Cap. 8

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De repente veo a mi esposo corriendo de manera desesperada hacia donde la joven, osea yo, está tendida. Dicen que las malas noticias viajan mas rápido que la luz, por eso no me extraña verlo llegar.
Yo me acerco a él tratando de tranquilizarlo, ya que no deja de llorar y gritar mi nombre con un sentimiento cargado de dolor y desconsuelo. Sacude mi cuerpo en un frustrado intento de reanimarme; no se resigna al hecho de que yo esté muerta. Sus ojos reflejan impotencia, pero también amor.. Amor profundo y sincero. ¿En que momento dejé de ver esos sentimientos tan arraigados que tiene hacia mi? ¿En que momento me convertí en una estúpida mujer cargada de negatividad y frustraciones? ¡¿Cómo es que no valoré a este hombre que gastó todos y cada uno de sus días en complacerme y hacerme felíz?! Y no solo eso.. Tampoco le dí valor a esa casa que tanto esfuerzo nos costó conseguir, ni a ese trabajo que por años me dió de comer y me enseñó a ser organizada y responsable. Sin olvidarme de esas 5 chicas, mis amigas, que tantos momentos hermosos me han regalado. Tonta yo al no ver lo llena que era mi vida!!
Vuelvo a mirarlo.. es como si le hubieran arrancado el alma; y casi podría jurar que esta deseando morirse conmigo.

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