#Capítulo 4

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Dejé la caja de rollos de canela en la mesa y me senté al lado de Shelby, quien solo miraba la hora para irse donde su amado Scott. 


  — ¿Por qué tan desesperada para ir donde Scott? —Pregunte empujándole el hombro.

 — No estoy desesperada, solo nerviosa, conoceré a sus padres, Ana.

  — Te amaran, tranquila. 


Shelby se hizo un ovillo en el sofá, fingía llorar y balbucear cosas que no se le entenderían ni con esos traductores de anuncios de toallas femeninas. Cuando de repente levanto su rostro, tenía una mueca parecida a la luna de WhatsApp, se levantó rápido y sin siquiera decirme adiós, se fue. 

Rara. 

Reí un poco, me paré del sillón para buscar mis rollos de canela, abrí la caja y ahí estaban todos esperando a ser comidos por mi. Los tomé todos y fui a mi habitación destinada a acostarme y ver Netflix toda la tarde. 


  — ¡Anabelle!   — Gritó una voz mas o menos desconocida para mi.— Vamos Bell preciosa, ¿qué no sabes quién soy? 


Bell, Bell... sonaba en mi cabezota, no me acordaba de su voz, pero si de ese apodo. Salí de mi cuarto al mismo tiempo que mi padre, quien me miraba enojado (mas bien celoso) al parecer el tampoco  sabia de quien se trataba. 

fui escaleras abajo por curiosidad, y como todo inmaduro que es mi padre el se me quizo adelantar empujándome y haciéndome cosquillas para dejarme atrás. A lo lejos vi a Shelby totalmente nerviosa. 


  — Shelby, ¿Quién es este idiota que llama preciosa a MI perfecta hija Anabelle? — Reí algo fuerte y mi padre me fulminó con la mirada y yo me callé en seguida. 

  — Lo lamento, señor Ray. Él es Travis, un antiguo amigo de su Anabelle.  — Me quedé atónita— Anna, explícale, hazte mujer. 

  — Yo... ¡Yo no se nada!  — dije nerviosa— Josh, iré donde Mary Ann. 

  — Tu no vas a ninguna parte, ya la viste hoy, explícame ahora mismo, Anabelle, ¡Ana! 


Salí corriendo lo más rápido que pude a casa de Mary Ann, quedaba extremadamente lejos y lo más coherente era tomar el auto bus, pero yo iré corriendo a la velocidad de la luz. 

Corría y corría, pensaba en el ¿Cómo no lo reconocí? ¡Era Travis! El chico encantador de cabello de princesa quien me dio mi primer beso a los dieciséis años. Nunca fuimos novios porque me daba miedo mi padre celópata, de seguro ahora pensará que ya podemos estar juntos. O quizás no. 

Mis piernas estaban agotadas. Pero no me disponía a parar hasta llegar donde mi Mary Ann. Pare para comprar una botella de agua, pero seguí corriendo. Justo cuando un brazo me toma por sorpresa, voltee y era mi padre. 


  — Ana, ya deja de correr, y vamos a casa. Quiero que me digas quien ese idiota ahora mismo, no quiero formar un espectáculo aquí en plena calle.  — Trague saliva. 

  — Josh...  — me miró serio—  PAPA, el es Travis York, el chico que me dio mi primer beso. 

  — ¡¿Qué?! ¡Ana! ¡Quedamos que era a los treinta, y no bromeaba!  

  — ¡Josh, basta! tengo veinticuatro años, no he podido tener una relación formal y duradera por tus putos celos de padre, te puedo afirmar que ni virgen soy...


Es cierto, ni siquiera soy virgen. El iba a decir algo pero se callo, apretó sus puños tatuados y se fue, mirando a las señoras que posaban su mirada coqueta en el. 


  — ¡Oigan groopies! Soy su hija y está casado. 

 — Anabelle... —Me llamo mi padre— Quédate con Mary Ann y toma un auto bus, aun te queda muchísimo por llegar. 


Me sentí mal, juro que jamas lo había visto tan triste como ahora. Pensé en ir con el, pero necesito Mary Ann, así que solo caminé un poco mas hasta llegar a un paradero, espere cuarenta y cinco minutos exactos hasta que el maldito auto bus llegó y me fui para donde mi psicóloga.



TULPA: Un amor imaginarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora