17.

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Acabamos justamente

donde empezó todo.

Mis pies colgaban de la barandilla

y sus manos se concentraban en hacer

música.

Nos dedicamos a observar con miedo

a que nuestras últimas palabras

fuesen de despedida.

La ciudad está apagada

pero aún veo chispas en sus ojos.

-¿A quién le dedicaré canciones cuando te vayas?

Preguntó con miedo.

-Puedes seguir dedicándomelas a mi, cariño. Nunca me iré del todo.

Corazón de plástico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora