Cap. 11

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Intento abrir mi boca para pronunciar alguna palabra, pero esa simple tarea se vuelve algo dificultosa. Cuando por fin logro despegar mis resecos labios, suelto un débil: -Michael- (Que por cierto, es el nombre de mi esposo).
En el momento en el que pronuncio su nombre mi pulso se acelera, haciendo que la máquina que mide mi ritmo cardíaco suene un poco mas rápido. No pasan ni 5 segundos, que Michael entra asustado a la habitación pidiendo a gritos una enfermera.
Yo solo atino a regalarle una sonrisa y a decirle que estoy bien.. Él me mira y sus facciones se relajan considerablemente. Se sienta en el borde de la cama y sin más, toma mi mano.
No puedo explicar con palabras, la paz que me invadió al momento de sentir su suave tacto. Fue, como quien dice, un cable a tierra. Eso era lo que necesitaba para volver a sentirme VIVA.

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