Comenzo la pesadilla

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Era un día de febrero, aún se podía disfrutar de unos cuantos rayos de sol, pero el viento de otoño no se quedaba atrás, opacando las hojas de los árboles y haciéndolas caer. Yo miraba como caían mientras que las niñas jugaban, las tenía que cuidara, pero se portaban tan bien que las encargadas eran más que nada para jugar con ellas y vigilar que nadie se cayera y se hiciera daño.

-Abigail, te buscan unos hombres en la recepción-grito Ágata desde la puerta que da al patio

Me paré y me dirigí a la recepción. Encontré a los hombres que mencionó Ágata, eran uniformados, algunos con traje y otros vestidos de militar, es raro que vengan uniformados aquí, no suelen venir muchos, a menos que quieran adoptar y que crean que con el uniforme le daremos a la niña más rápido, creen que sólo por el uniforme. Me acerqué extrañada, porque me di cuenta que eran docenas de ellos ¡Y afuera habían mas!

-Abigail Maldonado, tenemos órdenes de escoltarla hasta la moneda, asique acompañarnos hasta el auto por favor

-¿Que? ¿Porque?

-Solo acompañemos- dijo uno de los hombre con traje

-No, no iré a ningún lado si que me expliquen qué sucede aquí- exigí sería
Uno de los hombres, que parecía ser el jefe, avanzó hasta que quedó en frente mío

-Usted a sido comprada por el gobierno de Chile al Orfanato Santa Lucía,- ¿Que? ¿Comprada? No me lo podía creer- asique usted es de nuestra propiedad, no hagas más alboroto y acompañenos, dudó que quieras que tomemos medidas violentas contigo- vi como entraban 3 hombres armados

No lo podía creer... esto es muy repentino, pero no me dejaré, no le pertenezco a nadie.
Tome aire y salí corriendo por las escaleras, esquivando a los guardias, en dirección a mi pieza. Entre en ella, cerrando la puerta con llave y tratándola con un baúl, abrí mi closet busque entre medio de las chaquetas mi caja fuerte, donde guardaba todas mis armas blancas, aquí no hay tanto vandalismo, pero una vez violaron a una de las niña y no pude defenderla, asique desde entonces ando armada siempre, tengo mi cuchillo alemán siempre tengo oculta en la suela de mis zapato izquierdo, sólo se le ve la punta del mango, que es del mismo color que la zuela(blanca) asique pasa desapercibido. Abrí rápidamente la caja fuerte y saque mi catana con su funda y me la colgué en la espalda.

Corrí hacia la ventana, justo escuche como los soldados intentaban tirar la puerta, sonreí y salte al techo del orfanato, yo fui desde pequeña a clases de karate y Jui-jitsu, asique estoy capacitada para defenderme de estos hombres, nadie me llevará a algún lado.

Caí y me puse a correr, los guardias se percataron de mi presencia y empezaron a disparar, una bala pasó en gente mío y me di cuenta que eran dardos tranquilizantes, si me daban, término el juego.

Seguí corriendo hasta llegar al borde del tejado, de ahí salte a la casa vecina y seguí corriendo sobre el, así seguí por 3 casas más, los dueños salían extrañados por el escándalo, pero nada me importaba ahora, los militares seguían disparando, pero evitaba los dardos... hasta que me quede sin casas en donde saltar, ahí me quedé parada pensando a donde ir, en eso un dardo me llega en la pierna derecha, lo saco inmediatamente, pero ya era demasiado tarde, el cesante ya estaba en mis venas y caí desmayada semi consiente, los hombres que me perseguían evitaron que cayera y me esposaron. De ahí no recuerdo nada más...

Eso fue lo que me pasó antes de despertar en auto lleno de hombres armados, este se dirigía a la moneda

Multimedia: Abigail 16 años

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