—¿Dafne? —llama una voz masculina.
Sus párpados intentan moverse. Su frente se ha arrugado debido al esfuerzo que hace para poder volver a tener el control de su cuerpo. Los dedos le pican por desperezarse, casi siente rechinar los huesos. Siente sus labios separarse e intenta emitir algún sonido. Nada sale.
—Jared, ella está noqueada por el sedante que le dio Alec —dice en voz baja.
Escuchar el nombre del moreno de ojos azules parece activar algo en ella, pues abre de inmediato los ojos. La habitación está oscura, pero logra vislumbrar algo tal vez por una vela que alumbra de forma muy tenue el lugar.
—No, no tengo idea de lo que le dieron, yo estaba... ¿qué? Oye, no tienes que descargar tu mal humor en mí. No porque seas el mayor tienes el derecho de tratarme como... Oh, no seas vulgar. Veré que puedo hacer para...
Dafne cierra los ojos de nuevo. Necesita concentrarse si quiere salir de ahí. Inhala hondo. Hace un esfuerzo más por mover la mano, sus dedos parecen obedecer esta vez, sonríe con los labios apretados.
—Oh, creo que ya va a despertar. No, no le haré nada. Sabes que no me gustan las rubias, me van más las pelirrojas. —Suelta una risa infantil.
Dafne abre los ojos al sentir una penetrante mirada sobre ella, se sobresalta al encontrarse con un rostro muy conocido pero con ojos más oscuros.
—Mm, ya veo porqué tienes locos a mis hermanos.
La rubia brinca en la cama, sus músculos agarrotados no le permiten hacer más. Con mucho esfuerzo logra girar la cabeza, sorprendiéndose con la decoración de la habitación. Una gran cama de dosel con gruesos troncos de madera, sillas de aspecto caro, burós grandes y oscuros, cortinas pesadas de color borgoña, eso solo de un lado de la habitación.
—¿Quién...quién es usted? —logra preguntar con voz rasposa.
El joven hace una mueca, se aleja varios pasos. Dafne escucha el sonido de agua caer, lo que provoca enormes ganas de tomar un poco del líquido vital.
—Aquí, tienes que beber un poco.
Ella intenta levantar su cuerpo y ubicarse contra el respaldo, no obstante parece que sus miembros aún se hallan adormilados. Abre la boca sorprendida cuando alguna fuerza invisible la acomoda en una posición más adecuada. Sonríe y bebé encantada.
—Gracias. Mi garganta le está eternamente agradecida, milord —susurra.
Una risa estruendosa rompe con el ambiente tranquilo de la habitación. Dafne junta el entrecejo confundida por la reacción de su ¿héroe, raptor?
—¿Qué es lo gracioso, milord?
De nuevo la risa rompe con el lugar, ella aprieta los labios en una fina línea, disgustada.
—Lo...lo...lo siento. —Una risa se le escapa—. No estoy acostumbrado a que me digan "milord". —Hace comillas con los dedos—. Verás, los demonios no son seres muy respetuosos.
La piel de la joven pierde el color de repente. Mira a todos lados en busca de "demonios", como él los ha llamado. Los nervios hacen acto de aparición revolviendo el estómago vacío.
—No, no te preocupes. Aquí solo estamos nosotros dos. —Intenta tranquilizar.
Eso parece volver más nerviosa a la mujer que intenta por todos los medios mover su cuerpo, que comienza a ceder de manera torpe.
—No, no te haré nada. Jared me mataría si llego a tocar un solo pelo de tu cabeza. —Bufa, fastidiado.
De nuevo, el nombre tiene en ella una especie de reacción. Esta vez su cuerpo entra en relajación total.
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Protégeme (#1)
ParanormalPrimer libro de la trilogía Herederas. En 1847 se dio inicio a una maldición: una mujer de exquisita belleza, hija de la luz y la oscuridad, sería la madre del ser más poderoso del mundo y con él se dominaria cualquier territorio. Al saberse de esta...