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Lawliet se sorprendió, al sentir como Daryl lo tomaba del cuello de su camiseta y lo jalaba, plantándole un beso en los labios.

Cuando el peli-azul se separó por falta de aire, no pasó mucho para que Daryl volviera a besarlo.

Debía admitirlo, todo el año que duraron separados, lo extrañó.

El rubio se separó, para luego abrazarlo, oliendo su perfume. Nunca supo si era perfume ó algo parecido, pero Lawliet siempre desprendía un olor dulce.

—Te extrañé, Lawliet...

—¿Qué paso con Phill?

—Terminé con él hace una semana, la verdad fue cuestión de horas para saber que en verdad no me quería. —bajó la mirada. —Lamento no haberte hecho caso...

—Me odiabas, Daryl... —suspiró. —Tranquilo, yo también te odie cuando pensé que ese día del concierto, me dejaste por irte con Phill.

—Si, si... —negó. —Problemas, problemas y más problemas. —suspiró. —Nuestra relación nunca fue perfecta...

—Eso era lo mejor, Daryl. —le acarició el cabello. —¿Sabes por qué? ¡Me gustaba pelear contigo! Porque resolvíamos las diferencias y ni hablar de la reconciliación. —rió. —Eras el Tsundere más adorable...

—Lawliet... —negó. —Eres un tonto.

El peli-azul rió ante un recuerdo.

—Le diré a mi mami.

Daryl lo miró confundido, pero luego entendió.

—Mi mami, me va a cuidar de tu mami.

—Mi mami, tiene el cabello café.

—Mi mami, tiene el cabello negro.

—Mi mami, hace un show con mi tío.

—Mi mami, gobierna Raromagedon.

—Mi mami, es reconocida.

—Mi mami, me lleva de paseo.

—Mi mami, también.

—Mi mami, me compra juguetes.

—Mi mami, me compra videojuegos.

—Mi mami, tiene a mi papi.

—Mi mami, también tiene a mi papi.

—Mi mami, me dará un hermanito.

—Mi mami, es más genial.

—Mi mami, hace galletas.

—Mi mami, también.

—Con ayuda de tu papi.

Ambos rieron.

Lawliet lo besó una vez más, para luego mirarlo.

—Oye, Lawliet...

—¿Qué?

—Tú y yo hemos estado juntos desde pequeños...

—¿Ajá?

—¿No crees que sólo nos tengamos cariño?

El peli-azul dudó, para luego negar.

—Estoy seguro de lo que siento por ti, oxigenado.

Daryl sonrió.

—Yo también estoy seguro de lo que siento por ti.

—¿Y qué sientes por mi?

—¿Qué hora es?

Lawliet negó divertido. Sabía que era difícil para Daryl decírselo, pero el simple hecho de que el rubio lo besó, sacó al peli-azul de toda duda. Sabía que Daryl lo quería.

—Las 2:30 de la tarde...

—¡Perfecto! Aún tengo todo el día. —rió.

—¿Para qué?

—Para hacer todo lo que haría en Madrid. —le sonrió y comenzó a caminar a la puerta. —Te veo luego, Lawliet...

—Adios, Daryl...

—Oye, ¿Quieres salir mañana? —desvió la mirada.

—¡Claro! ¡Yo paso por ti a la 1! Te llevaré a comer.

—Te veo luego.

Y se retiró.

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