Capítulo 1: La pérdida de mi abuela

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-Haz la cuenta... atrás... -Me miró mi abuela desde la cama con los ojos entrecerrados.

-Tres.

La miré con los ojos brillantes y ya notaba como me caían lágrimas por las mejillas.

-Dos.

Le cogí la mano y se la apreté con fuerza.

-Uno... Te quiero, Esther...

Se me cortaba la respiración al ver que mi abuela ya cerraba los ojos y lentamente sentía como su espíritu se marchaba.

Pip, Pip, Pip, Pip. Sonaba rápidamente las pulsaciones de mi abuela en la pantalla de al lado de la camilla.

Ya se había ido. Ya no estaba.

-¡NOO...! ¡ABUELA NO...! -Le apreté muy fuerte la mano mientras recostaba mi cabeza en su barriga y me echaba a llorar.

-Esther... -Mi hermana Samantha ya de 20 años, estaba a mi lado con mi padre, mi madrastra, y mi hermanastra Brittany de 14 años.

No respondí y seguí abrazándola como si este fuera el fin.

Como si todo esto se acabara.

Como si mi mundo se derrumbara poco a poco.

Como si mi corazón se rompiera en mil pedazos.

-Sé que es duro, pero tienes 15 años... Lo superarás. -Samantha me abrazó y yo se lo devolví pero aplastándola tanto que no podía respirar.

Empezaron a llegar enfermeras y me quedé paralizada viéndolas. Me deshice del abrazo de Samantha al ver que estaban desenchufando a mi abuela.

-¡NO! ¡NO OS LA LLEVÉIS! -Grité apartando a las enfermeras y volviendo a conectar los cables de su cuerpo a la pantalla que indicaba las pulsaciones. Pero en ella no se oía ninguna pulsación. Mi mundo se destruyó en tan sólo unos segundos.

-Esther, se la tienen que llevar. -Dijo mi madrastra poniéndome la mano en el hombro, pero estaba tan nerviosa que no sé qué hice y le aparté la mano de un golpe.

Ni siquiera escuché el quejido de mi madrastra o como mis hermanas y mi padre me gritaban como locos para que la dejara ir.

Pero yo no pensaba dejarla ir. Mi abuela siempre había sido como mi amuleto de la suerte. Siempre había estado ahí en los momentos de divorcio de mis padres o cuando yo estaba triste. Siempre estaba ahí conmigo y ella nunca me abandonaría, o eso era hasta ahora.

No podía ver como se la llevaban. Simplemente no podía observar como se llevaban su cuerpo sin vida para después quemarla o enterrarla.

Mi abuela era la mejor amiga que yo nunca había tenido. La única que me entendía a la perfección. La única que me explicaba esas historias de cuando ella era una adolescente como yo. La única que me hacía caso en toda mi familia excepto mi hermana. La única que con tal sólo una sonrisa me hacía sentir mejor. En pocas palabras, mi abuela lo era todo para mí.

Quizás el tiempo me permita aprender a vivir sin aquello que nunca me enseñó, por que yo me encargué desde el principio a aprender a vivir sin abrazarla...

Esta sin duda, es la peor pérdida que he sufrido en mi vida. No creo que pueda sufrir más por la muerte de mi padre o de Sam, pero prefiero no imaginármelo, ni tampoco mencionarlo.

Ojalá siguieras aquí conmigo, abuela... Todos esos caprichos que siempre me cedías, todas esas pequeñas cosas que contenían un gran valor, todo el amor que tu me supiste dar como nadie más.

Al principio, quería ir contigo, pero esa no es la mejor solución, y no quiero dejar a mi hermana sola. Ella significa mucho para mí pero no más que tú, abuela.

Y es que solo han pasado unos minutos desde que ya no estás aquí, y ya estoy soltando el discurso del cementerio en mi cabeza. Y si hace falta, lo repetiré una y otra vez solo por ti. Solo para sentir tu tacto una vez más.

No creo ni que me atreva a hablar en tu entierro, pero cuenta que yo no faltaré. Y te prometo que cada semana iré a verte y no fallaré ningún día por nada del mundo.

*BRITTANY'S POV*

No conocía mucho a la abuela de Sam y Esther, pero sé lo que se siente.

Hace cinco años que mi abuelo murió, desde entonces yo siempre he sido desobediente, con mal carácter y fría con los demás. Entiendo perfectamente a Esther, pero yo sé lo que seguramente vendrá después de su muerte.

Espero que no cambie igual que yo y que siga siendo la misma de antes ahora que nos empezábamos a llevar bien.

El día que me tiñó el pelo de verde fue sin duda el peor día de mi vida, pero con el tiempo la acabé perdonando y además por que me pagó el lavado en la peluquería para que me sacaran esa cosa asquerosa del pelo.

Volviendo al tema, sé que Esther debe de estar destrozada ahora mismo y voy a hacer todo lo posible para que no cambie como yo.

Cometí bastantes errores, pero ahora que tengo a dos hermanas de verdad, no pienso perderlas de ninguna manera, las protegeré como a mi vida, aun que sean más mayores que yo, pero no pienso dejarlas nunca. Ahora es cuando Esther me tomaría como una idiota mal de la cabeza y cuando Sam diría "Oooh..." con cara de ternura y me abrazaría. Son tan diferentes que no parecen hermanas.

Las quiero mucho igualmente, pero ahora es cuando una de las dos más me necesita. Estoy dispuesta a ayudar a Esther a que haga nuevos amigos este curso por que el año pasado estaba completamente sola. En algunas ocasiones me daba pena o simplemente me reía de ella... Pero antes estábamos enfadadas, ahora ya no, y es mi hermanastra.

Absorta en mis pensamientos no me di cuenta de que ya se habían llevado a la abuela de Esther y ésta estaba tirada en el suelo llorando como una loca.

Me agaché con ella para hablarle.

-Esther... Lo siento mucho de verdad. Sé por lo que estás pasando, pero ahora me tienes a mí y a Sam, y siempre estaremos ahí para lo que necesites.

Esther levantó la cabeza para mirarme, sus lágrimas caían por sus mejillas junto con restos de rímel.

-Gracias, Britt. -Dijo y me abrazó.

Nunca me había abrazado. Me quedé helada ante aquella actitud, pero no dudé en devolverle el abrazo.

Poco a poco la fui levantando, para irnos a casa y... Bueno, organizar el funeral y llorar sin fin.

-Lo siento... Por todo. -Me disculpé susurrándole en el oído para que nadie nos escuchara, por haberme reído de ella y haberla criticado.

No hacía ni medio segundo que Esther se encontraba mirándome con una sonrisa sincera.

-No pasa nada.

Pero en esa sonrisa había dolor, y yo se lo iba a curar.

Cuento Hasta Tres ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora