Cuarentainueve • Siempre

2.2K 202 41
                                    

Advertencia: Capítulo largo

Tomé una bocanada tan grande que junto con todos los sentimientos que estaba a punto de profesar, hicieron que mis ojos lagrimearan un poco.
Las manos me temblaban, al igual que mis rodillas las cuales no dudaron en caer limpiamente en el suelo. Mi vista se encontraba clavada en una bellas zapatillas azules de ninguna marca en especial que las hacia únicas por el solo hecho de que Hinata las portara.

—Desde... ¡Joder! Desde —dejé escapar el aire en un jadeo ahogado y con el rostro totalmente colorado—. Desde que me fui de Konoha siendo tan solo un adolescente sin una mentalidad definida, mi pecho... No. Mi corazón se convirtió en el hielo más gélido que podía existir, me pesaba, me dolía. Mi mente no funcionaba en su totalidad, ésta junto con mi cuerpo buscaba una cálida cura para todo ese sufrimiento que me embargaba y oprimía como una víbora hambrienta. Las nostálgicas noches que pasé sin tus ojos magenta, sin tus apetitosos labios, sin tus rosadas mejillas... fueron los peores castigos que alguna vez la vida se atrevió a darme... Y lo más gracioso e irónico —alce mi vista, y me embriagué totalmente con ese maravilloso cabello azúl—, es que fui yo mismo quien me lo implanté.

Me levanté, y tomé una de sus manos haciendo que ella —sorprendida y tal vez algo incómoda— se levantara de su silla. Le susurré a un mesero que pasaba por allí desprevenido, que me trajera una copa más, y un pedazo de papel metálico, él me observó de forma extraña, pero asintió y no dijo absolutamente nada.

—¿Q-qué estás hacien...? —comenzó a preguntar Hinata a lo cual la silencie poniéndole un dedo en sus suaves labios.

—Shhh, tú no vas a hablar por ahora. —le ordené dirigiéndola hacia la tarima del DJ que al parecer estaba dispuesto a colaborarme, ya que me había dejado el espacio totalmente libre.

El lugar emanaba a alcohol, pero también irradiaba cierto ambiente de complicidad; todos querían ser participes de lo que estaba sucediendo con nuestra "preciosa historia de amor" y yo, por supuesto, también quería hacer el papel de un buen protagonista.
Una melodiosa canción comenzó a sonar de fondo, y sentí que el lugar se apagaba tenuemente para alumbrarnos solo a nosotros dos. Pasé una mano por su espalda con delicadeza y la acerqué más a mí mientras la canción tomaba fuerza poco a poco.

—Hinata, cuando llegué me prometí que nunca me iba a rendir. Sabía que era un idiota, que por nada del mundo te merecía... Pero debes entenderlo, eres esa luna que me ilumina en la oscuridad, ese bello sendero de sobriedad que me hacía querer desfallecer por no tenerte... ¡Joder! Hinata Hyūga, no tienes idea de cuánto te amo. No tienes idea de todo lo que daría por ti, porque fueras feliz, porque no lloraras nunca más. —el mesero trajo mi pedido y mientras Hinata respiraba pausadamente en mi hombro, yo comencé a hacer mi trabajo con el papel. Era lo más vulgar que había hecho, pero no podía dejar pasar la oportunidad por falta de preparación—. Cuando te vi con Sasuke, mi mundo se desmoronó totalmente... Pero entonces te besé, y sabías como siempre soñaba, e incluso mejor. Y me heriste, me pusiste pruebas terribles, dolorosas. Sentía que me clavas espinas, me empujabas al fuego y te deleitabas viéndome sufrir... —suspiré. — Y lo merecía todo, ¡todo!

El silencio era infinito. Y yo sabía qué tenía que hacer ahora.
Sentía que ella temblaba en mi pecho, y a pesar de que quería abrazarla, me alejé y nuevamente me arrodillé.

—Aunque llegó ese precioso momento en el que me dijiste que aún seguías amándome... Y sin mentirte —saqué el horroroso anillo hecho de papel y tome su mano sin saber exactamente en cuál dedo debía ponérselo—. Me hiciste la persona más feliz de la galaxia. Y del universo entero.

Sus ropas estaban manchadas por las lágrimas derramadas, yo me sentía a morir justo cuando dije lo que por fin salió de mi pecho:

—No quiero que esa felicidad desaparezca nunca, y espero firmemente no volver a atravesar el infierno de hace una semana. —musité.

Hinata sonrío brillante, perfecta.

—Y casi te rindes, Naruto-kun.

No puedo más.

—Hinata, la chica de mis insomnios, Hyūga: ¿quieres ser mi esposa a partir de hoy y por siempre? —pregunté finalmente colocándole el anillo en el dedo en donde se veía más bonito.

Lo que hizo después me sorprendió aún más. Se arrodilló repentinamente junto a mí, y unió nuestras manos al igual que nuestras frentes.

—Sí, sí quiero. Por siempre, Naruto-Kun.

____________
Sin palabras... Puff
Canción: Siempre - Mägo de Oz

Never Give Up ➳ NaruHina; TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora