Sebastian x Ciel (Sebaciel) 1

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Fue una petición tan rápida, fría y elegante como cualquier otro argumento del mayordomo. Con un "Tenemos que hablar" o "Necesito decirte algo" de las personas normales se puede comparar.

No sería una cena, nada que tenga que ver con romance, mucho menos con susurros al oído o alguna cosa similar.

No será como la verdadera declaración, aquella sobre las ruinas de un recién destrozado templo. Cuando después de toda esa fascinación resentida se decidieron mostrar los sentimientos. Sin la petición a ruego del beso final ni la negación con una perfecta sonrisa que llama la atención que poco se llevaron las lágrimas.

Esperando que exista el recuerdo del "Quisiera quedarme a su lado" lo confesaría de nuevo.

Esperando que no sea una broma de los sueños que nunca tendrá, deseará que lo acepte de nuevo.

Pero ésta vez, la situación estaría invertida...

El niño, ahora demonio, se sentó frente a una mesa de cristal tan delgada que se agrietó cuando ella y la taza se encontraron, pero no se rompió. La taza no cayó a pesar de estar llena de té, un líquido que jamás sería saboreado.

Están en la antigua mansión de aquel rey rubio y su hermano. Porque ningún alma importa ya...

Si bien, no sería algo formal, el hacerlo en el lugar donde parece que todos los pecados se han ido, donde la muerte se siente bien al no pensar que el demonio lo tiene atado sólo por un contrato, no es lo ideal. No es algo público, pero tampoco privado. No debería ser tan necesario como lo está siendo ahora.

Pero algo que sabemos, es que sí lo es. Es necesario decirle que lo ama con toda el alma que ya no tiene, todo el cuerpo que ya no duele y todos los poderes que ya no quiere. Sólo tal vez, sigue siendo correspondido, el mayordomo lo sigue amando y el olvido es uno de esos sueños...

Se inclinó frente a él, con intención de dar media vuelta...

- Sebastian

Pero no lo hizo, volvió a mirarlo, esperando por costumbre una orden.

- Yo sigo amándote - declaró Ciel sin inmutarse, sin amor en la voz y el rostro, como siempre ha sido. Pero antes... antes lo sentía en el alma

Tomó la taza y levantó la vista hasta que los iris encerraron al mayordomo

Él quiso sonreír como siempre, la sonrisa se le apagó como nunca

- Joven amo - se acercó hasta terminar a un costado de la silla donde Ciel estaba sentado, con una mano acarició su mejilla mientras la otra se ocultada detrás de su dueño - ...creo haberle dicho que los demonios no aman...

- ¡Eso lo dijiste antes de ver a Undertaker! - interrumpió sin prestar atención a la realidad - Ya dejate de rodeos

Ahora si sonrió. Acercó su rostro al de Ciel, encontrando el color azul que oculta su marca. Mientras el ojiazul, sonrojándose con miedo y esperando un beso (el tercer beso), entrecerró los ojos.

- Entonces no debe sorprenderle - su delicada mano soltó la taza, la mesa la dejó morir, caer derramando todo el líquido en el aire - ... saber que ya no siento amor por usted

La taza cayó rompiéndose en 30 pedazos: 3 besos, 15 caricias, 9 súplicas y los últimos pasos que dio el mayordomo antes de cerrar la puerta.

Esto es lo que significa estar condenado... por toda la eternidad.

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