Capítulo VII

141 15 3
                                    

¡Hola! La historia ha llegado a los cien votos, así que aquí les dejo un capítulo más, este va desde la perspectiva de los hermanos Helinsky. En multimedia he dejado un dibujo de Dafne, para que se hagan una idea de ella.

Gracias por leer, sin más, el capítulo de la semana.

Gracias por leer, sin más, el capítulo de la semana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

24 de diciembre de 1847

—No puedo, Jared —dice Dafne con evidente fastidio.

Jared suspira de nuevo. Desde que reveló su condición— la más decente de ver— a Dafne, ha estado cada vez más interesada en los asuntos "paganos" como ella los llama. Aunque claro, los primeros tres días huyó de él como si tuviera lepra o la peste negra. Pero no la culpa, en realidad, admira el valor de la chica por enfrentarse y en secreto le está agradecido por no haberlo acusado con los pastores o de otra forma la ciudad habría terminado hecha cenizas.

Después de haber dejado en claro que él no era de los malos, llegaron a la decisión de que él tendría que enseñarle a Dafne a controlar sus poderes para poder usarlos en su defensa. Solo que la chica ha resultado ser la peor alumna en la historia del universo ya que se la pasa divagando o distraída en cualquier cosa menos en su protección.

—Debes concentrarte, Dafne —recuerda.

—Ya me he concentrado y nada de esto sirve.

La rubia hace un mohín a la vez que le da la espalda a Jared. Este se frota la cara con ambas manos. Su tanque de paciencia está llegando al límite, por poco y debe recurrir a las reservas para no decir o hacer algo estúpido.

—A ver, Dafne, dime por qué crees tú que mi modo de explicar no sirve.

—Porque no sabes explicar y me pones a hacer cosas muy difíciles —murmura con los brazos cruzados.

Jared asiente con la cabeza. Tal vez ella tiene un punto; bien puede que él no sea bueno explicando, pero ella también es mala siguiendo instrucciones y si sigue así... Mejor ni pensar en posibilidades negativas. Espera, con suerte, que Alec no se vuelva loco y ataque a todo y todos ante la necedad de poseer a la chica.

—Mira, Dafne, debes aprender esto por tu bien...

—¿Por mi bien? ¡No haré nada si no me explicas para qué! No creo necesitar de estos supuestos poderes. Si no lo hice nunca menos ahora que ya estoy casada —gruñe.

Él traga saliva con fuerza y mira a todos lados con tal de evitar los iris violeta de la joven. Aunque ella no lo crea, sus ojos tienen bastante poder cuando se encuentra alterada; son tan penetrantes que ni siquiera puede mantener la mirada debido a al ardor que le provocan de inmediato. Gira frotándose los párpados en busca de alivio.

—¡Mírame cuando te hablo! —chilla frustrada.

—¡No puedo! —responde elevando la voz.

Protégeme (#1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora