Nüremberg

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Llegué a Nüremberg como a eso de las seis o siete de la noche, muerta por dentro y pareciera que por fuera, pero me mantenía viva la emoción que sentía de conocer a todos y la idea de que me encontraba en otro continente. Esperé por mi equipaje por más de 20 minutos y el maldito nunca apareció, a ese punto nada podía sorprenderme o decepcionarme, me mandarón a objetos perdidos donde encontré a un señor regordete y de semblante amargado. Nos comunicamos por medio del inglés y descubrí que aunque pareciera amargado era una persona bastante amable.

Después de tener el asunto arreglado sobre mi equipaje, le explique el apuro en el que me encontraba, que no sabía como llegar a la dirección que había señalado, que el télefono que me habian dado no contestaban, que me estaban esperando y que no traía nada de efectivo conmigo. Me pidió el télefono que tenía e intentó llamar varias veces.

-Esté teléfono es de una oficina, no de una casa - Cuando me dijo eso caí en la cuenta que habia anotado el télefono equivocado, si serás estúpida Alejandra. Le pregunté si sabia donde podía conseguir una computadora para entrar a mi mail, él entrecerró los ojos, se levantó e hizo una seña con su mano para que lo siguiera, como soy muy obediente yo ya me encontraba atrás de él como perrito faldero. Llegamos al modulo de una aerolinea con una señorita muy guapa detrás de él. El señor regordete empezó a hablar con ella, obviamente en alemán, por lo tanto no tenia ni puta idea de lo que decian. Ella parecia desconcertada mientras lo escuchaba, lo miraba un rato y enseguida me miraba a mi, así sucesivamente hasta que terminaron de conversar. La señorita me preguntó que necesitaba, le dije que entrar a mi mail de forma rápida para encontrar el télefono de la casa en la que iba a vivir durante un mes. Ella asintió y me cedió su computadora, lo hice increíblemete rápido puesto que me sentía muy avergonzada, anoté el télefono, cerré todo y agradecí a la señorita, ella me sonrió y siguió trabajando. El señor regordeté empezó a caminar y de nuevo me hizo el gesto de que lo siguiera, y ahí iba yo, como su fiel perrito callejero.

Llegamos a su oficina y me pidió el télefono, al parecer contestarón a la primer tono y el señor regordete empezó a hablar en alemán de nuevo, otra vez no tenia ni puta idea de lo que decía. Colgó el télefono y me miró con una sonrisa.

-Ya vienen en camino, te puedes quedar aqui para esperarlos- me sonrió y siguió trabajando.

-¡Muchísimas gracias!- Dije muy gratificada casi al punto de llorar de felicidad. Me quedé callada mientras esperaba, ya había molestado lo suficiente. Observé toda la oficina, se escuchaban el sonido de su teclado y el click de su mouse, habia algunas plantas y demasiadas letreros en alemán, después enfoqué mi vista en unos chocolates. Moría de hambre.

-¿Puedo agarrar uno?- Dije timidamente

-Si claro, adelante- Dijo mientras me miraba atravez de sus anteojos.

No agarré uno, agarré cinco y después de descubrir cual sabor me habia encantado, los guardé todos en mi mochila, y no, no me arrepentí de haberlo hecho.

Luego de 15 minutos llegó un hombre de treinta años de edad, delgado y con poco cabello en su cabeza, me volteó a ver y me sonrió.

-¿Alejandra?- Pronunció mi nombre de forma muy graciosa.

-¡Si!- Le dije mientras me levantaba rápidamente con chocolate en la boca, pero qué vergüenza.

- Soy Sören, mucho gusto- Extendió su mano y la estreche varias veces - ¿Estás lista? ¿Arreglaste lo de tu equipaje?

-¡Si!- volví a repetir, deduje que el señor regordete le había explicado la situación, él se levantó y también lo saludo, se estrecharon las manos, hablaron un poco en alemán y luego se despidieron. Sören me miró y luego añadió.

-Pues vámonos-

Tomé mi mochila y la coloqué en mi espalda, me despedí del señor regordete con una gran sonrisa, lo hubiera abrazado, pero me frené, era alemán, ellos difícilmente se abrazaban entre sí, o no lo acostumbran tanto. Ahora imagínense que llegara una chiquilla desconocida y se te lanzará encima, mostrando más afecto del que te demostró tu propia madre, uf,  que bueno que no lo hice.

Sören y yo salimos del aeropuerto y tomamos un tren subterráneo, no caminamos más de veinte pasos. Recuerdo que el tren era rojo y había muy pocas personas en él, nos subimos en el vagón final y Sören me preguntó sobre mi vuelo, cabe agregar que después que llegué Nüremberg la única forma de comunicarme era por medio del inglés.

-Fue divertido, pero me estresé porque perdí el vuelo y no sabia como comunicarme con ustedes, y tú me ibas a recoger al aeropuerto-

-Imaginé que lo perdiste cuando no apareciste- Me dijo. - Ven, te mostraré algo-

Se levantó y lo empecé a seguir, que manía la mía de parecer el fiel acompañante de cuatro patas de cualquiera. Recorrimos todo el tren hasta que nos sentamos hasta el otro extremo del vagón.
-¿Lo notaste?- Me preguntó Sören.
-¿Qué cosa?- le dije sin entender su pregunta. 
-¿Dónde está el conductor?

Me quedé sorprendia, a los recordé el otro extremo del tren y observé el vagon en donde estabamos.

-¡No hay!- dije Impresionada

-Si, no hay, todo se maneja por computadora.

Hablamos de los trenes y de su alta tecnología y como es que lo manejaban, después llegamos a la estación subterranea, estaba llena de tiendas, pero pude notar que no estaba en una zona elegante de Nüremberg, al contrario, parecia un poco vulgar y de baja clase, pero no me importo, seguía estando en Alemania, y eso era más que suficiente. Caminamos por las calles y atravesamos unos departamentos descuidados, llegamos a una casa muy grande e igualmente descuidada.  Cuando atravesé la puerta me recibió una chica rubia con ojos muy azules, era alemana y mayor que yo, tenia 19 años, me dió la bienvenida y me presentó a los demás, habia tres chicos de Italia, dos rusas, una ucraniana preciosa, una japonesa, una coreana, un chico de bélgica muy guapo, un francés y al último dos armenios. Saludé a todos muy contenta y después comenté que necesitaba comunicarme con mi familia, me prestaron una computadora e inmidiatamente me comuniqué con mi mamá. Decir que estaba preocupada es poco, me comentó que debía de haberme comunicado desde hace mas de 4 horas y lo único que pude decirle es que perdí el vuelo pero que todo estaba bien, me despedí y regresé con los demás, fue mas amaroso de lo que se lee, creéanme.

-Vamos a salir ¿Quenir con nosotros o te quedas aqui?- Me acababan de dejar mi plato en la mesa, yo moría de hambre. 

-¿Pero ya se van?- Mencioné con tristeza, lo miré mientras uno se ponian sus zapatos y luego miré mi plato. 

-Difícil decisión, comer o salir - Mencionó Sören. 

-Voy con ustedes- Agarré el tenedor y terminé más de la mitad el plato en un minuto, por supuesto, me atragante. Después tomé mi bolsa y me maquillé y me pusé presentable lo antes posible, al terminar estaba lista antes de que el chico de bélgica regresara con su cartera. 

-Vámonos- Dijo la chica Alemana. Salimos por la puerta y yo ya estaba emocionadísima.


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⏰ Última actualización: Jul 22, 2016 ⏰

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