Capítulo 4 La enorme pared, que me golpea.

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Me pasé la mitad de la noche jugando con el teléfono, en serio es medio adictivo. Es como tener el mundo en la palma de la mano. Me visto sencillo, jeans y una remera suelta, si vamos a reconocer un estadio de fútbol, no hay porqué ir demasiado formal. Busqué todo lo referente al Barcelona FC, y aunque nunca fui aficionada al fútbol, bueno nunca vi, un solo juego. Como dije, 300 niños, hogar pobre, no es igual a televisión, pero ahora creo que tendré que aprender, para no desencajar.

Susi me espera en un auto rojo pequeño, que parece nuevo, de lo reluciente que es.

-De nuevo gracias por hacer esto por mí, sos muy amable.

-Para eso estamos las amigas, ahora, hay que ponernos en marcha.

Condujo en un cómodo silencio. Susi pone canciones en la radio y va tarareando cada una de ellas. Yo admiro el paisaje local, aprendiendo más de esta nueva ciudad. Al llegar al enorme estadio, bajamos del auto.

Miles de pequeños alfileres fríos recorren mi cuerpo, una punzada de anticipación aprieta mi pecho, es él, no hay duda, es él. El hombre que casi me mata, no hay ni siquiera que comprobarlo, su rostro no dejó mi cabeza en estos días. ¿Pero a qué se debe que la cara del tipo esté en una gigantografía, a la puerta del estadio?

-Susi, ¿quién es el tipo de la foto?- trato de disimular el temblor en mi voz.

-Él es Samuel Brinn, el mejor jugador de la historia de todos los jugadores. - ¿Son lágrimas lo que veo en sus ojos? Guau, sí que lo admira.

- Además es el más lindo, con toda esa actitud de me importa una mierda la vida. Si, es un sueño, definitivamente es el hombre de mis sueños y de toda la población femenina del país y no las culpo. Suelta un suspiro enorme.

No le cuento mi pequeño percance con el señor importante. Además es una cosa sin ningún valor, ya ni lo recuerdo.

Alcanzo a ver al profesor Hugo con Carlos frente a las puertas, esperándonos.

Los saludamos y entramos a las instalaciones. Es verdaderamente muy impresionante, llena de cosas conmemorativas, llenas de historias, observo todo detenidamente.

-Bueno chicos, el club me dio vía libre para diseñar toda el área central de los palcos en donde están los que son de mayor importancia y luego parte de las graderías A y C, tendremos bastante trabajo durante estos meses. Pueden ir a familiarizarse con las instalaciones, los encargados ya están enterados y no les causarán problemas.

Comenzamos a caminar y recorrer el campo, se ve realmente magnífico, espectacularmente cuidado. ¿Dónde practicará el equipo, seguro es acá no? Y para qué me pregunto eso, no es que quiera ver a nadie, en realidad.

-¿Lía, no te parece genial este lugar? Es todo tan grande y espacioso, además tenemos la posibilidad de encontramos a uno que otro bombón del equipo principal, es el trabajo de mis sueños. - Comenta Susi muy divertida. Yo solo me limito a asentir. Estoy nerviosa y no entiendo por qué, tal vez es el miedo de encontrarme con alguien indeseado, pero me quito eso de la cabeza, esto es una gran oportunidad y tengo que aprovecharla.

Continuamos el recorrido por los diferentes pasillos que parecen un laberinto cada uno con diferente temática y estilo.

-¿Y en qué pensas que vamos a asesorar o asistir al profe?- Me pregunta Susi.

- Yo creo que nos pedirá ideas de diseño y elegirá algo que le guste o le traeremos el café. No sé, tal vez ninguna de las dos, no te preocupes por eso ahora.

Susi asiente y seguimos merodeando, Carlos y el profesor fueron por el otro sector y así continuamos nuestro recorrido.

Mi amiga está distraída mirando los cuadros en las paredes, estamos en el área de vestuario. Casi ya recorrimos toda el área norte del estadio, y quiero regresar ya. Tardamos demasiado tiempo y tenemos que volver. Giro sobre mis pies. En mi bolsillo el teléfono me vibra, ¿quién será? Sólo Susi tiene mi número. Lo saco y apenas prendo la pantalla, choco con algo sólido, una pared que me impide el paso y me lanza al suelo. Caigo hacia atrás como una bolsa de papas.

Vaya mi torpeza. Cuando levanto los ojos, es a un fantasma al que veo.

-¿Que estás haciendo acá?- Sí, esa es su primera oración, apenas me mira. No puedo hablar, literalmente el aire escapó de mis pulmones y me impide formar oraciones, pero me las arreglo para contestar.

-¡No lo puedo creer! En serio señor, otra vez me pasa encima. ¿No le bastó con lo del otro día, que ahora lo vuelve a hacer?- Me mira con el ceño fruncido y con lo que vislumbro, puede ser rabia.

-No entiendo que hace aquí. Si viene en busca de una compensación por lo de la otra vez, se lo daré. No es necesario que haya venido hasta acá a buscarme.

Este hombre en serio me hace enojar, ¿para qué querría yo buscarlo? Es tan arrogante, que piensa que yo vine acá por el.

-Yo ni sabía que usted estaba por aquí. Vine por una cuestión de trabajo nada más, pero ya me iba. Así que si me disculpa... - Comienzo a alejarme, estoy temblando y no es por el frío, es por él. Despierta demasiadas sensaciones en mí, y me marea.

-Samuel...- Me dice de repente. Lo miro confundida. - Me llamo Samuel, no señor. Tampoco tengo ochenta años.- No los tiene, pero con el carácter tan podrido, bien los tendría.

-Muy bien Samuel, no sé por qué se las tomó conmigo, pero yo no tengo nada contra usted, así que me retiro. - Soné segura, bien por mí. Se pasa las manos por el pelo y me sigue mirando, tomo eso como mi vía de escape.

Cuando giro, me vuelve a agarrar por el codo. Mi piel arde ante su toque, esto es muy raro.

-Mira discúlpame, yo no quise ser brusco. Sólo que no te entiendo, y me sorprendió verte. Lo siento de nuevo. - Mi corazón dejó de latir al escuchar eso, me tengo que ir de acá.

-Muy bien, todo aclarado, me retiro. - Parece que me quiere decir algo, pero no lo dejo. Me pongo de nuevo a caminar en dirección contraria. No me gusta, no me gusta, es sólo que me intimida, sólo me aturde. Todo esto es demasiado nuevo para mí, no me entiendo, me siento torpe e insegura. Tal vez es la impresión o quien sabrá lo que sea, tampoco tengo muchas ganas de descifrarlo.

Susi me mira con los ojos abiertos, claramente observando al hombre detrás de mí. Cuando llego a ella, ruego para que no pregunte nada, quiero irme ya. La agarro de las manos y prácticamente la arrastro.

-Pero ese no era... - Me dice.

-Luego te cuento, ahora vamos. Buscamos a Carlos entre los pasillos. Cuando al fin damos con ellos, Susi me dice:

-Me tienes que contar, mejor dicho, ¡te exijo que me cuentes! - Dice despacito.

Carlos y el profesor están inmersos en una charla sobre el lugar, pero todo lo escucho superficialmente. Mi cabeza sigue en los vestidores, se quedó en esa conversación, se quedó con él.

-¿Y usted que opina señorita López? - Me pregunta el profesor. Para ser sincera, no escuche ni una sola palabra de la que pronunció en este tiempo.

-Estoy de acuerdo. - No sé qué acepte, pero fue la mejor opción que tuve. A mi lado Susi sonríe, ella no es ninguna tonta y se dio cuenta de que nada en mí está en paz.


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Y de repente tu!! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora