Capitulo 5

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Capitulo 5

Al final dije:

― Esta noche estoy ocupada.

― Yo también. ―Sonrió de oreja a oreja y se fue.

Me quede clavada en el sitio, digiriendo lo que acababa de pasar. Se comió todo el tiempo interrogándome ¿a propósito? Para que yo ¿suspendiera? ¿Creía que una sonrisa brillante lo redimiría? Sí, pensé. Sí, lo creía.

― ¡No llamare! ― Grite detrás de él― ¡Nunca!

― ¿Has terminado tu columna para el plazo de entrega de mañana?

― Era Vee. Vino a mi lado, apuntando notas en la libretita que llevaba a todas partes―. Estoy pensando en escribir la mía sobre la injusticia de las asignaciones de asientos. Estoy de pareja con una chica que dijo que acabo el tratamiento contra los piojos esta misma mañana.

― Mi nuevo compañero. ―Dije, apuntando al pasillo, a la espalda de Patch.

Tenía una forma de andar irritantemente confiada, del tipo que encuentras acompañada de camisetas gastadas y un sombrero de cowboy. Patch no llevaba ni la una ni el otro. Era más bien un chico de Levi‟s oscuros, cazadora oscura, botas oscuras.

― ¿El transferido de último curso? Supongo que no estudio lo bastante la primera vez. O la segunda. ―Me lanzo una mirada cómplice―. A la tercera va la vencida.

― Me da escalofríos. Sabía mi música. Sin ninguna pista en absoluto, dijo “Barroco”.

― Imite bastante mal su voz grave.

― ¿Suposición afortunada?

― Sabia... otras cosas.

― ¿Como qué?

Solté un suspiro. Sabía más de lo que quería contemplar cómodamente.

― Como meterse debajo de mi piel. ―Dije al fin―. Voy a decirle al Entrenador que tiene que volver a cambiarnos.

― Ve a por ello. Podría usar un gancho para mi próximo artículo del eZine. “Alumna de decimo devuelve el golpe.” Aun mejor, “Asignación de asientos recibe una bofetada en la cara.” Mmm. Me gusta.

Al final del día, fui yo la que recibió una bofetada en la cara. El Entrenador rechazo mi suplica de volver a pensarse la asignación de asientos. Parecía que estaba atascada con Patch.

Por ahora.

Mi madre y yo vivimos en una granja del siglo dieciocho llena de corrientes de aire a las afueras de Coldwater.

Es la única casa en Hawthorne Lane, y los vecinos más cercanos están a más de un kilometro de distancia. A veces me pregunto si el constructor original se dio cuenta de que de todos los solares disponibles, eligió construir la casa en medio de una misteriosa inversión atmosférica que parece aspirar toda la niebla de la costa de Maine y trasplantarla a nuestro jardín.

La casa estaba en este momento velada en unas sombras que parecían espíritus escapados y merodeadores.

Me pase la tarde plantada en un taburete de bar en la cocina en compañía de los deberes de algebra y Dorothea, nuestra ama de llaves.

Mi madre trabaja para la Compañía de Subastas Hugo Renaldi, coordinando subastas de propiedades y antigüedades a lo largo de toda la Costa Este. Esta semana estaba en Charleston, Carolina del Sur. Su trabajo requería muchos viajes, y pagaba a Dorothea para cocinar y limpiar, pero yo estaba bastante segura de que el contrato de Dorothea incluía el mantener un ojo atento y parental pendiente de mí.

Love the way you lieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora