Elixir

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Ella amaba el café

y encontró en él, el deleite de sus ojos azabache

hasta el aroma que emanaba:

¡Café!

¿Te invito a un café?

-No quiero el café,

quiero ver tus ojos.

Quiero deleitarme con esa obra de arte:

¡Tus labios!

Tan perversos como inocentes,

bañados de sutileza pura.

-Quiero que te quedes en mi mundo

o inventemos uno nuevo.

Quiero sentir en tu aroma lo que emana el café.

Y ella,

ella se hubo marchado,

mas el tiempo trajo consigo en ese café su silueta,

como cuando un hola renace a tus labios

y nacen recuerdos embarrados de locuras.

Ella tenía miedo,

y con sus palabras entendió que no puede huir de equivocarse...

Dejarla escapar

¿Una vez más?

-Pensó-

¡Calla!

Enfréntalo,

déjate caer sin miedo.

A veces el vuelo más alto es cuando aleteas libre.

¡Aférrate!

Ya no oprimas más un sentimiento.

¡Grita!

Y ama

¡Sí, ama...!

Y por esta vez hubo aceptado su café.

Él,

A punto de arrojar un te quiero de esos labios,

de esa boca que se muerde

y a regañadientes pretendió inútilmente detener frases

que estimulen un posible sentimiento.

A ellos,

a ellos, no les gustas ese frío que se mezcla de soledad,

prefirieron en mutismo deleitarse de su compañía

al tiempo que preparábanse juntos y en silencio un café...

riSig߷

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