Capítulo 15

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Buscandome.

Narra Zafiro.

Unos fuertes e insistentes golpes en la puerta son los que me despiertan, que estan a coro con mi celular que no deja de sonar.

Opto por abrir la puerta antes de que la echen abajo. No me sorprende para nada encontrar a mi madre del otro lado. Doy media vuelta dejando la puerta abierta. Agarro mi celular que ya había dejado de sonar, cuando la pantalla se enciende tengo 5 mensajes y 10 llamadas perdidas.

-¿Qué es lo que quieres?

Pregunté con hostilidad.

-No uses ese tono conmigo.

-¿Vienes a regañarme? Después de lo que pasó ayer, tú vienes a fastidiarme.

-Zafiro, escuchame, no entiendo que pasó ayer. Explicame.

¿Que le explique? ¿Qué se supone que tengo que explicar? Que por su culpa tuve un ataque, yo lo veo todo muy claro.

-No veo que es lo que tengo que explicar, esta muy claro.

-BASTA. TERMINA CON ESTO DE UNA VEZ POR TODAS.

Su grito me sorprendió. Esta vez no me pasará por arriba.

-Es tan obvio lo que sucede, no hay que explicar mucho. Tuve un ataque.

-Pero no es posible, quiero decir...

Corte su balbuceo con un movimiento de mano.

-Por supuesto que es posible, mucho más con todo lo que he pasado.

Levanto la cabeza con altaneria.

-Sabes muy bien que todas esas veces eran necesarias.

Sin más se dio la vuelta, dejandome con todos esos recuerdos horrendos. Sacudí la cabeza para alejarlos y agarré de nuevo mi celular. Decidí ver quién me llamó tantas veces.

Y como no se me ocurrió. Oliver, por supuesto que era él. No pienso devolver sus llamadas.

Voy a revisar mis mensajes, dos son de la compañía avisando de las llamadas perdidas. Dos son de Oliver, que ignoré por supuesto. Y el último es de Carlos.

"Pasé una bonita tarde con usted Princesa, como es de costumbre. Espero que tengamos una infinidad de ellas. Por eso la invito mañana a una cita. Buenas noches, Zaf."

Dios, que hermoso. Vamos a tener una cita ¿Qué haré con mis padres? No pueden saberlo. Ya veré que invento. Como no sé que vamos a hacer, no sé que ponerme.

Fui a bañarme de igual manera, no tengo mucho tiempo.

10 minutos después salí del baño y elegí la ropa. El mensaje de Carlos subió mi ánimo, tanto como para ponerme un vestido. Elegí una precioso, rosado pálido, bellísimo.

Bajé las escaleras con un destino fijo, las escaleras. Una sonrisa se instala en mi rostro cuando la veo, apuro el pasó para salir, pero algo se interpone en mi camino.

Todo estaba saliendo demasiado bien como para ser verdad. ¿Cómo no me lo imaginé?

Oliver Lawrence estaba parado delante mío con una gran sonrisa.

-Buen Día, Princesa.

Hice una mueca de asco al escuchar su apodo, en sus labios suena asqueroso.

-No me digas así. Solo provoca que quiera golpearte.

-Me fui durante un año y desde que volví solo me has tratado muy mal, Zafiro. ¿Crees que a tu madre le interese saberlo?

Apreté mis diente para no golpearlo o algo peor. Manipulador.

-Basta, Explícame algo ¿Por qué yo? ¿Por qué hacer esto?

Su sonrisa se desvaneció mientras bajaba la mirada, fue tan sólo por un segundo porque cuando levantó la cabeza su sonrisa estaba aún más grande.

-¿Y por qué no?

[...]

Estaba en el auto de Oliver de camino a la preparatoria, el auto iba en el silencio mas incómodo del mundo. Aunque ni eso logra que la sonrisa de Lawrence se borre. Otra vez se salió con la suya. Supuestamente fue a buscarme porque quiere pasar más tiempo conmigo y por eso fue a recogerme. A pesar de que me negué mi madre me obligó.

Yo iba mirando al frente, sin mover un músculo. Pero aún así podía ver que el me miraba algunas veces.

-¿A qué se debe el milagro de que estes usando un vestido?

Me giré a mirarlo justo en el momento que miraba mi cuerpo entero. Una oleada de vergüenza me invadió y me arrepentí mucho de haberme puesto un vestido.

-No es de tu incumbencia.

-No es que me desagrade, todo lo contrario me alegra que te hayas decidido a mostrar esas perfectas piernas.

Le mandé una mirada fulminante, por suerte ya llegamos. No esperé ni un segundo para bajar del auto escuchando sus estúpidas carcajadas.

[...]

Ya estabamos a punto de salir, el día de hoy fue estresante y muy cansador. Las clases, las tareas, los preparativos de la coronación el almuerzo con la organizadora y la última clase (donde estoy ahora) fueron de lo más agotadoras. Y todo esto sumado al poco descanso que tuve ayer solo lograron ponerme de mal humor. Casi lo olvido, me crucé con Carlos toda la mañana y por un motivo o por otro no pudimos hablar. Indignante.

Raramente Oliver no me molestó, solo hablé con Isaac un rato en el almuerzo y luego fui a la reunión.

Cuando la campana sonó yo fui la primera en salir, necesito relajarme. Que mejor manera que hacerlo con Carlos.

Salí afuera para esperarlo, llevo casi diez minutos esperándolo no sé porque no sale. Ya casi se iban todos. Siento la bocina de un coche, cuando volteo veo el auto de Oliver. Con paso rápido me acerco a él.

-¿Qué haces aquí? Ya deberías haberte marchado.

-Estoy esperándote.

Dijo con obviedad. Lo miré con confusión.

-Tengo cosas por hacer, Oliver. Quedé con alguien.

-Conmigo.

-Yo nunca qued-

-O si lo hiciste, hoy a la mañana le pedí permiso a tu madre. Ahora, sube al auto.

-Tu no mandas sobre mí, no iré a ningun lugar. - Me di media vuelta dispuesta a marcharme.

-Pero tu madre sí, ¿Acaso quieres que le diga que me dejaste plantado?

Me paré de inmediato, no puede hacer eso. Me giré y lo vi a la cara, mi expresión lo decía todo. Él no podía hacerlo.

>>Sabes que soy capas de hacerlo, mejor sube.

Medite rápidamente la situación, no tengo opción. Si ella se entera todo aquello volverá.

Subí al auto y cuando pasamos por delante de la puerta principal pude ver a Carlos mirando para todos lados, buscandome.

¿Y qué? Descendientes. [Carlos De Vill]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora