Una sonrisa [EN EDICIÓN]

Capítulo Final "Gracias"

Las clases estaban a punto de finalizar cuando el último papel fue lanzado hacia mí. Sin duda alguna, esa táctica de incentivar a mis estudiantes a golpearme había dado grandes resultados, ya que se habían vuelto responsables y hacían su tarea a tiempo. Tal vez no eran como el primer grupo que tuve que educar, pero si eran especiales, por lo menos para mí lo eran.

― Muy bien clase, no olviden venir mañana con su uniforme completo para que puedan graduarse. Para los que continúan aquí, nos volveremos a ver después de las vacaciones y para los que no, les deseo lo mejor. Pueden retirarse ― Terminé de decir.

― También le deseamos lo mejor Nagisa-sensei ― Dijo una de mis alumnas que partiría a una nueva preparatoria.

Eso fue algo que me enterneció de sobremanera. No lo dudé y le dediqué una sonrisa sincera. Esos jóvenes no eran para nada delincuentes como, usualmente, los llamaban mis demás colegas maestros. Ellos eran jóvenes en busca de afecto y comprensión como yo, cuando pertenecí a la última generación de la Clase del Fin en la Secundaria Kunugigaoka.

Salí al pasillo principal con mis cosas para dirigirme al salón de maestros a entregar la asistencia. Los que estaban ahí me miraron felices. De seguro estaban así por el inicio de las vacaciones. Realmente no los entendía. Parecía ser que odiaran a sus estudiantes, ya que para ellos las vacaciones eran algo parecido a un "No te conozco, no existes". Lamentablemente, la vocación docente es algo que muchos de mis colegas no poseen.

Salí del colegio, no sin antes despedirme de todos. Hoy era un día importante: Koro-sensei cumplía un nuevo año muerto y, sinceramente, el corazón me duele como aquella vez en la que le ofrecí mi cuchillo con una sonrisa adornando mi rostro. Tal vez por eso amo tanto educar, ya que si yo fui el que mató al mejor profesor del mundo, mi obligación era ocupar su lugar.

La tarde caía lentamente cuando llegué al pie de aquella montaña, mi segundo hogar. Con 40 años cumplidos, mis habilidades estaban intactas gracias al entrenamiento pasado y al que seguía haciendo hasta hoy, permitiéndome subir hasta la cima sin fatigarme. ¿Cuántas veces habré subido por este mismo camino? Ya perdí la cuenta. Sin quererlo, los recuerdos golpean mi mente. Cosas como el juego de "Policías y Ladrones" o la "Trampa Porno" de Okajima me llenan de nostalgia pura y, sin previo aviso, las primeras lágrimas surcan mis mejillas. Tal vez sea un adulto, pero eso no quiere decir que no sienta.

Me alegra mucho que nuestros hijos comprendieran desde el primer momento cuán importante fue Koro-sensei en nuestras vidas. Todavía recuerdo los fuegos artificiales que ellos hicieron con el único propósito de hacernos sonreír. Ahora podrán ver que nosotros estábamos tristes no porque quisiéramos, sino porque era inevitable. Al leer el libro que Hazama publicó, llamado "Clase de Asesinato" ellos, con ahora 14 y 15 años, podrán entender el porqué de nuestras lágrimas.

Después de media hora de una tranquila caminata, por fin llego a lo que era nuestra clase. Esta sigue manteniéndose igual, claro que con reparaciones, árboles de cerezo que le brindan un carácter de misticismo y un jardín gigante hecho por las mujeres. Cada semana, los que aún vivimos en Kunugigaoka, nos turnamos para mantener el lugar limpio. Camino con calma y al llegar al edificio me doy cuenta que la puerta está abierta. Sin demora, subo por la escalera que está al final del pasillo y al llegar al techo me encuentro con la misma persona de todos los años. Siempre somos los primeros en llegar.

― ¿Hace cuánto llegaste? ― Pregunté, mientras tomaba asiento junto a mi amigo ― Pensé que por la fecha no habría vuelos desde Estados Unidos.

― Hace una hora. Ni te imaginas la odisea que tuve que soportar para llegar a tiempo ― Contestó Karma en un tono relajado. Vestía un traje oscuro y sin corbata ― Pretendo ir a casa antes de la noche.