Capítulo 1

88 6 1
                                    


Creía que esto de ser la hija de uno de los empresarios más importantes y exitosos del mundo era genial, pero no lo es.

Como única hija y heredera de la fortuna de mi padre, debo de aprender el oficio. Eso significa estar horas y horas en un despacho, reuniones, viajes de negocios, fiestas corporativas, entre otros eventos, y es agotador.

¡Ojo! No quiere decir que sea de esa clase de niñas mimadas y huecas que lo único que saben hacer es ir al centro comercial y al salón de belleza. Para mi, el dinero se gana con sudor, sacrificio y trabajo. Aunque de vez en cuando quiero un tiempo para mi...

Por eso estoy aquí, en medio de una ciudad casi desértica, donde nadie sabe quién soy, hace dos días. Mi celular no ha dejado de sonar desde entonces. Debo de tener alrededor de cien llamadas perdidas, la mayoría de mis padres, otras de Stacy, mi mejor amiga, y una de Zach. ¿Qué querrá este idiota? Justo cuando estaba revisando los mensajes suena mi rington de DarVader

- Hola papi, ¿Cómo estás? - dije burlona

- Nicole, ¿¡Dónde demonios te has metido!? - gritó. Parecía enojado

- Muy lejos, por suerte. ¿Estás bien? Te noto un pelín enojado...

- Deja de jugar conmigo niña malcriada. Tienes dos horas para regresar o sino...

- O sinó ¿Qué? - lo corté - ¿Me sacarás mi auto? ¿Cortarás mis tarjetas? Hazlo. Sabes que el dinero no me interesa.

- Ya verás niña - dijo esto último y cortó.

No es que no quisiera a mi padre, o que me gustara ser así. Pero a él lo único que le interesa es el negocio y el dinero, no la familia. En cambio yo no.

Me dispuse a levantarme y dar unas cuantas vueltas por la hermosa playa que tenía delante, antes de regresar a la realidad. Estaba caminando sumida en mis pensamientos que no me dí cuenta que choqué con alguien.

- Disculpe - dije y levanté mi vista. Cabello corto y negro como la noche, tez morena, una sonrisa radiante que mostraba sus perfectos dientes blancos, y sus ojos, eran de un color verde intenso, aunque tenia unos destellos miel. Y su cuerpo ¡DIOS SU CUERPO! Se notaba a kilómetros que iba al gimnasio.

- No, tú disculpame, iba distraído y no te ví -dijo con una voz grave y ronca como si recién se hubiese despertado, me descolocó. - ¿Cómo te llamas?

- Nicole, ¿Y tú? - dije un tanto nerviosa.

- Scott, un placer - y me extendió su mano, la cual estreché a modo de saludo. - ¿Eres de por aquí?

- No, de la ciudad

- ¿Y qué hace una chica tan bella como tú por estos lados? - dijo con una sonrisa amable, pero odiaba que me interrogasen, y más un desconocido.

- Lo siento, pero no es de tu incumbencia. - solté cortante.

- Tranquila, sólo fue curiosidad. Yo también soy de la ciudad.

- Oh bien, me alegro. Debo irme. - continué mi camino hasta donde aparqué mi auto.

- ¿Quiéres que te lleve?

- No gracias, tengo mi coche. Adiós - Scott se puso frente a mi ventana, y baje la ventanilla.

- Por si acaso - dijo con una sonsira en su rostro y dándome una tarjeta.

Scott Crowell

Abogado Empresarial

033 5432 7560

Felicidad acompañada de muerte. #MMA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora