Capítulo 10

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-Lo haré.-sonreí.- ¿Crees que me afecta esto? Me haces un favor
-Eso lo veremos niñato.- Sonrió empezó a juguetear con la pistola.
Lo miré y subí la mano a la barra estaba loco y quizás lo había heradado de él.
Abrí la navaja, la puse en la barra y le empecé a dar vueltas mientras el mango permanecía allí girando y la observaba parecía que se detendría en algún momento a dónde fuera sin un lugar fijo así era mi vida, la monotonía que tenía hace días había desaparecido todo se torno en un rumbo de penumbra y confusión pero sin embargo allí estaba estancado sin saber a dónde ir siquiera.
-Hemos cambiado.- me interrumpió con una voz fría que congelaba el cuerpo.- Ya no eres ese niño pequeño que llegaba a casa y te orinabas casi encima.
Carcajeo y yo le respondí con frialdad.
-Y qué decir de ti, un Tipo duró que con el paso de los años se ha vuelto un cobarde.- Tomé la navaja y la clave en la barra.
Me miró y una sonrisa mostrando los dientes se asomó y se le formaron unos hoyuelos.
Se acomodó el pelo, saqué la navaja de donde la había clavado y empecé a pasar el dedo índice por el filo de ella.
-No recuerdas a tú madre ¿Cierto?.- su mueca era seria.
Nunca había tenido una platica con él sobre ella y mucho menos sobrio.
-No.- contesté con resentimiento.- ¿Tienes algo que decirme de ella?
-Ja, nada sólo que algún día recordarás pero será demasiado tarde para todos
¿Que acaba de decir? Lo miré y el seguía jugando con su arma mientras revisaba la cámara revisaba las balas, las sacó todas y las miró.
-Eres una pequeña arma cómo está, desde pequeño te eh metido el miedo, te eh hecho cosas horribles de las cuáles no me arrepiento y jamás lo haré, eres un bastardo igual que tú madre. Oh cierto que no te gusta que ofendan a tú madre, Perdóname.-Puso la bala entre sus dedos y la miró la luz de sus ojos era siniestra y reflejaban maldad pura.- Siempre te castigue pero hice mal al que en este momento ya no estés en mi control y no tengas miedo, que me puedas afrontar sin dudar de matar. Debí de ir de lo más básico a lo más horripilante de tus pesadillas, pero el momento a llegado eres alguien que me puede matar, igual de peligroso que esto.
Señalo la arma metió la cámara, sentí calor en el cuerpo y náuseas recordaba cada pequeña cosa que me había hecho esa escoria y deseaba hacerle pagar con creses.
-Eres tan pequeño cómo una bala pero bien utilizada podría causar la muerte de cualquiera.- me apuntó a la cabeza y jaló del gatillo.-¡Bam!
Empezó a carcajear cínicamente, no había ninguna bala en el arma y mi cara seguramente le habría recordado al pasado pero algo surgía aquí ¿Quería que el arma estuviera cargada? Una bala habría perforado mi cráneo y ya no sentiría dolor. Jamás volvería a sentir dolor.
Bufe.
-¡Qué coños te pasa!.- espete molesto
-Debiste ver tu cara.-no contesté, la verdad me había asustado
-Debería lanzarte este cuchillo
-Jajaja.-Río.- Bueno niño, viene un futuro prometedor para mí, viviré agusto sin ti.
-¿No nos volveremos a ver, cierto?
-No lo sé Niño.- su voz era ronca.- Quizás en un tiempo nos volvamos a ver por cosas del destino, quizás yo terminé contigo.
Esbozó una sonrisa donde se le marcaron dos hoyuelos en las mejillas y los ojos se le vieron llenos de vivacidad.
-Bueno, es la última ves que platicamos así y no quiero que te lleves una impresión decepcionante de mí, Qué no te eh infundado miedo e incertidumbre toda la vida. Así que en esta noche oscura también lo haré.
Su voz resono en las paredes e hizo que me estremeciera. Una voz fuerte, llena de decisión.
Era difícil reconocerlo pero seguía teniendole miedo a ese bastardo.
Sujete la navaja y el metal me mantenía concentrado en otra cosa en apretarlo tan fuerte, hasta que hiciera ó intentara algo. Dolía la muñeca de el esfuerzo.
Por un momento parecía que estuviera respirando gas tóxico. Pero era una paranoia total.
Empezó a hablar mientras escuchaba atento.
-Hace tiempo era un día cómo cualquiera. Era lo que pensaba yo, tú madre estaba en el sofa inquieta, era cómo si estuviera esperando algo ó alguien. Yo no le tomé demasiado atención era la final de un partido y era insignificante ella. Tu estabas acostado en una cama, la casa no era muy grande pero tenía lo que necesitaba una mujer que se encargaba de todo, un buen trabajo, amigos. Todo lo que se puede pedir para alguien cómo yo.
No recordaba nada de lo que me contaba, respiraba lentamente cómo si el aire tuviera un hedor raro y tóxico.
-Pues ese día tu madre y yo tuvimos una riña, tú madre dijo que me fuera de casa e interrumpió el partido que tenía un marcador de 2-2, era el partido más interesante de mi vida. Ella apagó la televisión puedes creerlo en ese momento que el partido estaba de lo más emocionante, yo me levanté sin creer lo que había hecho.
Mi pasado estaba siendo revelado, que había sido en ese instante.
-Había bebido algunas cervezas y le solté un golpe seguido de otro, ella pedía a gritos piedad, tú llorabas en la habitación y me molestó tus llantos de marica, tendrías 3, 4 años quizás más no lo sé y bueno. Fui a tu carta saque está bonita pistola que ya tenía desde ese instante por si acaso.- Me dolía el pecho y él se regodeaba .- Planeaba matarte, tu llanto era insoportable me daba dolores de cabeza, sería una lección para ella, entonces te tomé entre mi brazo y te apunté era incómoda esa posición en la que te sujetaba pero sólo serían unos instantes antes de desplomarte para siempre. Fui a dónde estaba tu madre ella estaba ensagrentada por la golpiza, el ojo se le había empezado a hinchar y le escurria sangre de la nariza y el labio. Gritaba que no te hiciera nada, gritaba cómo si alguien la fuera a escuchar, quizá debió arrpentirse haber apagado la televisión, tú llorabas y para mi sorpresa tú mamá se levantaba con ayuda del sillón, mientras trataba de recuperarte alzando los brazos. Se veía tan miserable, las lágrimas le escurrian por las mejillas sus ojos cafe me pedían misericordia y quizás era un poco insensato en haberla golpeado de esa forma por un simple partido, pero implicaba más que eso no lo entendarias.- hubo un momento de silencio.- Entonces yo te iba a disparar tenía el dedo en el gatillo y había bajado todas las defensas, tú seguías llorando y me irritabas.
No me había dado cuenta pero estaba temblando, sentía en mis mis ojos lágrimas y un hueco se sentía en el estómago o en el pecho que me provocaba un sofocamiento, imaginar lo que sentía un claustrofóbico en un lugar cerrado.
-Un estrepitoso sonido seguido de dos hombres fornidos con trajes de policías entraron a la casa, yo me los observe y me pare frente a ellos, tú seguías llorando y te apreté más fuerte para que no cayeras de mis brazos. Eras mi única escapatoria de salir libre de allí con una voz serena dije: "Quitense de la puerta si no quieren que el niño muera" tu madre gritó que se movieran que no te hiciera daño. Los policías seguían apuntandome, esperaban que diera un paso en falso y yo no lo iba a hacer, te seguí apuntando y les dije que se movieran tu madre seguía llorando tratando de ayudarte. Y después que crees que pasó niño.-Lo miré, sentí un frío gelido, no contesté .-Pues se hicieron a un lado tú madre se los pidió al ver que no tenía miedo y que iba a dispararte, no habrías sobrevivido. Después de todo salimos de allí yo contigo en brazos eras mi pase de salida y así haría más miserable la vida de tu madre.Íbamos a la puerta pero tenía que hacer algo antes de irnos, tenía que darnos tiempo para escapar, asi que antes de salir dispare. Después de eso, corrí contigo en brazos, el aire era fresco y tenía mejor condición que ahora y si te preguntas a quién dispare.-Esta vez me miró con la mirada que usaba en las noches más terribles de terror.- Jamás lo sabras. Qué no te dije que te iba a enfundar miedo como en años pasados y haría que tuvieras terror e incertidumbre pues allí está jamás lo sabrás.
-Hijo de puta.- grité desesperado.-Maldito hijo de perra
-Chhhsttt chssst cállate no me fastidies dije lo que más podía decir, dije demasiado así que callate, tendrás que descubrirlo tú.-Dijo y burlándose.- Sí lo consigues claro
-Eres una mierda, te odio.- dije fríamente, las manos me seguían temblando, mi pulso era irregular.
Jamás le había dicho esas palabras frías, ni siquiera sabía si las sentía por que decir te amo y te odio son las palabras más fuertes y duras que debes decir, no son a la ligera, son cómo un diamante y una apuñalada.
-¿Y CREES QUE YO NO TE ODIO A TI?.- me sorprendió su respuesta, nunca le había hecho nada, pero en todo caso ¿cuántas formas hay de odiar? Y ¿Por qué el me odiaba a mí?.
-No te eh hecho nada, ¿Porqué me odiarias?.- pregunté mientras lo miraba a los ojos.
-No me haz hecho nada, ja.- sus ojos empezaron a verse brillosos.- Eres tan molesto, te explicaré porque eres muy idiota yo y tú madre cuándo viviamos juntos y no estabas tú, Todo era mejor, ella se ocupada de mí y éramos felices, saliamos a todos los lugares, era mejor. Ahora cuándo tú llegaste desde el embarazo te odie, tú madre tenía que ir a citas de médicos y muchas otras estupideces, nunca la acompañe a nada. Cuándo naciste todo lo que habíamos formado se rompió, todo lo que habíamos luchado para nada. Cuándo te conocí me pareciste un bastardo y quería matarte pero sin embargo no lo hice, nunca me acostumbre a estar contigo, te odio por todo lo que me quitaste, era el hombre más feliz cuando estabamos nadamas nosotros dos. Y yo sé que te odio con toda mi alma con seguridad que si fuera apostaría mi vida.
Con la respiración entrecortada
-¿PORQUÉ NO ME MATASTE?.- pregunté
-Lo peor de todo es que no lo sé.- refunfuño.- Lo pude haber hecho con mucha facilidad, incluso lo puedo hacer en este momento
- Ah deberás
-Niño no me retes.- dijo con tono amenazante.- Pues no lo sé quizás fue instintino paternal, quizás me recordabas a ella y era el único recuerdo que me queda de ella
Una lágrima le empezó a escurrir por la mejilla y bajo la mirada.
-Pudiste haberlo hecho.- dije en voz alta.- Tú vida hubiera sido mejor y yo no habría existido y sufrido
-Por eso también me pude contener sufres tanto que te tuve lástima.
Reí
-Tienes un buen punto.- dije casi mordiendome la lengua
-Eres más miserable que yo, no haz tenido nada de felicidad, supongo que esa es mi recompensa.
-Y tú karma es no tener nada ni a nadie.
-Te equivocas.- una sonrisa con picardía le iluminó el rostro.- Pues Crees que no tengo a nadie, precisamente por eso te marchas para yo tener una mejor vida. Cambiaré lo prometo.
-No cambiaras, pero lo mejor es que nunca tendrás a nadie cómo mi madre, ella era la mejor.- Di un golpe bajo, su debilidad.
Era verlo sobrio esa noche, nuestra última noche, era una buena idea irme pero un miedo me inundaba lo desconocido siempre te aterrara.
Lo nuevo, los cambios eran lo peor eran imprescindibles, eran temibles.
Suspire.
-Supongo que esto es todo, me tengo que ir a preparar mis cosas, me alegro verte sobrio. Fue un honor y no esperes que regresare en unos años ó meses a verte a vengarme.- mis ojos expresaban viveza.- Así que prepárate para todo, espero que disfrutes todo lo tengas que hacer este tiempo, pero no te digo un adiós, la buscaré y la encontraré si sigue viva nos vengaremos y si desapareces te encontraré.
-Se verá en el momento, basura.
-Lo veremos y si de algo me sirvió la noche fue para descubrir que en serio te odio con todo el alma, eres un demonio sin corazón y lamentablemente soy tú hijo.
Salí de la cocina tomé la navaja y la metí en mi bolsillo.
Era noche y me sentí desgastado por el día de tantas emociones y lo único que me cuestione fue que es mejor que no se te presente esperanza alguna si se te va a arrancar de las manos, aprendí por Gc esa fría verdad.
Mande un mensaje a Flor
"Hola guapa, ¿cómo te va?. Oye conocerás a algún apartamento dónde quedarme unos días. Avísame por fa. Y también un trabajo. Gracias guapa y muy buenas noches"
Acomode mis cosas en una maleta grande que tenía por misterios en un cajón, no tenía demasiada ropa y alguna ya era demasiada antigua. Encontré un pantalón de un niño de 8 años era el que normalmente usaba, era mí pantalón de la suerte ó era lo que yo creía. Un día crecí y me dejo de quedar así que tuve que conseguir otro. Amaba ese pantalón pero dicen que todo en la vida se acaba y era cierto, en esos tiempos me acordé que iba visualizando la vida de otra forma, la realidad en ese momento todavía era feliz ó era lo que creía.
Ese pantalón era especial así que lo guardé en la maleta.
Algunas playeras, camisas, pantalones y un short con ropa interior. Guardé lo más esencial y lo poco que tenía. Aunque algunas cosaa ya no me quedaban las guarde por su significado.
Sin darme cuenta era la 1 am había acomodado todo y metí el dinero hasta el fondo, saqué un billete de $100 y lo guarde en mí cartera.
El celular tenía un mensaje y 2 llamadas perdidas de Flor.
"Hola chico, Mañana hablamos. ¿Sucedió algo grave?. Cualquier noticia de un cuarto ó trabajo que sepa te avisó. Buenas noches"
"Gracias, descansa, linda"contesté
Me recoste pensando que esté día sería mejor.
Puse una alarma a las 6:00 am y el sueño me atrajo a sus fauces y caí rendido.
Bip bip bip.
Un sonido se escuchó en la habitación, muy lentamente me levante, mientras me frotaba los ojos y un bostezo expiraba.
Me dolían los ligamentos y mi espalda estaba muy tensa.
Cogí el celular que ya no sonaba, pero que en 5 minutos más lo haría.
Encendí el boiler, estaba sólo en casa. Él ya había salido, tenía antojo de algo dulce, pero seguramente lo más dulce que encontraría sería un cubito de hielo.
Inspire aire alargandolo en mi pecho.
Tenia aproximadamente 14 hora para salir de aquí. Era sorprendente que me iba a ir de mí casa. O de la que consideraba cómo ella.
Está vez me senté, pero otra vez el sonido se escuchó, lo apague.
Vi un mensaje.
"Guapetón xD, levantate que tienes que ir a la escuela y es tú primera cesión con el Psicólogo Ángel. Espero que se lleven bien. Te quiero, al rato hablamos."
