IV

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Los viajeros caminaron por un lapso de dos horas, cuando por fin llegaron a un lugar que más que una ciudad, parecía un pequeño pueblo un tanto urbanizado. Los hombres que estaban ya cansados, tomaron un descanso en un albergue a la entrada de este misterioso pueblo, los trabajadores de el albergue les contaron misteriosas historias acerca de un fantasma que habitaba en aquella torre a la cual los había enviado el majestuoso dragón. Todas parecían poco creíbles y tomando en cuenta que nadie en el pueblo había subido en generaciones por ese gran temor, ninguna persona en el pueblo parecía ser una fuente confiable de información sobre aquella torre.

Al día siguiente, ya descansados y repuestos de su viaje desde la zona selvática que dejaron atrás el día anterior, los hombres se dispusieron a entrar a la gran torre, caminando llegaron hasta el centro del pueblo, donde se encontraba el lugar mágico, la decepción se vio reflejada en el rostro de los hombres, ya que no era como la imaginaron, era una torre de no más de cinco pisos, descuidada y parecía que había estado en algún tipo de desastre, ya que estaba bastante dañada por cualquier lado que se le viera. O tal vez era por la edad que tenia este viejo edificio, tenia vigas caídas por todos lados, el color rojo, desde hace mucho tiempo se había vuelto de un color ladrillo en unos muros y en otros de un color vino opaco, aunque en unas partes de la estructura, el gris ya dominaba desde hace tiempo.

Los hombres agradecieron a el residente que los acompaño hasta el lugar y entraron por una puerta vieja, hecha de madera ya podrida con detalles en hierro que la oxidación ya amenazaba con derrumbar, sin embargo en el centro de la habitación principal se encontraban unas escaleras de tipo caracol que parecían estar hechas de igual forma en hierro, pero parecía que alguien cuidaba de ellas cada día, estaban tan bien cuidadas, sin rastro de oxidación, con un hermoso pasamanos de madera tallada.

Los dos viajeros subieron y desde el primer escalón fue como si las escaleras respiraran, a medida que continuaban subiendo, el aire se hacía más frio y denso, se sentían cada vez mas cansados y al final de las escaleras se podía ver una esfera que iba tomando una fuerte luminosidad conforme se iban acercando.—Ese debe ser de quien nos hablo el dragón—dijo el joven hombre, el anciano no respondió y continuaron subiendo.

Al llegar al final de su camino, se encontraron con una hermosa esfera de luz blanca y al momento se inclinaron ante ella para mostrar su respeto, --yo soy el A Bao A Qu (dijo una voz que provenía de la esfera), maestro de muchos sabios que han pisado este mundo, y de mente tan brillante que logre plasmar mi conciencia en este mundo, aun de la muerte para ayudar a nuevas generaciones--, el anciano haciendo un gesto de disculpa, hablo –maestro de maestros, soy un viejo anciano que desea conocer el mundo, este que ve a mi lado es mi compañero de viaje y sé que desea tanto como yo, conocer todos los misterios de este mundo, para comprenderlo mejor--, la esfera giro alrededor de los hombres y sintieron una gran purificación, se sentían mejor después de la agotadora subida, y podían sentir su mente más abierta a los verdaderos misterios del mundo.—yo me hago fuerte con el esfuerzo de las personas que suben las escaleras, siempre para ganar algo hay que dar primero, y ustedes ya purificados por mí, podrán continuar su viaje, ya que no tendría valor el que yo les dijera que misterios les esperan, solo puedo guiarlos y ustedes tendrán que conseguir sus propias experiencias--. Los hombres al escuchar estas palabras, bajaron nuevamente, se despidieron del A Bao A Qu desde debajo de la escalera y momentos después dejaron el pueblo para continuar el viaje.

UN GRAN VIAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora