Capitulo 10 Ella es diferente

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Ryan Macleane:
Muy bien, ahí lo veremos… claro que sí… hasta pronto —finalizó la llamada. Dante nos invitó a su boda.
¿Y? —pregunté. No le veo nada de especial, es solo una boda —llevé el cereal a mi boca, a lo que mi madre me pasó una servilleta, para que me limpiara la leche que escurría.
Una boda a la cual asistiremos —llevó delicadamente el vaso hasta su boca, dio un pequeño sorbo y dejó nuevamente el vaso en la mesa; y tú también asistirás.
No puedes obligarme.
No, pero tampoco pienso confiarte la casa, así que irás con nosotros; además, la sobrina de Dante irá, ¿la recuerdas verdad? La que te gustaba cuando tenías diez años.
¿Por qué me hace esto? ¡No me gustaba! —exclamé; nunca me gustó, esa niña era insufrible.
¡Pero si hasta se dieron un beso! —habló mi mamá. Su primer beso —sigue creyendo eso mamá, sigue creyéndolo.
¡Ella me besó! —era verdad, esa maldita mocosa de diez años posó sus horribles labios sobre los míos, dejando su asquerosa baba.
Como sea, eran niños. Ahora ella cambió, de seguro cuando la veas vas a cambiar de opinión y seguirás creyendo que es linda —tiré la servilleta, arrastré la silla hacia atrás y me levanté. ¡Ryan…!
Yo jamás creí que esa niña era linda. Más bien la recuerdo como la niña de “El Exorcista”.
No voy a hablar contigo de eso, me voy —cogí la mochila del sofá y salí, cogí las llaves de mi bolsillo, entré al auto y conduje hacia casa de Erick.
¡Adiós, mamá! —se despidió Erick mientras subía al auto. ¿A ti también te invitaron a la boda? —asentí.
Mi madre está loca si cree que iré —ya en el auto, arranqué hacia el instituto.
El timbre ya había sonado cuando llegamos —ahora te alcanzo, iré a… al baño. En ocasiones Erick podía ser tan estúpido para decir mentiras.
Recorrí el pasillo, me detuve a la mitad y observé hacia donde se dirigía esta chica… ¿Cómo se llama? Ah, sí. Melanie. Fue hasta donde estaba Erick. Regresé mi vista hacia el frente, Keysi entró al salón de clases y me dirigí hacia ella. Crucé la puerta y chocamos.
¡Demonios! ¿Acaso pensaba seguir evitándome?
Ryan —tal vez no.
Yo… Yo… quiero pedirte una disculpa por hablarte así la última vez. No debí hacerlo y si quieres, puedo seguir dándote tutorías.
Está bien —eso ya no tenía tanta importancia.
Se giró, dando media vuelta y regresando; tomó asiento en su lugar, dejé la mochila en el mío y observé hacia la puerta; nadie entraba.
Llevé mi vista hacia Keysi, quien se encontraba leyendo un libro… como de costumbre. Me puse de pie y me acerqué hasta ella, sentándome a su lado.
Despejó la vista del libro y me miró. ¿Qué? —preguntó.
Debajo de esas horribles gafas había unos hermosos ojos, y estaba seguro que también bajo esa ropa holgada había un perfecto cuerpo, y debajo de esa pinta de nerd había una chica diferente.
Tienes unos ojos muy bonitos —¿En serio lo dije?
Gracias… —dijo. Sus mejillas tomaron un color rojo carmesí e inmediatamente regresaron a su color natural —supongo. Volteé hacia la puerta, nadie entraba ni pasaba por allí. Regresé mi vista a Keysi, ¿qué demonios me estaba pasando? Me acerqué más a ella. Divisé sus labios, los cuales me tentaban a besarla; una sensación se apoderó de mí; en ese instante quería besarla, probar sus labios.
¿Qué haces? —preguntó, yo reaccioné y me alejé volviendo a la postura en la que estaba anteriormente… ¡piensa Ryan, piensa, piensa! No Ryan, no pienses, tú no piensas…
Intento… besarte, probar tus labios. No, no, no. —Quiero… ser tu amigo —¿en serio dije eso? Keysi guardó silencio y sonrió
—supongo que podemos ser amigos.
La maestra entró y me levanté de la silla; los alumnos comenzaron a llegar y me senté en mi lugar; la maldita clase dio por iniciada.
De vez en cuando volteaba hacia donde se encontraba Keysi y regresaba rápidamente la mirada a mi pupitre. ¿Por qué la estaba viendo? Fuera cual fuera la respuesta, no quería que se diera cuenta de que la estaba observando.
Las estúpidas clases terminaron. Erick y yo nos dirigimos al baño a cambiarnos; después fuimos al patio trasero y esperamos a que los demás llegaran para entrenar.
¡Macleane! —el entrenador comenzó a acercarse con su gran megáfono; lo bajó hasta llegar a nosotros. El partido se acerca. Tan solo dos semanas y si logramos ganar, en un mes estaremos en la final. Quiero que entrenen, que dejen todo en la cancha, que suden, que lloren… No, que lloren no, pero todo lo demás sí, ¿entendido?
Sí entrenador, dejaremos todo en la cancha —hablé por todo el equipo.
Eso espero. Por algo eres el capitán del equipo y no quiero que nos defraudes. Todos comenzaron a llegar y él volvió a subir el megáfono hasta su boca: ¡Comiencen! No se detengan por nada, ¡a entrenar! ¡denme treinta vueltas por toda la cancha!
Dicho esto, comenzamos a correr por toda la cancha; sentía un gran compromiso, yo era el capitán y tenía que ser el mejor, no podía ni debía defraudar al instituto. Luego de esas treinta vueltas, el entrenamiento comenzó.
¡Descansen! Algunos cayeron al suelo. ¡De pie! —ordenó; ¡están comprometidos con la escuela, no pueden fallar! —bajó el megáfono. Vayan al baño y tomen agua.
La mayoría corrió hacia el baño. Yo me senté en las gradas, acto seguido, también Erick lo hizo. Me quité el casco y lo dejé a un lado.
Cada vez los entrenamientos se vuelven más duros.
El entrenador tiene razón, estamos comprometidos, no podemos fallar y no importa qué tan duros sean los entrenamientos, tenemos que ganar —dije con seguridad.
Pero Ryan…
Pero nada.
Ryan… —Jill, el chico que se encargaba de llevar las toallas y botellas de agua para todo el equipo, corría hacia nosotros.
T-tu agua —cogí la botella, la abrí y bebí un sorbo. Estuvieron geniales.
¡Jill, ven acá! —gritó el entrenador.
Debo… debo irme —se giró y echó a correr como pudo.
Comencé a pensar.
Estábamos más que comprometidos con el equipo, no podíamos ni debíamos fallar. Aunque, por otro lado, no podía dejar de pensar en Keysi, ¿por qué pensaba en ella? Últimamente pensaba mucho en esa chica, se había apoderado de mi sueño, de mis días, de mis tardes, de mis noches; se había apoderado completamente de mí.
Había algo en Keysi que la hacía diferente a las demás, sin

duda, se estaba convirtiendo en alguien especial para mí, pero ¿por qué? Era solo una nerd, yo no podía enamorarme de una nerd. Ni siquiera podía sentir algo por una… o, mejor dicho, no sabía lo que estaba sintiendo por ella.
Demasiado engaño a mí mismo, sabía perfectamente lo que estaba sintiendo por Keysi, y no era una obsesión, no era un juego, ni siquiera era cariño… ella no sería una más de mis conquistas. Ella era diferente.
Ella es diferente.
¡Hey! Hermano ¿Estás bien? —me giré para observar al rubio de Erick.
No… —negué. Sí —asentí, y nuevamente negué. No… digo, sí. ¿Qué demonios dije?
¡Guao, gran explicación! —dijo, con evidente sarcasmo. ¿Qué es lo que te pasa?
No me pasa nada —dio otro sorbo a la botella con agua.
¿No será que… te estás enamorando? —dejé la botella a un lado. ¿Cómo se te ocurre? ¿Yo? ¿Ryan Macleane, el chico más popular, enamorado? No tendría nada de malo —dijo.
Siempre pensé que el hecho de que Erick me conociera perfectamente como yo a él, sería lo mejor. Pero, tal vez eso no era del todo cierto.
No puedo engañarme ni siquiera a mí mismo.
No estoy enamorado… —o no lo sé.
¿Entonces? ¿Qué te pasa? —Erick era mi amigo, mi mejor

amigo, mi hermano (mi primo, literalmente), y él tenía que saber lo que me pasaba, como yo era consciente de lo que tenía con Melanie.
Me gusta Keysi.

Disponible por Amazon en formato físico y digital.

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