VI.

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Los hombres continuaron hasta llegar a una larga cadena de enormes montañas que tenían que cruzar para poder conseguir alimento y bebida, ya que llevaban días que se habían quedado sin nada. Continuaron caminando hasta llegar a una pequeña cueva donde pasar la noche ya que se hacía tarde y sería mejor emprender el camino por la mañana. Después de varias horas de descanso, reanudaron la, marcha por entre las montañas, al poco tiempo lograron encontrar un pequeño arrollo que caía de la montaña y del cual bebieron y almacenaron el agua que pudieron, pero al intentar continuar con su camino, se encontraron con dos aves misteriosas, bajaron desde la cima de las montañas a gran velocidad, a la distancia no se podía percibir que tipo de ave era, pero no parecían aves normales, ya que aunque estaban muy lejos los hombres, se veían de una estatura por lo menos igual a la de un hombre. Los viajeros continuaron su camino por alrededor de diez minutos, llegaron a una pequeña aldea al pie de la montaña más alta de la gran cadena, parecía que había un problema ya que todos los habitantes del lugar estaban reunidos en una pequeña plaza central, o por lo menos la mayoría de ellos, ya que nadie se dio cuenta de que habían llegado personas ajenas a el pequeño lugar; era un lugar bastante singular. Todo parecía estar hecho con la roca de la montaña, eran pequeñas habitaciones de roca, pero no parecía que tomaran la roca y construyeran las casas, era distinto, como si tallaran la roca de la forma en la que un rio la erosiona, de esa manera parecía que ellos en vez de construir, tallaban y esto era lo que daba lugar a las extrañas habitaciones. Los hombres se acercaron para escuchar lo que estaba pasando cuando de repente las aves volvieron a bajar de la cima de la montaña, pero iban directo a la aldea. Las personas que estaban reunidas, comenzaron a escapar a sus habitaciones de roca,--escapen, ahí vienen nuevamente—se escuchaba por todas partes, los viajeros no sabían lo que estaba sucediendo hasta que vieron más de cerca a las aves,--esas cosas no son aves—dijo el anciano, el hombre inmediatamente volvió el rostro hacia el lugar de donde descendían las criaturas y se dio cuenta de que su compañero tenía razón, tenían alas como las aves y volaban como águilas bajando por su presa, sus fuertes piernas terminaban en poderosas garras  pero ahí terminaba el parecido con las grandes aves cazadoras, por lo demás solo se puede decir que tenían un hermoso cuerpo y rostro de una joven mujer, iban totalmente desnudas y de su boca salía un grito desgarrador, como si fuera un grito de batalla.

Los hombres se asustaron con el grito de las criaturas voladora y corrieron a esconderse detrás de una roca, las mujeres-ave aterrizaron justo frente a ellos, se voltearon y se dirigieron hacia una de las casas, entraron por la fuerza y tomaron a una mujer entre sus garras, salieron con sus enormes alas extendidas y subieron nuevamente la montaña. Los viajeros asustados no sabían qué hacer, así que acudieron a una persona de los habitantes para preguntar que es lo que había sucedido. Encontraron a un hombre sentado en una roca, se veía bastante agotado aunque parecía no tener más de 25 años, los viajeros se acercaron a él. — ¿Qué es lo que sucede en este lugar?, pregunto el anciano. –Las arpías están acabando con el pueblo. Antes éramos un gran poblado de niños, jóvenes y ancianos, pero ahora solo quedamos unos cuantos. Las arpías decidieron tomar esta montaña como hogar y a nosotros como comida. Somos muy débiles para luchar contra esos monstruos y tampoco queremos abandonar el lugar que nos vio nacer.—Buen hombre, tiene que haber una forma de acabar con ellas, solo son dos y el pueblo aun tiene suficientes personas jóvenes y fuertes para luchar. Hablo así el hombre más joven. Los tres caminaron hacia la pequeña plaza donde estaban reunidos todos un momento antes y llamaron por medio de gritos al el pueblo. –Somos más que ellas y tenemos suficientes armas con que luchar. No podemos dejar que nos acaben y se queden con nuestras tierras—dijo el hombre a sus vecinos, los vecinos se animaron y empezaron a sacar todo tipo de armas propias de un pueblo, entonces el anciano volteo hacia su joven acompañante. –Fue todo lo que teníamos que hacer aquí. A veces solo tenemos que dar el pequeño empuje que hace falta, pero esta batalla no nos corresponde. Los hombres salieron de ese pueblo sin saber que fue lo que sucedió al final, y continuaron su camino.

UN GRAN VIAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora