ENTREGA

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Los minutos pasaban, Alois y Claude seguían en ese beso que los llenaba de tantos sentimientos, confusión, amor, felicidad. El rubio no quería separarse de su mayordomo, era el acercamiento mas intimo que hasta ahora tenia con el, y al parecer, olvido que no estaban solos, entonces, escucho que alguien carraspeaba bastante incomodo, y solo pudo sonreír ante ese gesto del conde que comenzaba a ponerse de malhumor, con mucho esfuerzo detuvo ese osculo, mirando fijamente al contrario con una bella sonrisa, Claude solo retomo su postura anterior como si nada hubiese pasado, el chico se entristeció un poco pero no podía presionarlo con a penas dar un paso.

-Podrían evitar hacer eso delante de mi-hablo el peli azul sonrojado con la mirada desviada, el rubio solo dio una carcajada por la verguenza de su amigo.

-Lo siento, no pude controlar mis impulsos, ademas, tu me aconsejaste hacerlo-menciono provocando que el conde estallara en verguenza, sus mejillas se tornaron mas sonrojadas, y a su lado, Sebastian miraba sorprendido a su amo(r) por haberle aconsejado aquello a Alois, conociendolo, no lo creía capaz de algo así, pero le alegraba saber la razón por la que lo hacia.

-¡¡¡NUNCA TE ACONSEJE TAL COSA!!!-grito molesto Ciel mientras el rubio no paraba de reir.

Después de lo acontecido decidieron conversar en el jardín en compañía de sus demonios, la platica era amena, pero no desagradable, los condes se veían animados mientras sus mayordomos los observaban. Claude estaba perdido en sus pensamientos, lo cual Sebastian noto y decidió entablar conversación.

-Valla atrevimiento de tu amo, araña, parece que ellos siempre dan el primer paso-decía recordando la declaración de su pequeño, esbozando una sonrisa mientras el otro salia de su trance, mirándolo molesto por su comentario, ya que no tenia definido lo que ese beso le provoco, ademas, aun seguia teniendo una atracción por el peliazul, aunque ahora dudaba un poco. Todo quedo en ese comentario de Sebastian, el resto de su estancia no cruzaron mas palabras.

El sol comenzaba a perderse en el horizonte, se sentía una ligera brisa que anunciaba la llegada del anochecer, así que el rubio conde decidió marcharse para descansar y aclarar las cosas con su mayordomo, tenían mucho de que hablar y sin duda esperaba aquello con ansias. Después de unos minutos de despedida el joven Phantomhive y su fiel mayordomo, y ahora pareja, entraban a la mansión.

Aprovechando que nadie los observaba, Sebastian se agacho para abrazar al oji azul por la espalda, provocando un lindo sonrojo en este.

-Que haces Sebastian, alguien podría vernos- decia Ciel mientras hacia pequeños esfuerzos por zafarse de esos brazos que lo aprisionaban cálidamente.

-Parece que mi pequeño es muy tímido-molestaba el azabache al conde, amaba su ceño fruncido y el color carmesí en sus mejillas que aumentaba por el coraje-ire a prepararle un te joven amo-comento el azabache que se disponía a ir hacia la cocina.

-Te acompaño-dijo el menor alcanzando a su mayordomo, que solo sonrió ante aquello.

-¿De que desea su te joven amo?-pregunta el azabache.

-Prefiero leche caliente con miel-respondió Ciel abrazando a su demonio por la cintura

-Si asi lo desea mi amo-Sebastian se volteo sin deshacer ese abrazo para mirar tiernamente a su amado.

-Deja los formalismos Sebastian, ahora soy mucho mas que tu amo y amigo-comento poniéndose de puntitas para juntar su labios con los del mayordomo en un tierno beso que duro segundos, pues alguien podría verlos.

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Los días pasaban, la relación de los amantes se forjaba aun mas, el amor entre ellos era cada vez mas intenso, porque es bien sabido que los demonios si aman, pero a diferencia de los humanos, solo lo hacen una vez y de la forma mas intensa y sincera. Ciel comenzaba a mostrarse mas cariñoso y expresaba mejor lo que sentia, cosa que hacia que Sebastian se enamorara aun mas (si era posible) de ese pequeño conde orgulloso, que a pesar de su mal carácter logro conquistar su marchito corazón.

Sentimientos a flor de pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora