-Eres mi mayordomo
-Soy su mayordomo, para siempre.
- A partir de ahora, solo tendrás una respuesta, lo entiendes ¿Verdad?
-Yes, my lord...
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Pov Ciel
Desde aquel día, en que mi vida fue condenada por la eternidad, ha dado un giro inesperado, a pesar de que Sebastian estuvo molesto conmigo por bastante tiempo, se fue acostumbrando a esto, se dio cuenta que no tenia mas opción que permanecer a mi lado por siglos.
Me siento apenado de que no haya podido devorar mi alma, tanto lucho por ello para que al final me convirtiera en demonio, pero...en estos años, he llegado a la conclusión de algo que no imagine, de algo que había olvidado como se sentía, de nuevo este sentir en mi frío corazón...
-Buenos días, joven amo- Saluda Sebastian como todas las mañanas, aun siendo un demonio, amo dormir, y afortunadamente es un lujo del que puedo disfrutar.
-Buenos días, Sebastian- Correspondo con una sonrisa, cuando era humano me negaba a ello, pero, teniendo a Sebastian a mi lado, ya no puedo ocultarlo mas.
-¿Que desea hacer hoy?-Pregunta mientras delicadamente cambia mis prendas de vestir y me regala una de sus características y hermosas sonrisas.
-No lo se, es bastante aburrido este lugar, ¿Que te parece si damos un paseo por el infierno?- con ojos brillando de emoción.
-Si así gusta joven amo, sus deseos son ordenes para mi- respondió con una mano en su pecho y una leve reverencia.
-Tsk, deja tanto formalismo Sebastian, ya no soy solo tu amo, ahora somos...amigos- un leve sonrojo se apodero de mis mejillas al pronunciar aquello, pero es verdad, aunque no del todo, no puedo ver a Sebastian solo como un amigo.
-Lo siento Ciel- radiante sonrisa
Decidimos seguir viviendo en Londres y continuar con nuestras vidas, aparentemente normal. Aun conservo el titulo de conde, mi fabrica y riquezas, pero, de vez en cuando Sebastian me lleva al infierno, no es la gran cosa, pero me entretiene. Sigo siendo el perro guardián de la reina, solo que ahora el trabajo es mas sencillo entre dos demonios.
Narradora omnisciente
Después de una platica amena, ambos demonios salieron de la mansión para dirigirse al bosque rápidamente, mientras corrían a una velocidad sorprendente.
-Siempre tan lento Sebastian- Grito a lo lejos Ciel con una gran sonrisa mientras brincaba sobre los arboles.
-Es solo para darle ventaja, joven amo- dijo el mayordomo mientras alcanzaba al conde en cuestión de segundos, creando un viento que movió los arboles. Así, entre risas los demonios llegaron al lugar destinado, caminando ahora, a paso normal.
-Que te parece si vamos al bar de la otra noche Sebastian- sugirió el chico de hermosa mirada azul zafiro.
-Me parece una excelente idea- acertó a decir el demonio mayor mientras se dirigían al lugar susodicho.
Al entrar, buscaron una mesa un poco alejada del ajetreo demoníaco, para poder conversar de cosas triviales.
-Disculpe el atrevimiento joven amor, pero hoy se ve mas hermoso de lo normal- halago el mayordomo al joven que se sonrojo por completo, pero agradecía que la obscuridad del lugar no lo delatara.
-Que cosas dices...idiota- desvió la mirada, en ocasiones lo insultaba, aunque ya no con molestia, sino por el simple hecho de disimular la constante vergüenza y sonrojos que ese apuesto azabache le provocaba.
Después de unos minutos decidieron disfrutar verdaderamente esa noche, bebían, bailaban, conversaban, haciendo pequeñas guerras sarcásticas, sintiéndose felices por la compañía del otro, hasta que alguien inesperado arruino su noche.
-Oh..Sebastian- dijo un rubio con ojos de un hermoso color azul celeste, un poco mas alto que Ciel, con una hermosa sonrisa, se lanzo al mayor dándole un fuerte abrazo.
-Alois- contesto el demonio sorprendido por ese inesperado gesto, intentando zafarse de este.
-Que lindo encontrarte aquí guapo- respondió el rubio insinuante, coqueteando con el peli negro de hermosa mirada carmesí. El conde carraspeo un poco molesto, ya que ese chico ignoraba su presencia, ademas de que le molestaban esas muestras de afecto y coqueteos que le regalaba a su perfecto mayordomo.
-Oh Ciel, lo siento no me di cuenta que estabas aqui- saludo el chico con una sonrisa de burla en sus labios, ya que siempre hacia lo mismo cuando se encontraba a amo y mayordomo.
-Descuida, no hay problema- con evidente molestia y falsa sonrisa.
-Que te parece si bailamos un poco Sebas- sugirió Alois halando al demonio hacia la pista de baile, este no tuvo mas opción que aceptar, mientras el joven conde desviaba la mirada con malhumor.
Veía a ambos bailando alegremente en la pista, no podía evitar fruncir el ceño y apretar los puños de frustración al no darse el valor de Separar al rubio de su hermoso mayordomo.
En un momento la música cambio a una tranquila, casi romántica, en donde estos se abrazaban un poco y observaba como Alois acercaba poco a poco sus labios a los de Sebastian sin que este lo impidiera. Perplejo ante esta situación no acertaba que hacer, ¿Intervenir?, ¿huir y dejar que disfrutaran de "su" velada? o ¿Pedirle a Sebastian que se fueran inmediatamente?. Ciel se sentía impotente al no tomar una decisión rápido mientras observaba como esos labios se acercaban cada vez mas.
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Hola! Espero que esta nueva historia sea de su agrado, prometo hacer de ella una muy interesante, romántica y triste, gracias por darse el tiempo de leer mi primera obra n.n/
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Sentimientos a flor de piel
RandomEl conde Ciel Phantomhive tras convertirse en un demonio, experimenta un extraño sentir que aunque no puede negarlo trata de ocultarlo, por no arruinar la amistad que ha formado con su apuesto demonio-mayordomo Sebastian Michaelis. Tras una serie de...