"Oye gracias por el cumplido, el problema es que no sé si el xD radica que no es cierto ó que te reiste de algo. Pues haber que tal el loquero ése, si al rato hablamos."
"Eres un arruina chistes coquetos, amargado. Es un buen tipo, vale. Cuídate, te quiero"
No contesté, la quería pero era difícil decir eso, sería una debilidad que podría ser usada cómo arma en mi contra.
Me metí a la ducha, me quité la pijama y el agua caliente, se sintió cómo una poesía suave, tan traquila, suave que me reconfortaba, que me hacía creer.
Algo inaudito me percaté, que ayer no lo había hecho.
El agua seguía corriendo por mi cuerpo.
El calor se convirtió en humo blanco, era extraño pero se hacía tan creíble con el tiempo.
No me había dicho la verdad completa, algo estaba insual en esto, me había mentido en algo, no pudo decir todo, no era de él. Me dio pistas falsas, algo estaba mal, no lo era todo pero él no era idiota y menos iba a arriesgar.
-Puto mentiroso.- bufe mientras el humo inundaba mis pulmones. Una bocanada de aire que lleva más agua y frustración que nada.
¿Qué era verdad?.
Me seguí enjuagando.
Disparó a alguien, eso era verdad. No sería tonto para que nos siguieran y perder su escape.
Así que a quién había disparado.
Sentí el olor acre de el humo del disparo, imaginando ser un detective. ¿Qué sabía sobre armas? Sólo estábamos yo, mi madre, él y los dos policías.
Sólo quedaban 3 personas, 33.33% posibilidad de que mi madre fuera la víctima. Pero no lo creía así, era su punto frágil, la quiso.
Otra parte de mí inconsciente gritaba el la quería tiempo pasado, su coraje pudo llegar a un punto máximo a dónde le disparado a su uníco amor y las posibilidades de sobrevivir cuántas eran, los policías la pudieron ayudar, así que aumentaban. ¿El disparó en donde había impactado?.
En un órgano vital, en una parte dónde de dejará marca, dehara secuelas. A dónde había apuntado.
Había acestado, seguramente.
Él tenía una buena puntería.
Me estaba vuelto un paranoico.
Pero que había pasado unos años atrás, la duda me carcomia por dentro, empezando por el estómago. Un nudo que allí se provocaba, siguiendo por el corazón que me era apretado por ilusión, una frustración y una muerte que creía ya había pasado
Todo eso complementado. Un mal sabor de boca estaba presente.
El agua me empezó a quemar, había subido la temperatura y yo me había quedado parado, con la manos agachadas y las piernas firmes.
Prendí más el agua fría y la temperatura se reguló.
Y me di cuenta que así era mí pasado el agua caliente había estado allí desde siempre, pero no me había dado cuenta.
Hasta que la incomodidad no la aguante, hasta que me había contado lo de ayer mi padre, hasta que el pasado salió algo de información.
Y yo era el agua fría estaba dispuesto a regular las cosas, descubrir mi pasado de cualquier forma, para estar en calma.
Dispuesto a todo, apagué el agua y salí de allí.
Me puse una toalla en la parte inferior, me dirigí al cuarto.
Me vestí con un pantalón de mezclilla negro, una playera blanca con un estampado de un águila con la alas extendidas, una sudadera ligera negra y por último una pulsera negra.
Lucía más delgado, dicen que el negro engorda y era cierto ó así lo notaba yo.
Tomé el celular, acomode mi mochila y salí.
Caminaba con calma estaba amaneciendo tenuamente, el amanecer era claro con aire fresco que me inundaba los pulmones.
Pasé varias calles, deseé tener un cigarrillo.
Para que se consumiera en mis labios con un llama, cómo a mí me estaba consumiendo el pasado con una simple historia.
Llegué a una cafetería muy bonita y elegante, pero lo mejor era que tenía un anuncio de se solicita empleado.
Pedí un cafe moka y una dona de chocolate.
Pregunté a la cajera.
-Disculpe, ¿Todavía necesitan el empleado?.- Pregunte amigable y cordial.
-Lo siento, ayer contrataron a un chico.- me miró, analizando mi aspecto, aunque tendría los moretones imaginaba que estaban más desinflamados.
-Sí, surge algo yo te avisó
-¡Muchísimas gracias!.- me pasó una servilleta y un bolígrafo y apunté mi número.
-De que, no te aseguro nada.- Dijo sin prestarme ya demasiada atención.
-Hasta luego.- giré cobre mis talones dando media vuelta, me sente en una silla de una mesa libre.
El cafe estaba muy rico y aunque la dona estaba empalagosa, np era para quejarse tampoco.
Tiré el vaso y la servilleta.
Seguí mi camino, encontré otros dos trabajos de comida rápida y uno en una tienda de cosas de antigüedades.
No me prestaron demasiada atención y en uno me dijeron que mi aspecto no era el adecuado para el trabajo.
Pero es que los estereotipos están más presentes y con ello debes estar según en los lineamientos y aunque nadie los cumple debes de aparentar que sí.
Llegué a la escuela a las 9:00, tomé asiento en una silla incómoda de madera con un colchón simple.
Habían 5 sillas, otros dos chicos, un reloj en la pared por encima de la puerta que había entrado, era un pasillo pequeño. También había una mesita en el fondo pequeña de caoba con una planta.
Un cuadro que no entendía, era extrañas formas y pinturas.
Por último la puerta estaba enfrente con una placa de metal que escribía.
Psic. Ángel Louis Hernández Baena.
Un chico salió con una mochila en la espalda, me miró y asintió para sí mismo.
-Harry.- abrieron nuevamente la puerta y salió un señor de aproximadamente 30 años ó menos con cabellera rubia pelo lo suficientemente larga un pelo lindo y alineado. Unos ojos café muy oscuro y una barba incipiente.
-¡Entra!, Harry.- dijo con voz amable y dulce.
Se metió el chico, él Psicólogo me miró y sonrió. Después él entró y cerró la puerta.
Así que tú eres el que me tratará, te vas a volver loco. Lo lograré Ángel.
Sonreí maliciosamente, estaba seguro de que no le iba a contar nada y mucho menos iba a dejar que me analizará.
Estaba allí porque me oblibagaban no por gusto propio.
El tiempo seguía avanzando, ya me estaba impacientando.
Salió el chico, enseguida el Psicólogo.
-George.- Dijo y carraspeo.- Entra por favor.
-Gracias doc.- contestó el chico que había estado a dos sillas al lado.
-¿Cómo haz estado?.- escuché y cerraron la puerta, con crujido.
¿Sería capaz de analizarse a un psicólogo?
Mí pie se estaba poniendo inquieto marcando un compás de arriba a abajo.
Rechine los dientes, ya habían pasado otros minutos y yo era el siguiente.
Me levante para irme, pero un rechinido seguido de unas risas me detuvo.
Era muy tarde para escapar, maldición.
Me volví a sentar, mi lugar no era allí.
-Nos vemos la próxima sesión George.- el Psicólogo dieron un apretón de manos.
-Gracias doc, hasta luego.
Y salió por el pasillo, por lo visto más relajado.
Pero en mi caso era al revés estaba tenso y estresado e iba a salir peor.
-¿Zoé?.- Enfatizó.- ¿Verdad?
-Sí, pero me puede llamar nadie.
-Entra por favor.- cambio de postura y de tono amigable a precavido.
-Ya qué.- dije sin cortesía ni felicidad.
Entré en esa habitación, estaba iluminada con una luz blanca por las luces.
-Perdona, sé me ha olvidado apagarlas.- Se aclaró la garganta.- Con eso de el calentamiento global.
Se movió a un interruptor y apagó todo, abrió las persianas y el sol entró.
El cuarto era de un color crema con el techo naranja claro.
Había una cama con un respaldo de cuero negro.
Al lado una silla negra con un cuaderno y un lapicero, allí hacía sus trucos.
Un escritorio con libros atrás.
Variaa cédulas detrás de el sillón.
Y una que otra pintura igual que la del pasillo.
Y una ventana grande con persianas.
El aroma de el entorno era dulce. Cómo de cacao, que a cualquier persona le parecería tan reconfortante, pero yo no era de esas personas, era desagrable y me provocaba dolor de cabeza.
-Vamos, siéntate.- movió la mano indicando dónde.
Ahora lo observa con más detenimiento, tenía una bata blanca, aunque sus ojos expresaban ganas de comerse al mundo, su sonrisa me decía que estaba pasando por muchas cosas no era una sonrisa placentera, era una falsa de plástico.
Me senté en el sillón cama con prepotencia en una esquina, mientras estaba erguido y estaba a su nivel mientras el se sentaba al igual que yo pero en la silla.
El cuero era suave y templado.
-Bueno, ¿Cuéntame sobre ti?.- sonrió raramente
-Me llamo nadie, y vengo aquí porque me obligaban, no por gusto. Así que si quiere me puede dejar salir temprano y hacer otras cosas y no diré nada.- Lo miré directo a los ojos.
-Oh no haré eso, no tengo nadamas que hacer, pero dime nadie. ¿Porqué te proclamas con ese título?.-pregunto mientras nuestros ojos se cruzaron.
-Oh reconozco que es bueno sacando información, lo hace muy sigilamente.- guardé un segundo de silencio.- Mejor dígame, ¿Porqué usted es alguien?
Sonreí placenteramente.
-Pues soy alguien y te responderé porque no te puedes proclamar cómo nadie.- se levantó y camino a su escritorio.- Soy alguien, porque en algún momento de mi vida me di cuenta que desde que conoces tienes una identidad, tienes algo que te identifiqué, eres tú. Vienes a influir en la vida de tus amigos, puedes tomar tus propias decisiones y te puedes equivocar, pero la vida es equivocarse y aprender. Siempre es así, pero tú eres alguien desde que naces, cuando lloras por primera vez. Ya eres alguien.
Lo miré.
-Y sabes yo también alguna vez dije soy nadie, por que la vida es un subí y bajas, pero ahora lo veo de otra forma. Eres alguien, porque vienes a disfutar la vida y vienes a aprender. Vienes tan sólo a ser tú y no te límites conmigo eres para mí alguien cuando nuestros ojos se cruzaron.- Sonrió
Moví la cabeza negativamente
-Lo lamento Ángel ó¿Cómo gusta que le llame?.- rechine los dientes.- Pero en mi vida sólo hay bajos y qué cree que puedo hacer yo. No puedo tomar mis decisiones por mí, el destino elige que hacer, tiene un objetivo ja. Gracioso, dice entender el nadie pero la verdad es que voy sin rumbo fijo a lo que se presenté. Usted no entiende nada Ángel.
Me removi en el asiento, mis manos lo apretaban y los dedos se me engarrotaban.
-No lo entiendo en eso tienes razón, pero para eso estamos aquí Zoé para tratar de entenderte y ayudarte.- Volvió a sentarse, llevaba un sobre en las manos que había recogido en el cajón de su escritorio.- Toma, abrelo.
Sin demasiado entusiasmo lo abrí, miré el contenido.
-¿QUÉ ES ESTO?.-me está tomando el pelo.-¡ Una hoja en blanco!
-Sí lo sé.- estaba más loco que yo.- A partir de hoy vas a ser alguien Zoé, yo te ayudaré y ésa hoja terminará escrita por ti, que diga quién eres, cuándo tú me la entregues me debes decir quién eres.

Un chico más con hiprofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora