Pero la pregunta que más marcaría nuestra amistad fue esta:

-¿Te gusta la literatura?

-Litera... ¿Qué?

-¿No sabes lo que es la literatura?

-No.

-¿Sabes leer?

-No, mi madre aún me está enseñando.

-¡COMO NO PUEDES SABER LEER! Leer es uno de los mejores placeres que puede vivir un ser humano. Y si pasamos a escribir... ¡Uff! El cielo en la tierra.

Desde entonces me enseñaste a leer y a escribir. Nunca pensé que podría haber aprendido tan rápido.

Un mes después Alicia, Luisa y tú seguíais en casa. Me parecía raro que mi madre no nos diese noticias sobre tu prima Carmen o tu tío. Ni siquiera Iván se había enterado de algo. Claro que, en la época, no me preocupaba mucho. Cuando pensaba en ello me daban escalofríos, pero normalmente le miraba el lado bueno. ¿Qué lado bueno? Que estabais vosotros aquí.

Uno de eses días recuerdo que tuvimos que ir toda la familia (contando al maldito "El Koano") a casa de mi abuela. Como no había coches ni personas alrededor, decidimos salir los dos al jardín. El jardín es casi como una parte más de monte, pero siendo propiedad de mi abuela. Tú llevabas una libreta para apuntar cosas o dibujar flores.

-Oye Candela. ¿Quieres que escriba una historia siendo tú la protagonista?-preguntaste.

-¡Que guay! Vale, me gusta la idea.

-Bien, comencemos.-gritaste.

Cogiste la libreta y el lápiz y comenzaste a escribir:

-La princesa de gran valentía va ha emprender una aventura en unas tierras llenas de encantamiento y brujería. Al lado de su gran corcel y su compañero Mark Poetiso van a emprender esta aventura.-decías mientras escribías.

-Ejem... Mark, primero; no soy una princesa. Segundo; estamos en el jardín de mi abuela y el único peligro es que te subas mal a los árboles. Tercero: no tengo ningún corcel y tú no te llamas Mark Poetiso. Cuarto; esto no es ninguna aventura.-te dije con un tono muy serio y aburrido.

-Candela, es literatura. ¡Hay que dejar volar tu imaginación! Además, sería aburrido.

-Bueno... vale.

-Bien. ¿Vamos por donde están los manzanos?

-No se yo... Es propiedad del vecino, además de que tiene muy malas pulgas.

En ese momento cogiste tu libreta y empezaste a escribir:

-La princesa de gran valentía vio el bosque de manzanos encantados y dijo: ¿Manzanos encantados? ¿Donde viven las brujas? ¡Pan comido! No hay obstáculos para mi.

-¡MARK! Enserio, podemos llevarnos una buena bronca.-te grité con malas pulgas.

-Oh, lo siento.-contestaste.

Rápidamente, comenzaste a volver a escribir:

-Pero de repente, el bosque desaparece. La princesa de gran valentía suspiró: Que mal. ¡Si el bosque no hubiera desaparecido habría entrado y acabado con todas las brujas!

-Mejor. Para no causar problemas vamos al arrollo de las piedras.

Sí, en el jardín había un pequeño arrollo.

-La princesa decidió ir a la tierra de los enanos a por un poco de diversión. Así que junto a su corcel y acompañante fueron corriendo. ¡No había tiempo que perder!

Cuando llegamos al arrollo me puse a colocar las piedras. Suena tonto, pero hay veces que por como están posicionadas las piedras no dejan pasar el arrollo.

-Cuando la princesa llegó a la tierra de los enanos, los vio a todos en una gran guerra, así que decidió ayudar a que todos estuvieran en paz.

Cuando acabé miré el reloj y vi que eran las 16:30. Normalmente nos vamos a esas horas, así que te avisé para volver. Tú me repetías lo que habías escrito una y otra vez.

-Cada vez que estemos aburridos hagamos alguna historia de estas.-exclamaste emocionado.

Yo sonreí. Normalmente mis amigos no tenían el tipo de imaginación que tú tienes, y eso me ponía feliz. 

Cuando llegamos, vimos a mi hermano en la puerta. Se le veía con miedo.

-Hermano, ¿pasó algo?-pregunté.

-Sí Candela. Ha pasado algo, y muy grave. Sobretodo para Mark.-contestó el.

Yo en el momento no me imaginaba lo que podía ser, y cuando me enteré me quedé con los pelos de punta.

Día de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora