Capítulo 1 "Una Sonrisa"

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Pequeños pasos se escuchaban revolotear por toda la casa. Se escondían entre los cómodos sillones de la sala, pasando por la elegante alfombra y terminando en el césped recién cortado del patio trasero. En su búsqueda, se encontraban unos pasos más pequeños que seguían con suma delicadeza a los otros, bajando por las escaleras de caoba y casi resbalando por el reluciente piso. 

― ¡Kazuma, hermanito! ―gritó una niña pelirroja, dueña de los pasos delicados.

― ¡Shhhhh! ―Se escuchó desde el patio.

La niña, dueña de un espíritu aventurero y curioso únicos, se dirigió hacia el patio, encontrándose con los ojos de su hermano mellizo. Este era un poco más alto que ella, su cabello azabache, a ratos amoratado, se mecía lentamente producto de la cálida brisa del atardecer. Su forma de ser tan peculiar delataba aquellas ganas de hacer travesuras y divertirse, tal y como era su querido padre. El niño guardaba rápidamente una serie de elementos dentro de su mochila, ya que no quería ser descubierto por sus padres.

―Kazuma ¿Ya guardaste todo? ―preguntó la niña mostrando su bella sonrisa―. Mamá y papá ya están listos. Nos tenemos que ir pronto para no llegar tarde.

―Solo un poco más, Meiko. ―Sonrió el peli morado mientras guardaba algunas cosas en su mochila―. La sorpresa que les tenemos a los grandes de seguro les va a encantar. A veces, solo a veces, Kosuke tiene buenas ideas.

―Únicamente hay que tener confianza en que todo saldrá bien; a todos les encantará . ―Meiko acarició la cabeza de su hermano―. Vaya, hablé como mamá.

Rieron.

―Eso espero. Nos hemos esforzado mucho en esto, por lo que sería lamentable si termináramos castigados y sin mesada hasta la secundaria.

Cuando Kazuma había terminado por fin de cerrar su mochila apareció su madre. Era una mujer de estatura media. Esa tarde lucía un vestido lila que se acentuaba delicadamente a su pequeño cuerpo. Su cabello amoratado y largo caía elegantemente por su espalda. Sus lentes le daban un aspecto serio, pero cariñoso e inocente también. Su rostro lucía un poco de maquillaje. Y todo eso daba como resultado a una mujer elegante y hermosa. Sin lugar a dudas, Manami había cambiado con el pasar de los años, desde su semblante hasta su apellido.

―Pequeños, es hora de irnos ―habló Manami, tiernamente.

―Si, mamá ―respondieron sus hijos al unísono.

Manami sabía que sus hijos tramaban algo y que habían intentado, durante toda la semana, ocultarlo. Ella no pronunció palabra alguna que indicara que estaba al tanto de lo que harían. Era una asesina después de todo, por lo que nada pasaba desapercibido ante sus ojos. La clase 3-E se había quedado con esa "segunda cuchilla" hasta el tiempo actual. Si bien todos habían seguido caminos diferentes, su segunda profesión era el asesinato. Ir tras su presa día a día era parte de su naturaleza.

―Kazuma y Kosuke estuvieron hablando por teléfono anoche. Están tramando algo ¿No es así? ―Las palabras de su esposo la sacaron de sus pensamientos tan rápidamente que se asustó.

― ¡Karma, no me asustes! ―Sonrió nerviosamente la mujer―. Sé que ellos traman algo, pero los dejaré para ver hasta dónde llegan. De seguro a Koro-sensei le hubiera encantado haberlos conocido y visto sus travesuras. Estos niños de verdad me sorprenden. Verlos es como volver al pasado.

La nostalgia estaba por empezar a consumir lentamente a ambos adultos. 

― Es cierto. Ya son 15 años ¿No?

― Así es. Son 15 años desde aquel día.

Después del día en que Koro-sensei había muerto, la clase 3-E había seguido su propio camino y así alcanzar sus sueños. Algunos estudiaron juntos y otros simplemente emigraron a otros lugares con la promesa firme de llamarse y estar siempre pendientes de todos. Su seguridad era así ya que bastaba con que cada noche, al mirar la pequeña luna que se había formado un año después de la explosión, estarían conectados entre si. La luna era el símbolo de su amistad y un pacto con su fallecido profesor. Pero un día, siete años más tarde, el destino guió a Manami Okuda, una famosa científica, a la oficina del Gobernador Karma Akabane para presentarle un proyecto que mejoraría la calidad de vida de los pacientes de las diferentes clínicas y hospitales del distrito.

Una sonrisa [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora