Capitulo 1

4 0 1
                                    

Sentada al borde su cama, Clarise observa al vacío con sus ojos perdidos, ella podía sentir que alguien se acercaba, escuchaba los pasos retumbar a la distancia lejos de la habitación, podía escuchar murmullos de dos personas que caminaban lentamente hacía ella. Un hombre, ella claramente podía ver a un hombre vistiendo un traje negro, llevaba un maletín y por su apariencia sabía que no era nada bueno, la señora a su lado era la doctora Feeling una rechoncha mujer que tenía miedo de entrar en la habitación de Clarise, solo porque siempre algo pasaba. Te preguntas ¿como Clarise puede ver a esas dos persona, caminar hacía ella, estando dentro de una habitación sin ventanas? pues las voces le mostraban lo que pasaba fuera. Cuando los pasos comenzaron a estar mas cerca de la habitación de Clarise, ella llevo sus ojos velozmente hacía la puerta y sin hacer ningún movimiento, esta se tranco con un pequeño «Clic» era claro qu cuando la doctora Feeling intento abrirla, no pudo y Clarise disfruto de ese pequeño momento.

Sus ojos siguieron perdidos en el vació cuando la puerta se abrió, tal parece tenía una llave algo que Clarise ya sabía. El hombre de traje pidió que los dejaran a solas y entonces la doctora salió del cuarto cerrando la puerta, observando la habitación con unos ojos verdes sin ningún significado para Clarise el hombre de traje se sentó en un silla blanca, el color que predominaba en ese lugar.

―Bueno Clarise...¿sabes quien soy? ―mirándolo sin ninguna expresión Clarise no hizo ningún movimiento, ella sabía perfectamente quien era ese hombre y es que él venía a matarla, dentro de ese maletín estaba lo que los doctores llaman remedio, pero Clarise le decía «inyección final»―. De acuerdo, veo que no quieres hablar...¿te importa si tomo tu diario?―preguntó el hombre haciendo un ademán para agarrar el diario de Clarise, un pequeño cuaderno en donde ella escribía todas las cosas provenientes de su ser mas profundo, la verdadera Clarise atrapada en su interior viva, pero encerrada. Mirando el diario y otra vez sin hacer ningún movimiento lo atrajo hacía si misma, haciendo que el diario cruzara media habitación volando por el aire―. Ya veo...mi nombre es Nathan...y soy tu salvación Clarise.

―Si con salvación se refiere a matarme...creo que tenemos opiniones muy distintas señor Nathan ―dijo por fin la chica saliendo de su ensimismamiento.

―Oh...¿y eso porque?

―Su maletín, un hombre vino hace una semana con el mismo maletín, mismo traje y mismas tontas palabras...es gracioso, porque el muy respetado Señor Allan, dijo que yo debería ser comida para cerdo y creo que...a los cerdos no les gusto mucho el sabor del señor Allan, ¿lo capta?

―Creo que es usted una chica con bastantes problemas, y si piensas que con esa amenaza harás que salga corriendo, no sucederá. 

―Oh claro que no sucederá ―susurro la chica mirándolo con una enfermiza sonrisa―. Usted no saldrá corriendo de este lugar, saldrá arrastrándose ―observándolo sin borrar su sonrisa el picaporte de la puerta se cerro al mismo tiempo que se quebraba, en definitiva ahora sería imposible abrirlo, Nathan miro hacía la puerta y luego regreso sus verdes ojos hacía Clarise.

―¿Siempre haces lo mismo?...asustas a las personas, juegas con sus mentes, los vuelves locos y los matas...pero yo no ellos Clarise, yo se que tu no estas actuando por cuenta propia, algo te impulsa a tomar esas tontas decisiones y averiguare que es ese algo.

―Oh señor Nathan...usted no averiguara nada, solo cavara su propia tumba...¿se cree el mejor doctor?...pues haber si puede curarse así mismo ―poniéndose de pie en un movimiento rápido Clarise enterró un pequeño cuchillo en el estómago de Nathan mientras este se arqueaba en dolor, retiro el cuchillo mientras el pobre hombre caía de rodillas presionando la herida, ella lo dejo caer mientras comenzaba a hablar limpiando la sangre en su túnica blanca―. Sabe, hay algo que me gustaría decirle antes de dejarlo ir...este no es un juego señor Nathan, aquí todo es real y si piensa que con creerse un gran doctor conseguirá sacarme algo, esta muy equivocado...ahora arrástrese hasta la salida, pero le aseguro que no llegara con vida ―la puerta se abrió mientras Clarise volví a sentarse en la cama con las manos unidas sobre su falda, Nathan se arrastro hasta la puerta gimiendo de dolor y cuando salió dejando un rastro de sangre la puerta se cerro y el picaporte que minutos antes se había arreglado mágicamente volvió a caer a suelo.   

Clarisa podía ver desde ahí sentada en la cama como Nathan se arrastraba cayendo por las escaleras, al llegar a la puerta de salida Clarisa vio como Nathan se puso de pie y entonces ella sonrió, algo que nadie podía ver, solo ella era un pequeño tren descontrolado andando hacía Nathan. El jamas llegó a la salida porque simplemente murió cayendo al suelo mientras en tren se lo llevaba al mismísimo infierno. 

Esa fue la noticia del día, de la semana inclusive del mes y algo que nadie sabía era que ese gran escandalo alimentaba el ego de Clarise, las ganas de venganza, pero principalmente ella quería encontrar a alguien...la persona que la había metido ahí, Reimon Jils la gran influencia de sus padres.

Ella buscaba venganza y nadie la detendría.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 11, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Ecos de demencias. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora