Capítulo 2

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Era casi la hora de comer y Keon seguía en casa de la prima nº1 (aún seguía sin recordar cuál era su nombre). A pesar de sus continuos esfuerzos por postergar el enfrentamiento, era hora de volver a la granja y padecer la decepción de su hermano menor. Se preguntó cuándo fue que se intercambiaron los papales, cuando pasó a ser su hermano pequeño el que imponía orden en la familia y cuando él se convirtió en el personaje que es hoy día. Poco importaba ya, con un poco de suerte, quizás su hermano no se había enterado de la "buena nueva". Decidió que se haría el loco y hacer como si nada y bueno, si cuela, cuela y si no, pues nada. Madurez ante todo.

- Guapa –dijo Keon captando la atención de la prima nº1- tengo que irme, tus padres estarán al llegar y no quiero que nos pillen y me alejen de ti y de esa hermosa sonrisa. – dijo sonriéndole y dándole besitos por la cara.

- ¡Oh, pero qué mono eres! – valga la redundancia, Keon ya lo sabía.

Keon encogió los hombros y le sonrió tímidamente mientras se levantaba de la cama y recogía sus pertenencias. Le paso la ropa a la prima nº1 y empezó a vestirse con la propia rápidamente, ya estaba empezando a impacientarse. Además, fuera de la cama hacía frío.

- Amor, ¿te veré pronto? – le preguntó una vez vestida la prima nº1, mientras le abrazaba y le acariciaba la cara con el dorso de su mano.

- La verdad es que no tengo ni idea, últimamente estoy liadísimo – sí, con otras faldas- y no sé si podremos vernos pronto. Lo mejor es que no vengas a buscarme, ni preguntes por mí, te prometo que vendré a buscarte cuando esté libre.- "muy sutil", pensó para sí mismo.

- Ah, bueno, si estás tan ocupado, mejor no te molesto más.- dicho esto, la prima nº1 le dio un último beso y le acompañó a la puerta.

- Por cierto, lo mejor es que no le cuentes a nadie lo nuestro, disfrutemos de esto en secreto, ya tendremos tiempo de decirle al mundo que nos amamos y así nos evitamos futuros dramas, como por ejemplo el que tú ya sabes.- dijo Keon refiriéndose a su desliz con la prima nº2. "Doblemente sutil" pensó de nuevo, aunque la prima nº1 puso cara de duda.- Vamos, cariño, sabes que hago esto por nosotros, de veras creo que es lo mejor.

- Está bien, pero no tardaremos mucho en decirlo, ¿verdad?- preguntó esta dubitativamente.

- No, lo prometo.- dijo Keon tranquilizadoramente mientras le dejaba un beso en la frente y se dispuso a salir de casa.

"Allá vamos" pensó mientras salía del pueblo en dirección a la granja. Por su camino fue encontrándose con algunos amigos e incluso con la prima nº2, aunque después de la mañana que había pasado, lo mejor era postergar su más que segura reconciliación con ella. El estado del pueblo era lamentable, se notaba la escasez de víveres propiciada por la guerra y el frío, se veían niños como alambres corriendo mientras jugaban, sin perder la sonrisa, ni la esperanza de llevarse algo a la boca ese día. Ellos tenían suerte, tenían la granja, pero cada vez daba menos frutos, hacía demasiado frío para ello y entendía la preocupación de su hermano, aunque le costara reconocerlo.

Ya vislumbraba la granja y no quería verla, quería ser ciego, no quería aguantar a Rynon ni a sus regañinas de viejo amargado. De verdad que no le apetecía en absoluto. Así, negándose a sí mismo lo inevitable, cruzó el umbral de la casa decidido a seguir con su plan y hacer como si nada hubiera pasado.

- ¡Buenas tardes a todos! – dijo dándole un beso en la cabeza su abuela y dándole un apretón en el hombro a su abuelo. Rynon no estaba en el comedor- Clarí, ¿dónde está mi hermano?- le preguntó a su abuela.

Por la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora