DESPERTAR

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JOEL

Estoy cansado, fue un día extenuante. Hoy los profesores hablaron de más.

-¡Joel, Joel!- Oh no, mejor me apresuro. Tatiana sólo me busca para sexo, estoy hastiado de eso, creo que necesito algo más, pero, um, aún no sé qué.

-Amigo, necesito que me hagas un favor. Quiero salir con Catalina hoy, échame una mano y préstame tu auto- Francisco es mi amigo de infancia, crecimos juntos y cuando cumplimos la mayoría de edad nos fuimos a vivir juntos, el alquiler salía más favorable de ese modo. Ambos estudiamos la misma carrera, por lo que generalmente tomamos clases juntos. Y precisamente hoy que estoy tan cansado es que a él se la da por salir con Catalina (su novia de hace 3 años).

Francisco es blanco y de baja estatura, cabello rojizo y ojos verdes, es un contraste bastante perturbador desde mi punto de vista, por el contrario, yo soy moreno, ojos color miel y alto. Me está suplicando y yo me estoy haciendo el difícil, la verdad es que me encuentro muy cansado como para caminar, pero bueno, le debo mucho a este chico, es lo mínimo que puedo hacer.

-No quiero mujeres en la casa, Frank, ni siquiera Cata, sabes que esa es nuestra regla, si quieres tener sexo busca un motel- Me mira con mala cara mientras le entrego las llaves, lo señalo severamente con mi dedo índice- Y ni se te ocurra hacerlo en mi auto, lo sabré si lo haces y te aseguro que no te gustaran las consecuencias-

-Ya entendí, presta para acá. Te aviso cuando vaya a volver, pero creo amigo que no será pronto, Catalina está muy caliente-

-No quiero oírlo- Le susurro asqueado y emprendo el camino a casa mientras él se carcajea a mis espaldas.

Caminar resultó ser más distractor de lo que imaginaba, por lo que escogí el camino largo a casa. Ya es de noche, hace demasiado frío y mi chaqueta delgada no me protege, por lo que decido apresurar el paso. Sin embargo algo a lo lejos llama mi atención, es como un bulto muy menudo, que se encuentra al lado de la carretera, mientras me voy acercando vislumbro gotas de sangre en la acera, por lo que corro hacia lo que para sorpresa mía no es un bulto, es una mujer, creo, está muy golpeada y no logro identificarla bien en la oscuridad.

No pierdo tiempo y saco mi teléfono celular ¡Mierda! A buena hora se viene a apagar esta porquería. Lo más sensato sería llevarla hacia un centro de urgencias, pero ando a pie, la temperatura está muy baja y mi casa ya está cerca, así que antes de arrepentirme, tomo a esa mujer, la cargo en mis brazos y la llevo hacia mi casa.

Cuando llegamos Frank no se encontraba, así que, lo primero que hice fue limpiar a la mujer, descubriendo a una no muy linda pero sí atractiva jovencita, tiene hematomas en todo su cuerpo producto de golpes, que aún sin conocerla me llenan de rabia. No parece tener fracturas pero está inconsciente. Le quito la ropa

-Ufff, lindo cuerpo- ¿Qué estoy pensando? Estoy loco por Dios

La termino de limpiar, le pongo ropa mía y la cubro con muchas mantas para que entre en calor, mientras yo me ducho, la ropa se me ha estropeado, pero al menos le he logrado salvar la vida a una persona, me siento orgulloso de mí mismo.

Llamo a Frank cuando mi celular a cargado.

-¡Hey tonto! Estoy ocupado, estás siendo un fastidio ahora mismo- Su voz sonaba envenenada y agitaba, lo que sea que estaba haciendo, no lo dejó de hacer por contestarme, y gemidos fuertes se escuchaban al fondo.

-Deja de penetrar a Catalina y ven a la casa lo más rápido que puedas, es urgente hermano, y te necesito como nunca-

-¿Qué pasó?- Está preocupado, respiro profundo

-Lo sabrás cuando vengas, rápido, en serio- Iba a colgar cuando se me ocurrió una gran idea- ¡Hey, Hey! Trae a Catalina también, y dile que traiga ropa para unos días-

No sé si la mujer en mi cama se va a despertar pronto, o no, o si se va a asustar, por lo que prefiero que encuentre a una mujer cuando abra los ojos, para que se sienta más segura.

Media hora más tarde, oigo el familiar rugido de mi auto, y posteriormente una puerta cerrarse junto con unos pasos apresurados por las escaleras.

-¡Joel, Joel! Diablos dónde estás- Frank grita desesperado y Catalina le susurra que se tranquilice

-Estoy aquí- Susurré cansado, mientras salía del baño de mi habitación y encontré a un Frank pálido mirando hacia la cama y a una Catalina... ¿llorando? De repente se voltea a mirarme y con rabia en sus ojos me grita

-¡Joder Joel! Dime en estos momentos que tú no hiciste esto porque te juro que si no te asesino- Estoy en shock, yo jamás pondría mis manos encima de una mujer, bueno, al menos no de esa manera. Me dio ira y Frank lo notó por lo que agarró a su novia y tranquilamente la miró a los ojos.

-Mi amor, Joel jamás haría algo así, que tu padre te golpeara al borde de la muerte, no significa que los otros hombres también lo hagan- ¿Qué diablos?

-No debiste recordarme eso, suficiente tuve con ver a esa niña, por Dios es una niña, esa edad tenía cuando perdí a mi bebé, no seas insensible- Catalina llora, mientras Frank la abraza y le susurra palabras consoladoras, no sabía que Frank iba a tener un bebé, jamás me lo dijo, me duele no haber sabido algo tan importante para él. Lo miro y me gesticula un después, sé que tiene sus razones para no habérmelo dicho, por lo que simplemente asiento.

Minutos después, les he contado todo, cómo la encontré, que no sé nada de ella y que hice todo lo posible para curarla. Catalina está en su último año de medicina por lo que al revisarla se dio cuenta que tenía una fuerte contusión en la cabeza, pero que del resto no había nada de qué preocuparse. Ellos también me comentan todo lo que tuvieron que pasar, y estuve a punto de salir a asesinar al padre de Catalina, sin embargo, ella me lo impidió dándome un fuerte abrazo suplicando que sólo estuviera junto a ella. Eso hice. Al final logré quedarme dormido en el sofá, mientras veíamos una película.

-¡JOEL!- Ese grito me despierta abruptamente y corro hacia el lugar de donde provino y me encuentro a Catalina tomando la mano de una mujer que la mira confundida y con ganas de llorar. A los pies de la cama está Francisco con el ceño fruncido, de pronto una mirada penetrante me recorre pausadamente todo el cuerpo e inmediatamente me pongo tenso.

-¿Tú quién eres?- Qué ojos tan hermosos y profundos, son de un gris incomparable, me hacen sentir transparente, y raramente eso me deja mudo, no pude responder por lo que Frank decide presentarme.

-Él- me señala- Es Joel, quien te salvó la vida-

-Joel- Susurra, como si estuviera interiorizando mi nombre, de repente, frunce el ceño, nos mira a todos y dice- ¿Y quién soy yo?-

Sorprendidos nos preguntamos mentalmente ¿Qué? ¿No se acuerda? ¿Y ahora qué?


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En multimedia Joel

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El vacío... Ya está llenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora