Cero

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Día 0:

Aún cuando sabía que todo acabaría en algún momento, nunca imagine que todo sería para proteger algo que en un comienzo odie tanto. Sabía que lo que hice estaba tan injustificado, que tratar de buscar una excusa para poder calmarte será solo una perdida de tu valiosísimo tiempo.

Ódiame, porque me lo tengo merecido, porque falté a tu promesa y también porque he actuado sin pensar, pero las mejores cosas se hacen sin la cabeza -y las peores también...- tu siempre me lo has dicho, esa fue la justificación de tu eterno actuar. Ódiame por amarla tanto como me prometiste que en algún momento haría y yo no confié en ti.

Oh amada mía, ríase de este estúpido si quiere, pero tenga plena confianza en que mi conciencia negra y maldita esta limpia, porque no pude haber hecho desaparecer mi cuerpo por una causa mejor de la que salvar a mi hija. Nuestra hija. Esa a la que llamé error, esa la que te saco lagrimas del dolor cuando nació, esa a la que odie por haberte lastimado, esa la que me hizo perderte para siempre y no porque mi propio hermano haya tenido que encargarse de ti. No, la odiaba porque me recordaba cada fulgor de sus ojos a ti, porque su melodiosa voz era la herencia de los ángeles y me sacaba sonrisas de solo recordar nuestras escapadas junto a mi querido río de almas perdidas, a tus conciertos que observaba en secreto. Cressida era tu mas fiel calco y eso me ponía enfermo, pero me enfermó mas saber que no solo era un calco físicamente, su actitud, incluso hasta en la forma de coquetear y enamorarse eran la misma.

Me advertiste que en algún momento y sin advertencia, ese odio se convertiría en amor y luego estaría haciendo estupideces y actuando sin pensar solo por ella, por protegerla, para evitar que la flecha de su vida acabase tan pronto. Mírame aquí, hoy, donde debería estar feliz porque por fin soy libre, porque la maldición por fin ha acabado, pero me siento de todo menos feliz. He dejado desprotegida a esa niña testaruda y valiente. Esta asustada, su alma turbulenta golpea contra el interior no corpóreo de su cuerpo en rabiada porque la he dejado y yo me siento devastado, admirándola en donde sea que este hermoso lugar este.

He muerto, Melodía y te he fallado. Mi hija esta llorando sobre mi barcaza y le he hecho daño. Te prometía que nunca la heriría y ahora mírala. Te prometí volver, pero ahora no se donde estoy. Prometí que a ninguna la abandonaría y mírame. Actúe sin pensarlo, no analice las consecuencias de mis actos y me segó la ira y el dolor de poder perder a alguna de ustedes... pero Lucifer no me ganaría, no le daría el placer de deshacerse de tan maravillosa alma hibrida. No derrotaría a uno de los siete grandes incluso antes de que siquiera ella se enterase de su magnifico potencial y el don que le fue otorgado por Dios al poseer tus ojos.

Esperé el momento mas oportuno para deshacerme de mi alma y de paso, debilitar al desgraciaos ángel que fue odiado por su propio padre. Sabía que todo esto ocurriría, es mi don y si no hacía algo, era mi vida o la de esa criatura.

Salve a todos esos niños, a esos siete chicos que ahora son la familia de mi Cressida. Le regale la oportunidad de su libertad, esa que nos negaron en un principio a ti y a mi. Le di una elección, esa que nos falto a nosotros, pero no nos impidió amarnos.

Melodía, si estas leyendo este libro, o incluso si eres Cressida, solo te confía mi mas firme secreto.

Yo no poseo corazón, estaba muerto, y aún con todas las posibilidades en mi contra, aún con todo el mundo despreciándome, encontré el amor. No importa cuan estúpido suene, no importa cuan cliché se oiga, en este libro; que es una bitácora para mi eterna existencia –ya no tan eterna.-, yo encontré el amor.

No lo dudes Melodía de mi corazón, no lo dudes Cressida de mi alma. Las amo a las dos. Vivo o muerto, existente o no.

Las mejores locuras se hicieron por amor. Y yo estoy loco.

Atte: Caronte 

Por los ojos del guardián: El libro de CaronteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora