Capítulo 2 Construyendo nuevas raíces

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Me apresuro a entrar al salón de clases, el aula está medio llena, así que nadie se fija en mi entrada. Busco un lugar en el cual ubicarme y observo un escritorio vacío al lado de una chica con el pelo rosa, es bastante extravagante y me genera gusto, así que camino hacia ahí.

-¿Este lugar está ocupado?- Señalo el asiento al lado, la chica me sonríe y niega. Me siento de un solo golpe.

-Yo soy Susana, pero todo el mundo me llama Susi. La manía de la gente de implementar diminutivos a todas las personas, ¿no te molesta eso? De repente soy Susi, luego Su y al pasar el tiempo soy Uh y la gente va por la vida llamándote Uh. Toma una respiración y me mira, dijo toda esa oración en un récord de tiempo. Hago lo único que me nace y comienzo a reír. En serio nadie me había divertido tanto con tan sólo unas palabras.

-Perdóname, es que hablo mucho. Mis padres siempre me reprenden por eso, dicen que soy como una canilla de agua que se descompuso, una vez que empiezo no hay quien me pare.

-No te preocupes, a mí no me molesta. Yo soy Lía, mi nombre es tan corto, que no necesita diminutivo.

-Te cuento algo, dicen que el profesor que viene es mega exigente, de esos que te desmotivan hasta que dejas la carrera, pero si le tomas la mano a su clase, te abre, muchísimas puertas.- Susi levanta las cejas sugestivamente. Sonrió, ella me cayó bien de inmediato.

Las puertas se abren y un hombre de más o menos cincuenta años bien vestido con un traje negro impecable avanza y coloca su portafolio en la mesa. Comienza a ordenar papeles. Fija una diapositiva en la pantalla y comienza a hablar

-Bienvenidos a la primera clase del año, para los que no me conozcan soy el Ingeniero Hugo Amaroz, y seré su profesor todo el semestre. Los holgazanes se la pasarán muy mal en mi clase, ya que me considero muy exigente. Pero los que tengan iniciativa y ganas de aprender, serán muy bien recompensados. Este año, para los tres mejores estudiantes, los que mejor sobresalgan en los exámenes de esta semana, tengo un premio magnífico. Como saben, soy el encargado de realizar las mejoras en el club Barcelona, lo cual es un proyecto inmenso, y necesitaré asistentes. Así que es una gran oportunidad para los afortunados.

El salón entero jadea y todo el mundo se siente entusiasmado. A mi lado, Susi, también festeja. Sin duda, es una gran noticia, una gran posibilidad de aprender. Estudiaré con todas mis ganas para poder ganar, estoy segura que lo haré.

La clase continúa dinámica, y me encanta. Tomo notas y escucho atentamente todo lo que el profesor comenta. Luego de la última diapositiva, nos informa que mañana empezará la primera prueba y que nos preparemos con todo el esfuerzo posible. Susi comienza juntar sus cosas y yo la imito, pasamos casi dos horas sentadas y mis piernas están adoloridas, tal vez sea por el golpe de esta mañana también.

-Vamos a comer algo Lía, por favor. Quiero conocer más a mi nueva amiga ¿si, si, si?.. - Comienza a ponerme ojitos de perrito y acepto. Me encanta haber hecho una amiga en mi primer día, a tener motivación para exigirme más y que todo vaya bien encaminado en mi vida.

Llegamos a la cafetería. Yo pido un jugo de naranja solamente, todavía no tengo apetito, al contrario de mi Susi, quien se trae casi toda la cafetería, es imposible que alguien tan delgada como ella, se coma todo eso. Yo no tengo esa figura. No soy obesa, pero tampoco soy flaquita. Tengo como todos, unos kilitos de más, esos que nunca desaparecen. Pero todo en Susi es genial hasta su brillante cabello rosa, que junto a mi color negro parece un poco aburrido, se sienta mi lado y dice

-Lía que bonito color de ojos tenés, ¿de qué color son?

-Violeta, la verdad es que es sí, el color es bastante inusual.

Mis ojos siempre fueron motivo de discusión en el hogar, ya que unas cuantos decían que eran azules, otros verdes, pero la verdad es que son de un muy raro violeta.

-Son geniales y muy originales. Yo casi pensé que te pusiste lentes de contacto o algo, pero luego me di cuenta de que no; Sos de por acá Lía?

-No, soy del sur. Viví toda mi vida allá, pero apliqué para una beca y logré obtenerla así que me mude para poder cursar la carrera y vos sos de acá?

-Si, soy Catalana de nacimiento. No creo que pueda mudarme, además soy hija única y mis padres son muy apegados a mí. Decíme, ¿cómo lograste que los tuyos te dejaran venir?

-La verdad es que no conozco a mis padres. Viví toda mi vida en un orfanato, y al cumplir la mayoría de edad podés hacer lo que mejor te parezca, así que en realidad no dejé nada allá.

Es la primera vez que Susi se queda callada. Su mirada llena de mortificación me da ternura. No habría forma de que ella supiera nada de mí.

-Lo siento tanto, yo no mido mis palabras. Cuando salen ya no las puedo parar.

-Tranquila, no dijiste nada malo, no te aflijas.

-En serio, perdón.

-No pasa nada. A ver dime, ¿tenemos otra clase hoy? - El cambio de tema aligera el ambiente y nos pasamos media hora riéndonos y conversando de todo y nada. No tenemos otra clase en el día, así que nos despedimos y me marcho a casa. Conseguí una amiga y eso me encanta.

Llego a la estación del metro y lo abordo. El trayecto es corto y pasa en un abrir y cerrar de ojos. Cuando llego a mi departamento, me cambio el vestido por algo más cómodo. Me recuesto en la cama, dormiré una pequeña siesta para recuperar energía. Repaso todo lo que me ocurrió en estas pocas horas y me aturde. Demasiadas emociones, pero lo más extraño es que, justo antes de caer dormida, la cara y los ojos del tipo rubio de esta mañana, es en lo que pienso...

























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Y de repente tu!! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora