Prefacio

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Mi visión es borrosa, apenas si distingo algunas sombras

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Mi visión es borrosa, apenas si distingo algunas sombras. No sé dónde estoy, huele horrible lo que me dice que no es en casa. Me da vueltas la cabeza, tengo muchas ganas de vomitar pero mi estómago se siente vacío. Como puedo logro ponerme de pie y avanzo con pasos torpes y perezosos a la puerta. Mi piel está húmeda, en especial mis piernas. Doy una rápida revisada y me topo con un líquido viscoso. Con asco, me limpio con lo primero que encuentro.

Salgo, me siento desorientada. Camino por muchos pasillos con miles de puertas, no sé cuál me deje salir de aquí para ir a casa. Veo un bolso que creo es el mío, lo tomo revisando mis cosas. Tengo dinero, puedo tomar un taxi.

Termino girando varias perillas de puertas hasta que doy con una que lleva a un jardín trasero. Hay muchos hombres mayores con jovencitas con mal aspecto, decido ignorarlos e irme.

Ya fuera avanzo hasta encontrar trasporte, doy mi dirección y de inmediato partimos. No tengo idea de cuánto tardamos pero pago lo que marca y bajo para ir a mi hogar. Una sensación de alivio me inunda, estoy a salvo.

Entro, todo es silencio. Está muy oscuro, prendo la lámpara para ubicarme. En el sofá están mis padres que lucen muy enfadados. Tal vez, después de todo, no estoy tan a salvo como esperaba.

Protégeme (#1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora