*NOAH'S POV*
Había estado toda la noche intentando no pensar en Esther pero no podía.
-Es muy simple, Noah. No pienses en ella y ya está. -Me dije para mí mismo.
Genial, ahora hablo solo, esto me está afectando demasiado...
Solo habían pasado tres días desde el trabajo de Romeo y Julieta, e intenté hacer exactamente lo que Jacob me aconsejó, pero simplemente no era capaz. No podía olvidar todo lo que Esther me había hecho y lo que yo le había hecho a ella. Simplemente no podía. Era imposible.
Esther era la única que me hacia perder la paciencia y me sentaba mal antes, pero ahora me sienta aún peor tener que olvidarla.
Ella seguramente ya me habrá olvidado, total, va a pensar que soy un idiota del montón, o peor que el montón. Ella ya me conoce, y me odia.
Me odia desde el primer momento que vi sus ojos azules, y yo la odio desde que se chocó conmigo el primer día de instituto y nos pusieron juntos para el peor trabajo que hice en toda mi vida.
Cogí el teléfono de la mesa para llamar a uno de mis mejores amigos.
-¿Noah? -Se escuchó la voz de Lewis al otro lado de la línea.
-Lewis. ¿Podemos ir al centro comercial? -Pregunté y él estalló a carcajadas.
-Joder, ¿eres gay de repente? Esther te está cambiando mucho... -Murmuró y yo fruncí el ceño.
Con Lewis no se podía hablar. A la que le decías una cosa lo mal interpretaba, pero a veces podía ser muy inteligente.
-Tienes menos cerebro que un mosquito. -Dije lo primero que se me ocurrió.
-¿Para qué quieres ir al centro comercial? Eso es de chicas. -Murmuró ignorando el insulto que le había dicho.
-No es solo de chicas. Los chicos también tenemos que comprar, ¿sabes? -Dije defendiéndome. Aun que no quería ir a comprar realmente.
-¿Quieres ir a comprar? -Dijo Lewis confundido. Justo lo que estaba pensando.
-No... Quiero hablar contigo. Y ese es el único sitio. -Dije intentando convencerle.
-Tienes suerte de que hoy esté aburrido. -Dijo Lewis y colgó.
Traducción: Maldito cabrón. Ahora voy, plasta.
Me vestí rápido y me fui al centro comercial a esperarle en la entrada. Pronto apareció a lo lejos.
-¿Qué pasa? -Me saludó Lewis dirigiéndose a Starbucks.
-Cuando pidamos te lo cuento. -Dije y le seguí para ir a la cola y pedir.
Acabamos de pedir y nos sentamos en unas sillas con dos vasos de cafés calientes y empecé a pensar en Esther mientras me asomaba por la ventana y veía a gente pasar.
-Bueno ¿qué es lo que te pasa como para que me llames un domingo por la mañana a estas horas? -Dijo sacándome de mis pensamientos y volví la mirada a Lewis.
-Últimamente no me puedo quitar a Esther de la cabeza. Es como algo que me da vueltas todo el rato. -Suspiré. -No puedo dormir, no puedo dejar de pensar en ella, no puedo relajarme. La echo de menos. -Dije volviendo a mirar por la ventana.
-¿Por qué no puedes olvidarla? Ella te hizo daño. -Murmuró Lewis mientras daba un sorbo a su café, mientras el mío se estaba quedando frío.
-Ya, pero yo también le hice daño a ella.
-¿Qué es lo que sientes por ella? -Preguntó dejando de beber café por un rato y le miré, parecía que estaba interesado en este tema.
-Siento... Que necesito a alguien que me saque de quicio. Que me harte tal y como ella lo hacía. No sé... Eso siento. -Dije sin ganas mirando el café. Por mucha pena que me diera, creo que lo iba a tirar.
-No te pregunté que qué es lo que necesitas de ella, sino lo que sientes por ella. -Intervino él sacándome de quicio.
Ya había dicho lo que sentía. Sí, me faltaba algo por decir, pero él lo sabía perfectamente.
Esther era la única chica que se había enfrentado a mí odiándome como nunca nadie me había odiado antes.
-Odio. La odio pero... -Dije cortante y Lewis acabó la frase.
-La quieres. -Murmuró con una sonrisa pícara y desearía haberle roto todos los dientes de su boca.
Yo tenía poca paciencia, y se me acababa en seguida, justo como ahora.
-¿Qué? ¡No! Esther es una hija de puta, es la peor niñata que he conocido en la historia. ¡Y mira que no tengo ni idea de historia! -Grité pero no lo suficientemente alto como para me escucharan los otros clientes del bar.
Lewis volvió a dar un sorbo a su café y suspiró.
-Estás más ciego que un puto bate. -Dijo y yo fruncí el ceño.
-¿Crees que...? No. -Murmuré confundido y Lewis se acercó a mí.
Definitivamente no. Yo no podía estar enamorado de Esther Howard, la peor chica inmadura que he conocido en toda mi vida.
Esther era como una niña pequeña insoportable y nunca había pensado en ella de esa forma. Solo la besé para hacerla rabiar.
-¿Que no te das cuenta que desde el primer momento que la viste por primera vez se te iluminaron los ojos como bombillas? -Hizo una pausa y después de eso vino la peor parte de todo. La frase que creí que nunca escucharía en mi vida. -Tú, Noah, estás completamente enamorado de Esther. -Dijo Lewis finalmente señalándome en el pecho con su dedo.
Fui asintiendo intentando asumir lo que mis oídos acababan de escuchar, o la burrada que Lewis acababa de decir. Eso era completamente imposible.
Más bien, desde el primer momento que la vi solo la miré con ojos llenos de odio y furia. Se metió conmigo el primer día y yo ya sabía que iba a ser una enemiga para mí, no la chica de la cuál me iba a enamorar más adelante.
-¿Y... Como hago para desenamorarme? -Dije por primera vez en mucho tiempo y Lewis rió.
Tiró el café a la basura encestando y se columpió con la silla hacia atrás con las manos puestas en la cabeza.
-No se puede, bro. Estás enamorado de ella y es inevitable. Estás realmente jodido.
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Cuento Hasta Tres ©
Teen FictionEsther Howard, una joven de 15 años, devastada por la muerte de su abuela, ya no valora nada. Ni siquiera valora las cosas que había estado teniendo delante de ella todo el tiempo. Su vida dará un giro inesperado en cuanto se entere de un secreto q...