Capítulo 1

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Escuche la alarma en la mañana. No quería levantarme, siendo sincera. Pero hoy era un  nuevo inicio de clases, en un nuevo lugar, la preparatoria.
Me levante de la cama y fui a darme una ducha antes de cambiarme con el uniforme del Instituto. Sí, usábamos uniforme, eso me gustaba porque no quería verme como una fotografía todos los días usando las mismas prendas.
Cuando peine mi cabello en una coleta alta y cepille mis dientes, baje las escaleras para ir a la cocina a tomar una malteada y una manzana, la cual guarde en mi mochila.
Luego subí a la habitación de mi mamá.
—Hola, mamá, ¿Cómo amaneciste?— la salude sentándome en su cama.
—Mejor, hija, te dije solo fue un resfriado, no tenías porque preocuparte tanto— me dijo.
—Aún así, el doctor te pidió que guardaras reposo— le dije sonriendo—, así que no te esfuerces demasiado.
—Esta bien— respondió ella.
—Bueno, me temo que tengo que ir a la preparatoria—le dije—, nos veremos luego— me despedí.
—Cuidate mucho—me dijo. Luego me acerque a ella, me dio la bendición y por último me dijo:—Que Dios y nuestra madre, María Santísima, te cuiden.
—A ti tambien— le dije besando su mejilla—. Adiós.
Salí de la casa con dirección a la parada de autobuses.
Al subirme al autobús, mientras escuchaba música por los audiculares, pensé en mi mamá. Ella ha estado muy mal desde que mi papá falleció, el doctor dijo que probablemente era tristeza lo que ella tenía, y no la culpo, mi papá había dejado un gran vacío al irse. Pero, no quisiera que ella tambien se fuera y que yo me quedara sola, por eso siempre intentaba hacerla sentir muy feliz, además de que mi papá me había hecho prometer que siempre sonreiría y sentía algo así como un compromiso para hacer que las personas tristes se sintieran felices.
Baje del autobús en la parada que estaba cerca de la preparatoria y me dirigí dentro de la misma.
¿Para que mentir? Me sentí intimidada con todos los estudiantes de segundo y tercero, yo lucía como una niña junto a ellos.
Respire hondo y camine dentro de las instalaciones para buscar a alguien que conociera entre este mar de personas. Observaba a mi alrededor a todos los estudiantes y maestros, además de como era la Institución por dentro.
—¡________!— escuche gritar a alguien, busque con la mirada a ese alguien, al ver de quien se trataba sonreí acercandome a ella.
—¡Hola!— salude a mi mejor amiga, Alessandra.
—¿Lista para esto?—me pregunto.
—Sí— respondí segura.
Ella y yo habíamos tocado en la misma preparatoria, me sentía feliz por eso, realmente no quería iniciar desde cero haciendo nuevos amigos y todo eso.
Después de un rato de estar platicando, nos indicaron pasar al Auditorio.
Ahí la directora se presento junto con los maestros y nos dieron algunas palabras a los de nuevo ingreso.
Luego de eso nos pidieron que pasaramos a nuestros salones, y a nosotros que eramos los 'nuevos' nos indicaron que buscaramos nuestros nombres en unas hojas que estaban pegadas junto a las puertas de los que serían nuestros salones.
—Aquí esta tu nombre, _______— me dijo Alessandra sonriendo.
—También el tuyo, Ale— le señale.
Ambas sonreímos de felicidad, estaríamos en el mismo salón. Entramos a éste y tomamos asiento juntas.
—Oye, ______— me hablo.
—¿Mande?— le pregunte.
—Cuando estaba buscando nuestros nombres leí uno algo coreano— me dijo sonriendo bobamente.
—¿Coreano?— pregunte. Ella era súper fanatica de la cultura coreana y de sus grupos musicales, en realidad, a Ale le encantaba todo lo relacionado con el anime y el kpop.
—Aron Kwak— me dijo—, ese era el nombre.
—Pero aquí no veo a alguien con rasgos coreanos— le dije mirando a todos.
—Es verdad—dijo desilucionada.
—Seguro llegara tarde o algo por el estilo— le dije tratando de animarla.

Las clases dieron inicio y el supuesto chico coreano nunca llego.
Salí con Ale al descanso y dimos un pequeño recorrido por los pasillos.
—Realmente aún no me la creo que estemos en preparatoria— me dijo Ale.
—Ya sé— reí—, más porque parecemos niñas.
—Ah eso no me sorprende, ya que no nos pintamos exageradas o usamos cosas que nos hacen ver mayores— me respondió.
—Sí— conteste mordiendo la manzana.
—¿Piensas comer sólo la manzana?— me pregunto.
—Sí, ¿Por qué?
—Te vas a morir de hambre.
—Comeré llegando a mi casa, no te preocupes.
—Esta bien— suspiro.
—¿Qué pasa?— pregunte preocupada.
—Nada—respondió—, supongo que realmente quería conocer a ese chico coreano.
—Ah eso. Cuando pasaron lista, nadie contesto por su nombre, así que él falto— le dije—, lo más seguro es que vendrá mañana.
—Eso espero.
—Ya no estes triste— sonreí abrazándola—, cuando este aquí me encargaré de que sean los mejores amigos.

Cuando terminaron las clases me dirigí a mi casa después de despedirme de Ale. Mientras caminaba note que había una torre sobresaliendo sobre algunos edificios y árboles.
Quise ir a ese lugar, me fije bien antes de cruzar la calle y me dirigí con esa dirección.
Cuando estuve lo suficientemente cerca, supe de que se trataba, una Iglesia.
Entre en ella, habían pocas personas dentro, estaba muy grande y fresca, además de oler muy bien.
Camine por el pasillo observando las pinturas de las paredes, los candelabros y las figuras de los santos.
Dirigí mi mirada al frente encontrándome con un hombre en la cruz, era Jesucristo. A su lado, en una figura más pequeña estaba su madre, María, con las manos juntas y su mirada al cielo.
No había estado en una Iglesia desde hace mucho tiempo, sentí una paz tremenda al encontrarme ahí.
Hice una reverencia y me arrodille en  un reclinatorio de las bancas de la derecha.
Me mantuve en silencio, haciendo una oración de agradecimiento. Tambien pedí por la salud de mi mamá y porque recibiera a mi papá en el Cielo.
Estuve solo un momento más en la Iglesia antes de irme, apenas salí me cegue con la luz del sol. Parpadee unas cuantas veces antes de que mi vista se adaptara y camine con dirección a mi casa.
Me sentí tan bien al estar ahí que estaba decidida a ir cuando saliera de clases.

Sólo Sonríe -JR y Tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora