Desilusión

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La noche estaba por irse y Albafica permanecía dormido plácidamente, sin embargo la habitación había sido abandonada por el amante de este.

Minos había ido hacia la habitación del jarl quién desafortunadamente se encontraba agonizando, su esposa había sido manipulada por el poder de Minos para que permaneciera dormida y no pudiera percibir lo que estaba a punto de realizar.

-Ha llegado el momento de cumplir este trato, pronunció Minos con tono serio.

El jarl solo esperaba el momento para acabar con su agonía y poder ir a los elíseos como se lo había prometido el primer juez del inframundo.

-Por favor no vaya a traicionarme, dijo débilmente el jarl.

-Yo siempre cumplo mis promesas, sin embargo todo tiene un precio y como ya acordamos es momento de expiar tus pecados, solo así serás digno de ir al paraíso. Concluyó estirando un ostentoso látigo el cual fungiría como el estímulo de la confesión del jarl, pero justo antes de empezar Minos hizo expandir un fuego alrededor de toda la habitación el cual extinguiría todo a su paso.

-Señor pero ¿por qué? 

-Es la manera en que encubriré todo este teatro, así podré irme con mis ganancias y alguien más se hará cargo de tu ciudad, además conozco los sentimientos de ella y sé que prefería ir contigo que a quedarse en soledad.

El fuego siguió su paso lentamente para no dejar pista alguna de su existencia en aquel país.

Por otro lado, Albafica fue obligado a levantarse por uno de los pajes del carruaje.

-Señor Albafica, el señor Minos me ha ordenado llevarlo de vuelta a Grecia ahora mismo así que debe alistarse de inmediato. 

-¿Qué es lo que pasa?

-No tengo autorización para explicarle, por favor vístase lo más pronto posible.

Fica no tuvo mas remedio que obedecer sin embargo algo se le hacía muy sospechoso, por qué Minos querría que saliera de la ciudad tan a temprana hora, acaso no iría con él.

Pronto terminó de alistarse así que con prisa fue guiado por el paje hacia la salida mientras le pedía que se pusiese una capa para cubrirse; afuera ya esperaba un carruaje listo para partir, entró rápida y discretamente dando paso a que el vehículo se fuera.

Albafica miró discretamente por la ventanilla pero no lograba percibir qué ocurría en el castillo y mucho menos ubicar a Minos; al final tendría que regresar a su país solo, pero, en aquel instante sonó un estruendo en los ventanales de la parte alta del castillo, Albafica volvió a mirar y dio cuenta de que un incendio estaba arrasando el interior del lugar. 

-¡Oye! ¡para en este instante! ¡hay personas allá dentro! exclamó el guerrero.

-No puedo, el señor Minos me ordenó estrictamente que lo sacara de aquí.

-¡Maldición! dijo al decidirse abrir el carruaje y saltar para ver si podía ayudar en algo.

Fue corriendo rápidamente hasta la habitación principal pero ya todo estaba repleto de humo y no tardaría en arder, sin embargo la habitación del jarl ya estaba prácticamente colapsando pero aún así se acercó para ver si podía rescatarlo. 

Cuando estuvo lo más cerca posible vio que era demasiado tarde, ambos cuerpos ardían en las llamas, pero también alcanzó a ver del otro lado de la habitación una silueta que permanecía inmutada aun ante el incidente.

Albafica se decepcionó profundamente al ver que era Minos quien como si nada contemplaba aquel suceso pues seguramente el habría sido el causante.

The Last ThornDonde viven las historias. Descúbrelo ahora