Capítulo 13: Momentos

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Capítulo 13


—Ten cuidado Eloise, las personas en las que confías serán las primeras en destrozarte, debes ser perfecta e inteligente, utiliza a los demás no dejes que los demás te utilicen.

Cordelia Rivers, a su sobrina Eloise cuando ella tenía 10 años y casi pierde el papel principal de la obra por ayudar a una compañera.

Cuando pude calmar un poco mis emociones, lo logre hacer en silencio. Por alguna extraña razón mientras llore Kayred no me dijo ninguna palabra, sólo sostuvo mi cabeza junto a su hombro y me dejo sollozar.

De alguna manera agradecí el silencio.

—¿Mejor? —me pregunto luego de algunos minutos y yo moví mi cabeza en asentimiento— Bien, por un momento pensé que nuestra cita había acabado, que alivio.

Sonreí apaciguada y entonces él sonó sorprendido.

— ¿cómo es posible? —parpadeo.

— ¿qué cosa? —dije secándome las lágrimas y mirándolo sin entender.

—Eres hermosa hasta después de llorar —dijo sonriendo y saco una lágrima de mi mejilla con su pulgar, lo observe con sorpresa y luego solté una risa suave.

—Eres un idiota.

—Un idiota muy afortunado —me guiño, por alguna razón sus palabras siempre lograban calentar mi corazón.

Terminamos de comer las cosas que él había preparado con su madre e incluso me hizo reír con bromas tontas, en ningún momento me pregunto por qué llore.

Extraño...

—Hey... —llamo mi atención con una sonrisa en su cara— ¿sabes lo que me gustaría hacer en este momento, Panqueque?

— ¿qué cosa? —ladee mi cabeza al verlo sonreír de manera traviesa y lo vi tomar un puñado de... ¿hojas de castaño? — ¿qué pretendes hacer?

Entrecerré mis ojos y entonces lanzo las hojas hacia mi cabeza.

Lo mire pasmada.

— ¿Acabas de embarrarme con hojas? —parpadee y tome un hoja que quedó colgando en mi frente.

—Suenas cómo si no pudieras creerlo —río divertido y me lanzo más— vamos, libérate Panqueque. Tengamos una guerra de otoño.

Lo mire.

Con que una guerra de otoño.

Sonaba divertido.

No es algo que una chica perfecta haría...

Me callé a mí misma y sin darle tiempo ni a mi mente ni a Kayred tome algunas hojas y castañas que estaban a mi lado y se las lance.

El soltó una risa y entonces comenzamos nuestra guerra.

Quien hubiera pensado que las hojas de otoño pudieran ser divertidas.

—No me ganaras —dijo haciendo una enorme montaña de hojas, mientras yo intentaba juntar las mías— las mujeres no están hechas para las guerras.

—Estas equivocado —le dije riendo y comencé a lanzarle mis hojas sin tregua, bloqueando sus ataques con la ayuda del tronco de un árbol.

Me escondí e intente recolectar más hojas, luego de un momento donde alcance a hacer una pequeña montaña me di cuenta de que todo a mí alrededor estaba en silencio.

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