·dos·

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Mi madre se había ido con sus amigas a no sé donde y yo me aburría. En la tv solo había noticias, programas de cotilleo o realities que aparte de ser más falsos que las tetas de Holly Hagan, estaban hechos con los desechos de esta sociedad.


Busqué brochas, una escalera y saqué un bote de pintura.


La gente normal cuando se aburría leía, comía o cosas de ese estilo. Pero yo no era normal, yo era más creativa que eso.


Saqué la brocha del bote, llena de pintura (obviamente) y la restregué contra la pared blanca. Sé que normalmente se ponen plásticos y cosas raras para pintar, pero ¿qué tenía que proteger yo, si mi habitación estaba más vacía que el Sahara.


"Cielo, deberías salir a..." mi madre llegó a la habitación, y juro que hubiera intentado ocultar lo que había hecho si hubiera sabido que la iba a molestar. "BAJATE DE ESA COSA, AHORA MISMO"


¿Esa cosa? Quizá cuando nació ni siquiera existían las escalera.


Levante los brazos como si la policía estuviera en frente de mi y me fuera a detener. Baje lentamente de la escalera e intente poner mi  mejor cara.


"¿Qué decías mami?" estaba salvada. El mami era la palabra especial para mi madre. Ella era capaz de perdonarte cualquier cosa si la llamabas <<mami>>.


Sus ojos se volvieron tiernos y brillantes, se acercó a mi y me abrazo.


"¿Sigo siendo de verdad tu mami?" me abrazó muy fuerte.


Oh, oh. La parte sentimental de mi madre se acercaba.


"Nunca lo dejaste de ser" susurré. "¿Yo sigo siendo tu princesita?"


Ella se alejo y sonrió. Fuimos juntas al comedor, el que había sido invadido por marujas de primer grado.


"Esta es Harper, mi princesita" me guiño un ojo. Yo simplemente baje la cabeza avergonzada.


Ay Dios.


"Hola" salude cuando fui capaz de controlar el rubor de mis mejillas.


La mujer y madre perfecta que tenía y que puso el nombre de Marshall a su hijo en honor a Eminem, se acababa de morir por ese <<princesita>>.


Me obligaron a sentarme en el sillón con ellas. Tenía ganas de tirarme por un precipicio (en Portland todos los puentes estaban en el agua y sabía nadar muy bien, por lo tanto no me libraría de la reunión de marujas).


Sonó el timbre.


Era la ocasión perfecta para dejar de escuchar la conversación sobre institutos, menopausia y temas por el estilo.


"Espera, Carter. Quédate. Ya voy a abrir yo" ¿realmente funcionaba lo de contar hasta 10? y ¿Carter? Los nombres pueden ser casi iguales, pero aprenderse el nombre de Harper es la cosa más sencilla del mundo.


"No hace falta. Puedo ir yo" la acorralé.


Esa puerta la abriría yo, hermana.


"Insisto" camino un poco hacía donde yo había conseguido llegar yo.


"Puedo ir a abrir yo" habló mi madre.


-.-


"Quedaros aquí. Voy a abrir yo, es de mala educación dejar que los invitados y tu madre abran la puerta" explique mientras sonreía y me acercaba a la puerta.


"Meona... Un placer volver a verte" le cerré la puerta en las narices. Tenía a cinco marujas en mi casa, no metería a un idiota.


"Hey, meona. Se buena chica y abre" habló desde el otro lado de la puerta.


Hello from the other side.


"¿Qué quieres?" abrí la puerta sin saber muy bien porqué.

"Vengo a por mi madre. Me encanta que la secuestréis, pero la cena no se hace sola".

"Pasa".


Le deje entrar a mi casa, en vez de haberle echado repelente anti idiotas.


¿Qué me pasaba?


 


 


 


 


 


 


 


 

Hey, Portland!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora