Se mio.

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Después de aquel encuentro entre Minos y Albafica, el espectro de Griffon, que ya tenía la tan ansiada sortija, decidió quedarse un par de días más en Atenas, ya que buscaría poder hacer un buen trato con algún comprador local. Sin embargo, Minos ya no estaba tan excitado con los propósitos principales por los que había venido a la tierra; ya había obtenido mucho dinero pero aún no comenzaba a despilfarrarlo en los vicios que desde un principio había planeado, su objetivo era revivir todos aquellos viejos placeres, pero al parecer, terminó descubriendo uno nuevo, uno que aún no estaba bien consumado y eso lo hacía sentir, de cierta forma, vacío.

El día siguiente lo dedicó a la búsqueda de un digno comprador de la sortija, por suerte pudo contactar de inmediato con un viejo coleccionista de joyas de la ciudad que había quedado encantado con el ejemplar que el juez le ofrecía; una hermosa sortija que perteneció al linaje real de Noruega por casi tres siglos hasta que a Minos se la fue patrocinada el mismo Jarl como forma de cerrar su trato.

-Estoy fascinado con esta belleza, dijo el coleccionista. -Creo que unos 270 000 euros son suficientes.

-hem, si no fuera por mi, está sortija seguiría perteneciendo a la realeza, nadie jamás podría conseguirla en mucho tiempo, ¿entiendes? -Medio millón o no hay trato.

El coleccionista suspiró. -De acuerdo señor Minos.

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Después de concretar aquel trato decidió ir a pasar el rato en una taberna en Rodorio, sí, increíblemente optó por ir hasta la villa que quedarse en la ciudad, pues sabía muy bien que estando ahí tal vez con un poco de suerte pudiera encontrarse al guerrero del doceavo templo.

De esa manera bebía su tarro de cerveza tranquilo y sin mayor inconveniente, el ambiente estaba tranquilo a pesar de que había muchos asistentes, también había mujeres armonizando el asunto, sin embargo por el momento no estaba interesado en juguetear con alguna.

-Vaya, ya ni si quiera tengo apetito por aquellas carnes, hem, ni siquiera se comparan a tu belleza. decía para sí mismo meneando su tarro de cerveza.

En ese momento una figura femenina se posó frente a su mesa y con picardía comentó.

-Qué tenemos aquí, un hombre tan apuesto con una cara afligida. Comenzó a rodearle. -Se ve que necesitas relajarte. Susurró cerca de su oído al estar detrás de este juntando su pecho a la espalda del juez.

Este solo sonrió perverso, al sentir el cuerpo de la mujer junto al suyo. "Bueno, supongo que puedo intentar agarrarle el gusto de nuevo, al fin y acabo es probable que no vuelva a ver a Albafica". Pensó, así que se volvió hacia la mujer y rápidamente atrapo sus caderas para empezar a toquetearlas. Pronto se levantaron para ir a un lugar más íntimo pues arriba de la taberna se hallaban algunos cuartos deshabitados con lo necesario para tener un buen encuentro.

La mujer se acostó en la cama y Minos inmediatamente se le echó encima, sus manos expertas ya comenzaban a recorrer terreno caliente, pero, en aquel instante, se detuvo drásticamente ya que tuvo una sensación que le llamaba potentemente. Esto le obligó a interrumpir el juego sexual con la mujer y se incorporó para mirar por la ventana. Sus ojos no lo creían, estos se abrieron tanto por la impresión, pues un hermoso Albafica regresaba de la profundidad del bosque, "qué hace viniendo de un lugar así tan noche" se preguntaba el espectro quien solo lo veía desvanecerse en dirección al santuario.

La mujer se puso a un lado alcanzando a observar lo que el juez seguía con la vista.

-¿Así que es por él que estás así de afligido? Cuéntame, porque no estás con él, cual es su inconveniente.

-Ese es el problema, él ya no tenía inconveniente, pero, como el estúpido que soy, rechacé su completa disposición a hacernos feliz el uno para el otro.

The Last ThornDonde viven las historias. Descúbrelo ahora