33. Cole

19 3 3
                                    

Los agentes dispararon, corrí para cubrirme, pronto acabarían conmigo.

De repente, Cole llegó de entre las sombras con dos revólver en sus manos. Sigiloso, se ocultó tras un árbol, los agentes se dirigían a mí y él aprovechó para disparar, dado el suceso tres agentes cayeron al suelo despavoridos, yo volví a utilizar la daga para clavársela al último, el disparó sin precisión rasgándome el hombro, me aproximé a realizar mi cometido no obstante solo pasaron segundos cuando Cole volvió a disparar y el cuarto agente se derrumbó entre las penumbras.

No creía lo sucedido, Cole había salvado mi vida. El infame de Cole.

—Gracias— le mencioné sincero jadeando por el cansancio.

Cole asintió solemne, inspeccionamos la zona para ver si algún otro agente se hallaba al acecho, fue de nuestra fortuna no encontrar a uno solo, aunque seguimos sin bajar la guardia, cogí el arma de un hombre para utilizarlo a nuestro favor, después continuamos. Fue de mi alegría saber que la herida en mi hombro no había pasado a mayores, Cole la inspeccionó me aseguro que no requería necesariamente de atención que se curaría conforme pasara el tiempo.

La noche apareció sin previo aviso, el cielo era despejado e inerte, el esplendor de la luna alumbraba nuestros pasos. Aquello nos ayudó a buscar a los chicos entre el finito bosque, vagamos varios minutos sin respuesta alguna a los llamados de Cole.

Un llanto se escuchó a lo lejos dejándonos pasmados, visualicé a alguien sin poder identificarlo, creyendo que aquella persona era un enemigo cargue el revólver apuntando directo a donde había visto al sujeto, Cole hizo lo mismo al sentido contrario.

— ¡Ben! ¡Benjamín Hyde! — cambié de postura el objeto entre mis palmas y me acerqué, un chico corría a toda velocidad a nuestra dirección desesperado. Era Nathan.

— ¡Hyde! ¡Por fin te encuentro! —jadeaba ansioso.

— ¿Y los demás? ¿Los has visto?

—Tenemos un problema— contestó decaído mientras recargaba sus brazos a sus muslos para recuperar el aliento.

Ambos lo seguimos, apresurados, llegamos con Gina y Vinnie, quienes lloraban desconsoladas, a sus pies un joven yacía en el suelo, inmóvil.

—Es Tyler. Está muerto— nos informó Nathan con pesar. Se arrodilló a su lado para convencerse a sí mismo lo que decía.

No era cierto, no podía ser cierto, había perdido a uno de mis chicos. Cole tenía razón no sabía ser un guía, en ningún momento Berzerk tuvo que tomar la decisión de ponerme al frente de un grupo, ahora Tyler ya no existía, no en este mundo.

Aquello me derrumbo por completo, sin embargo traté de fingir para que los otros chicos se mantuvieran fuertes. Las chicas esperaban alguna orden, pensé en las acciones más apropiadas para la situación.

—No podemos dejarlo aquí, tenemos que darle una digna despedida. Saben a lo que me refiero.

Cole, Nathan y yo comenzamos a perforar la tierra para hacer un agujero, con nuestras manos y ayuda de algunas ramas maduras, pasamos una gran parte de tiempo tratando de que quedara hondo y largo. Por fin, al quedar el hoyo lo necesariamente hondo cogimos a Tyler y con cuidado lo colocamos, después volvimos a reacomodar la tierra. Para el amanecer nosotros terminamos exhaustos, sucios y nostálgicos, Vinnie y Gina dejaron un jazmín en la tumba, luego guardamos silencio por un momento.

Yo no creía ni en el cielo, ni en el infierno, sin embargo estaba convencido de que nuestras almas iban a parar a un sitio y fuese cual fuese ese lugar no me cabía la menor duda de que era mil veces mejor que este.

BerzerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora