PRÓLOGO

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DAVID

Puede que sea el mayor idiota del mundo. Sí, lo soy. No entiendo porque tengo que aguantar esto cada vez que quiero salir con mis amigos. A ver, no soy mucho de salir pero... ¡Joder!, una vez al año no hace daño y eso ella lo debería entender. Virginia, es buena conmigo y sé que me quiere, aunque desde que entramos en la universidad,, está un poco agobiada con su carrera y casi todo lo paga conmigo. Queda poco para que empecemos el nuevo curso y aunque no le fue mal del todo en primero, tiene dos asignaturas pendientes para septiembre. Yo no hago nada más que apoyarla diciéndole que eso para ella no es nada y que las va a sacar adelante con muy buena nota, pero lo que no puede pretender es que yo que no suspendí nada, tenga que quedarme en mi casa recluido como ella.

- ¡Me da igual, David! Esos sitios no me gustan, ya sabes qué clase de tías andan por ahí y encima si vas con Diego al ladito...no me quiero ni imaginar que podría pasar - me dice Virginia con un asomo de desprecio en la cara.

- Joder, Virginia, ya te vale. No va a ocurrir absolutamente nada. Te lo he dicho mil veces.

Trato de convencerla, pero es tan cabezona que no sé qué más decirle. Me cabrea muchísimo que se ponga así. Llevamos cuatro años saliendo juntos y nunca le he dado motivos para que piense así de mí. Con respecto a que nombre a mi hermano, es cierto que le gustan mucho las tías...pero ¡coño! que seamos gemelos no implica que seamos iguales.

- Tía, mi hermano que haga lo que quiera. - me encojo de hombros - Es su vida, coño. Yo me quedaré toda la noche con Ángel, Víctor y Juan - "cede, cede, por favor".

- ¡Qué porque vaya mi hermano contigo no me quedo más tranquila!, ¡eh! - escupe.

- Ya lo sé Vir, cariño, pero es el cumpleaños de Víctor, no le puedo fallar. Si ocurriera algo ¿no crees que tu hermano te lo contaría?, además te repito que no va a ocurrir nada - ya casi está.

- Bueno, a veces tampoco me puedo fiar mucho de Ángel. Cuando bebe mucho pierde los papeles completamente - "¡Qué cabezona es! ¡Joder!"

- Venga ya, no te rayes más con eso, te prometo que me quedo de niñero de todos - medio sonrío, casi implorando.

Solo me queda ponerme de rodillas. No me hace especial ilusión salir de fiesta a tope. Disfruto más tomando unas cervezas y con buenas charlas entre amigos, pero si es el cumple de Víctor, él decide.

- Si ya claro... - pone los ojos en blanco - tú de niñero, esperemos que no te tengan que hacer de niñero a ti.

- Que no - digo arrastrando el "no" (porque me tienes hasta los cojones) - si apenas voy a beber, solo una copa o dos. Además, sabes que en las discotecas cargan poco los cubatas.

- Aun así, que sepas que no me voy a quedar tranquila, y sobre tu conciencia va a recaer que no me podré concentrar demasiado mientras estés por ahí, - otra vez esa cara de desprecio - con el golfo de tu hermano.

- No sé qué te pasa últimamente con mi hermano pero él siempre va a su bola, ya lo sabes. Venga, alegra esa cara, tonta. - le doy un leve codazo y sonrío - Además, el sábado podrías salir con Ester a algún lado para despejarte - a ver qué le parece esto.

- Vale, pero aun así te llamaré para saber qué haces y que tal vas. No te vayas a recoger muy tarde y ten cuidadito - ¡Bingo!, siempre cede. Aunque lo dice con cara de no estar del todo convencida.

- Claro, Vir. Puedes estar tranquila. La última vez que salimos, allá por el año 345 A.C. no pasó nada en especial - excepto que a Juan, casi le da un coma etílico. Y que mi hermano se llevó un gancho de derecha por culpa de su mal elección de chica. Pero eso son cosas que ella no tiene por qué saber. Más aún si no quiero discutir y alargar más esto, y si quiero que deje de meterse más con mi hermano.

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